Migración

Un triste fin de año en Tijuana

2018-12-31

A diario, varios de los migrantes se aventuran a saltar la cerca metálica y entregarse a la...

Por Marcos Romero

(ANSA) - CIUDAD DE MEXICO, 31 DIC - Unos 1.350 migrantes, de los cerca de 10,000 que originalmente llegaron a la norteña ciudad de Tijuana, limítrofe con California, en varias caravanas que partieron desde el 12 de octubre en Honduras, esperan en medio del frío y la incertidumbre la llegada del año nuevo.
    
En las horas previas a que finalice este año lleno de zozobra y de desventura para ellos y sus familias, los centroamericanos permanecen impacientes en un salón de fiestas habilitado como albergue aguardando que les sea entregada la solicitud para buscar asilo en el país vecino.
    
Una parte de los originales integrantes del éxodo fue deportada, otra parte saltó las barreras metálicas de 6 metros que dividen a México de Estados Unidos, otra (sólo formada por unos pocos) se aventuró por el desierto y la montaña y se ignora si logró su cometido y el resto se quedó en el alojamiento.
    
Se espera que cuestión de semanas la cifra de quienes esperan un gesto de magnanimidad del gobierno de Estados Unidos, que es muy improbable para un presidente como Donald Trump acusado de xenofobia, se reduzca.
    
A diario, varios de los migrantes se aventuran a saltar la cerca metálica y entregarse a la policía migratoria y solo unos pocos afortunados obtienen el pase para solicitar asilo.
    
Este método para pasar al país vecino es poco ventajoso porque las posibilidades de que se les otorgue el asilo es menor debido a que el sólo hecho de ingresar por la fuerza a Estados Unidos se considera un delito.
    
Mientras aguardan a recibir las aplicaciones para entrar a "la tierra prometida", los migrantes hacen de todo para poder ganarse la vida.
    
Ello incluye desde pedir limosna, trabajar de manera informal realizando labores pesadas en algún negocio que aproveche la oportunidad de mano de obra barata e inclusive robando.
    
Javier de 21 años, quien salió de Honduras hace tres meses, afirma que en el último día del año, por ser "una fecha importante" podrían recibir mejores dádivas o compensaciones por el trabajo que puedan realizar.
    
"Yo lo que quiero es conseguir algo de comer", señala el joven, quien como otros esperan la llegada de contratistas en furgonetas para realizar trabajo por horas o por días.
    
Si tienen suerte reciben trabajo por varios días, pero habitualmente es sólo por unas horas o por una jornada completa, por la cual reciben unos 200 a 400 pesos (entre 10 y 20 dólares).
    
Unos 1,200 migrantes pasarán el fin de año en el albergue el Barretal y 150 en un galpón cercano llamado Benito Juárez, cerca de la línea fronteriza.
    
Para los centroamericanos que aguardan la llegada del 2019, que esperan les traiga un poco de esperanza, no habrá banquete navideño, ni las habituales 12 uvas y si tienen un poco de suerte podrán cenar un poco de carne de pollo, pavo o res.
    
A pesar de ser una fecha especial, los extranjeros son objeto de hostilidad de los vecinos, sobre todo del almacén del centro deportivo Benito Juárez, por la basura que arrojan en la calle.
    
"Todos los días es lo mismo. Mi casa es la única que tiene el frente limpio. No sabe cuántas veces tengo que salir a barrer.
    
Tengo todo el derecho de tener el área limpia, pero no, todo el tiempo vienen a ensuciarla", afirmó una mujer a un periodista.
    
Fuera del galpón hay sanitarios móviles y un vertedero de basura de los que emanan un hedor insoportable.
    
"No hacen nada, nada más se la pasan jugando fútbol", señaló otro de los residentes de la zona en referencia a los migrantes.
    
La espera del año nuevo transcurre para los centroamericanos también con la presencia de enfermedades y la amenaza de una epidemia.
    
Por ahora, se han confirmado 14 casos de varicela y un número no determinado de contagios de influenza estacional, mientras brigadas sanitarias acuden a diario a vacunar a los centroamericanos sobre todo contra la influenza y el tétanos.
    
Trabajadores sociales también siguen visitándolos para regularizar su situación migratoria y ofrecerles asilo en México.
    
"Trataremos de motivar la despresurización de los albergues", dijo Rodolfo Figueroa, representante del Instituto Nacional de Migración en Baja California. 


 



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