Comodí­n al Centro

Los fantasmas de López Obrador

2018-12-25

No hay mejor introducción para describir el cambio de gobierno que transcurre en plenos...

Ximena Covarrubias Faure | Siempre

“Marley estaba muerto. No cabe la menor duda al respecto. El clérigo, el funcionario y el propietario de la funeraria habían firmado el acta de su enterramiento. También Scrooge había firmado, y la firma de Scrooge tenía valor en cualquier papel donde apareciera”.

No hay mejor introducción para describir el cambio de gobierno que transcurre en plenos tiempos navideños. Charles Dickens, como buen clásico, logra revivir cada temporada adaptándose a los diferentes contextos. En esta ocasión Peña Nieto, tras la muerte de su gobierno, desempeña el papel de Marley, el fantasma que aparece ante Scrooge para advertirle que las acciones que haga tendrán consecuencias y que deberá pagarlas justo como él está sufriendo por la vida que anteriormente tuvo. Entonces previene a Scrooge de que en las siguientes noches irán tres fantasmas a visitarlo.

Cayó la noche y el primer espíritu llegó, era el Fantasma de las Navidades Pasadas, entonces Scrooge le preguntó qué asuntos le llevaban ahí, “¡Tu propio bien!”, dijo el fantasma, y lo llevó a un recorrido por su vida antes de la presidencia: sus años de campaña recorriendo México, sus múltiples discursos y promesas de terminar con ese sistema rígido y lejano que nunca veló por los intereses del pueblo. Scrooge no pudo evitar sonreír al recordar las ovaciones de la multitud. El fantasma lo llevó a otra Navidad, donde una puerta dio paso a un cuarto largo; melancólico y desnudo Scrooge se sentó en un banco y se le cayeron las lágrimas al ver su pobre y olvidada persona tal y como había sido aquella Navidad de 2006. “¿Qué sucede?”, preguntó el espíritu. “¡Déjame! ¡Llévame de vuelta! ¡No sigas hechizándome!”, contestó Scrooge. Entonces despertó y rápidamente se sentó en la cama pensando que pronto llegaría el siguiente espíritu del que Marley le advirtió.

Scrooge no dejaba de pensar en todo lo que vio la noche anterior, la gente y todas las promesas que había hecho y lo envolvió un sentimiento extraño, una mezcla entre angustia y responsabilidad que lo persiguió el resto del día hasta que un nuevo espíritu llegó. Era el Fantasma de las Navidades Presentes, quien lo llevó al centro del pueblo donde se veía mucho movimiento. Un pueblo lleno de energía y expectativas ya que finalmente había llegado la Navidad que tanto esperaba. Pero el fantasma lo llevó a la casa de una familia que estaba molesta con el señor Scrooge ya que los había rechazado para cenar. “Es un viejo cómico”, dijo el sobrino “Sin embargo, en su pecado lleva la penitencia, y no quiero decir nada contra él”. Entonces otro dijo: “le da por rechazarnos y no querer venir a cenar con nosotros, ¿cuál es la consecuencia? No tiene mucho que perder con una cena”. Entonces Scrooge se percató de que había prometido gobernar para todos y que esa molestia reflejaba que, tal vez, no estaba escuchando a todos… 

Llegó el siguiente espíritu envuelto en un ropaje de profunda negrura que le tapaba el rostro. Su presencia misteriosa llenó de temor a Scrooge y asumió que era el Fantasma de las Navidades Futuras. “Te tengo más miedo a ti que a cualquiera de los otros espectros”, le dijo. Y sin respuesta alguna el fantasma lo llevó a las calles, donde se escuchaba a la gente hablar que alguien había muerto. El fantasma lo llevó directo al cadáver y Scrooge, lleno de miedo, miró la loza con el nombre del difunto: Ebenezer Scrooge.

“¡Espíritu, escúchame!”, gritó. “Ya no seré el mismo que antes. Viviré en el Pasado, el Presente y el Futuro; y no olvidaré sus enseñanzas”.

Y así, como Dickens logró el cambio en Scrooge, esperamos que los Fantasmas de las Navidades le recuerden a Obrador que los actos tienen consecuencias, que el pueblo tiene expectativas y que no olvide las promesas pasadas.


 



regina
Utilidades Para Usted de El Periódico de México