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Pobreza en México, 15% superior al promedio de América Latina: Cepal

2019-01-15

Según el organismo, “la clave sigue estando en la igualdad de medios, derechos,...

Por Mathieu Tourliere 

CIUDAD DE MÉXICO (apro).– En México, donde más de la mitad de la población no es propietaria de su vivienda y no tiene cuenta bancaria, “la baja proporción de familias y personas con activos físicos y financieros muestra que existe una muy fuerte concentración de la riqueza”, señala la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en un amplio informe sobre la desigualdad en la región publicado este martes.

Para medir la desigualdad se utiliza el índice de Gini, donde el valor 0 plantea una igualdad absoluta, es decir, una sociedad en la que un bien se reparte de manera idéntica a cada integrante, mientras que un índice 1 establece una sociedad absolutamente desigual, donde un solo individuo acapara la totalidad del bien.

En materia de repartición de ingresos, por ejemplo, México tiene un índice Gini de 0.5, pero si se consideran todos los activos de la riqueza –ingreso, capital inmobiliario, capital natural y activos financieros–, el índice se dispara a 0.78 y muestra una sociedad con extremas concentraciones de riquezas.

De acuerdo con la Cepal, el 46% de la población mexicana no es dueña de su vivienda. Además, México tiene 7.9 billones de dólares de capital financiero –sin incluir la deuda– que, de repartirse entre cada habitante, equivaldría a 61 mil dólares (un millón 159 mil pesos) por persona. Sin embargo, la Cepal recuerda que, en 2016, apenas 20 mil contratos de inversión en la casa de bolsa concentraron el 76% de la inversión total en acciones y que, además, un 56% de la población ni siquiera tiene cuenta bancaria.

En México, la tasa de pobreza es 15% mayor al promedio regional –44.6% de la población, contra 29.6% en América Latina–, lo que significa que uno de cada cuatro pobres del subcontinente vive en México: en la región hay 182 millones de pobres, 54 millones de los cuales son mexicanos.

Apenas el 41% de las mujeres en edad activa tienen actividades remuneradas, seis de cada de diez de ellas en sectores “de baja productividad” y sin afiliación al sistema de pensiones. Entre 2008 y 2015 se redujo la proporción de mujeres mexicanas que se graduaron de carreras de Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (CTIM) –la tasa pasó de 34.1% a 31.3%–, las cuales desembocan en empleos bien remunerados.

Por otra parte, las mujeres mexicanas realizan la mayor parte del trabajo no remunerado en los hogares, que de ser medido en términos económicos representaría el 24.2% del PIB, es decir, apenas 10% menos que la parte de todos los salarios que circulan en el país, y una proporción “mayor que la participación individual de cualquier actividad económica del país”.

Además, solamente el 25% de los hogares del país se encuentran en una situación de “doble inclusión”, es decir, que obtienen ingresos superiores al salario mínimo y tienen protección social, mientras que el 47% se encuentra en el extremo inverso de “doble exclusión”, pues recibe ingresos inferiores a lo mínimo y están desprotegidos.

De hecho, México es de los países más atrasados en su agenda para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 de la ONU: según la Cepal, ni en 2035 cumplirá con sus compromisos de reducir las tasas de pobreza a la mitad y la pobreza extrema a menos del 3 por ciento.

Para enfrentar el flagelo de la desigualdad en la región más desigual del planeta, “es indispensable avanzar hacia una distribución más equitativa del ingreso y la riqueza (…) y hacia la eliminación de las discriminaciones de cualquier tipo para el acceso a posiciones sociales, económicas o políticas”, sostiene el informe.

“Vemos que la población indígena, afrodescendiente, las mujeres y los jóvenes se nos están quedando atrás”, advirtió Alicia Bárcena Ibarra, la titular de la Cepal, durante la presentación del informe en Santiago de Chile.

La Cepal recordó que, en América Latina, la desigualdad es “estructural” a las sociedades, donde impera una “cultura del privilegio” y un modelo de desarrollo que beneficia a los más ricos y “genera un grado insostenible de polarización de los ingresos y la riqueza que aumenta el poder de los más privilegiados para establecer y mantener reglas del juego que les favorecen”.

Según el organismo, “la clave sigue estando en la igualdad de medios, derechos, oportunidades, capacidades, autonomías reconocimiento”.

En América Latina, el 40% más pobre de la población apenas concentra el 17% de los ingresos, mientras que el 10% más rico acapara el 30% del ingreso; por ello, la región permanece como la más desigual del planeta.

“Los altos niveles de desigualdad conspiran contra el desarrollo y son una poderosa barrera para la erradicación de la pobreza, la ampliación de la ciudadanía, el ejercicio de los derechos y la gobernabilidad democrática”, señala.

“La erradicación de la pobreza continúa siendo un desafío central para los países de América Latina. Aun cuando la región logró importantes avances entre la década pasada y mediados de la presente, desde 2015 se han registrado retrocesos, particularmente en la extrema pobreza”, deplora.

El informe indica que México destina apenas el 9.9% del PIB en gasto social –poco más de 950 dólares por persona y por año, en promedio–, mientras Chile o Uruguay invierten más del 16% en ello –más de 2 mil 380 dólares por persona–.

Ante lo que definió como un contexto económico “incierto”, Bárcena urgió los países a redoblar sus apuestas para políticas de desarrollo y de inclusión laboral.

“A partir de 2015 se deterioraron importantes indicadores laborales: aumentaron las tasas de desocupación y se interrumpió el proceso de formalización del empleo que había tenido lugar en diversos países en los años anteriores”, plantea el documento.

Peña Nieto redujo recursos

Durante la presentación, Bárcena insistió en la necesidad para los gobiernos de invertir en políticas de mercado laboral, a través de los cuales se generan las políticas de inclusión.

Sin embargo, el documento señala que, en esta materia, la administración de Enrique Peña Nieto figura como excepción en la región, pues fue el único gobierno que redujo su inversión, de 0.91% a 0.35% –una tasa tres veces menor al promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)–.

“Lo que hemos visto es que las dos principales causas de la migración, primero los que más migran son los jóvenes y migran porque no tienen ingresos laborales ni expectativa, y la segunda causa es por violencia. Los migrantes provienen más de zonas rurales que de urbanas”, señaló.



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