Internacional - Política

Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, representó al populismo en el Foro Económico Mundial

2019-01-23

Tal como hizo Trump cuando llegó a Davos en 2018, Bolsonaro intentó suavizar el...

Por Mark Landler | The New York Times

DAVOS, Suiza — El presidente estadounidense, Donald Trump, brilló por su ausencia en la reunión del Foro Económico Mundial de 2019. Sin embargo, el nuevo líder brasileño, Jair Bolsonaro, un hombre a quien en su país han apodado el Trump del Trópico, intervino ayer para ponerse la capa del populismo.

Tal como hizo Trump cuando llegó a Davos en 2018, Bolsonaro intentó suavizar el mensaje de insurgencia que lo catapultó a la presidencia en otoño pasado. Frente a un adinerado público en el centro alpino de esquí, pintó a Brasil como un buen lugar para hacer negocios: un país decidido a erradicar la corrupción descontrolada y a reducir las regulaciones.

No obstante, Bolsonaro también mencionó que Brasil purgaría la ideología de izquierda de su política y su sociedad, y no se disculpó por darle prioridad al crecimiento económico, algo que sus detractores dicen que llegará a expensas de la protección del medioambiente de Brasil.

“Representamos un punto de inflexión a los ojos de los brasileños, un momento decisivo en el que los sesgos ideológicos ya no tendrán cabida”, declaró Bolsonaro en un breve discurso ante una sala abarrotada, donde los presentes le aplaudieron con indiferencia. “Nuestro lema es: ‘Dios por encima de todo’”.

El discurso inaugural de Bolsonaro estableció el tono de la reunión en Davos donde fueron evidentes los vacíos que dejó el séquito habitual de líderes estadounidenses y europeos, que luchan contra fuerzas políticas –desde América Latina hasta Europa– claramente contrarias a los valores de la conferencia de cooperación global y un orden mundial liberal.

Con sus instintos nacionalistas, su estilo autócrata y su historial de declaraciones groseras en contra de las mujeres, las personas homosexuales y los grupos indígenas, en muchos aspectos, Bolsonaro es la antítesis del “hombre de Davos”, el término que alguna vez se utilizó para describir al tipo de líder que asiste a la conferencia anual.

Bolsonaro, un militar retirado de 63 años, cuya victoria simbolizó la frustración que sentían los brasileños por la corrupción de su élite gobernante, desde que asumió el cargo ha actuado con rapidez para flexibilizar las restricciones a las armas, limitar los derechos de las personas gays y lesbianas, y ejercer un mayor control sobre los grupos de la sociedad civil.

En noviembre, a petición de Bolsonaro, Brasil abandonó su compromiso de ser anfitrión de la cumbre sobre el cambio climático de las Naciones Unidas en 2019. Durante su campaña electoral, muchos temían que se retirara del Acuerdo de París, lo cual no ha hecho aún.

Ayer Bolsonaro insistió en que Brasil “trabajaría en armonía con el resto del mundo, en sintonía con el planeta” para reducir las emisiones de carbono, aunque no mencionó el acuerdo. “Aquellos que nos critican aún tienen mucho que aprender con nosotros”, agregó.

Bolsonaro y Trump han cultivado su relación diligentemente y los paralelos entre ambos son impactantes. Bolsonaro alardeó por su victoria “a pesar de haber sido atacado injustamente todo el tiempo”, con lo cual muchos recordaron la manera en que Trump ha vilipendiado a los medios en su país.

Pese a que dio su discurso en una sala con calefacción, Bolsonaro usó un largo abrigo de invierno. Trump también comparte esa afición: hace poco se le fotografió usando uno parecido en el Comedor Estatal de la Casa Blanca mientras posaba con un banquete de comida rápida para el equipo de fútbol americano de la Universidad Clemson.

Luego de que Bolsonaro entró en funciones, Trump tuiteó: “Felicidades al presidente @JairBolsonaro quien acaba de ofrecer un gran discurso de investidura — ¡EU está con usted!”.

Bolsonaro no tardó en responder: “¡Juntos, bajo la protección de Dios, traeremos prosperidad y progreso a nuestro pueblo!”.

Trump, que dominó con su presencia la reunión de 2018 canceló su visita a Davos en esta ocasión debido al cierre de la administración. Unos días después, suspendió la participación del resto de la delegación estadounidense, luego de negarle a la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi y a otros legisladores el derecho a usar una aeronave militar para volar a Afganistán y Bruselas.

Aquellos que querían escuchar los comentarios del gobierno de Trump tuvieron que conformarse con una aparición en video del secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, quien habló desde el balcón del Departamento de Estado, con el Monumento a Abraham Lincoln de fondo.

Pompeo ofreció un resumen preciso de la política exterior de “Estados Unidos primero” de Trump, y dirigió palabras severas a Irán y China. Le dijo a la audiencia que el estilo disruptivo de Trump era una respuesta saludable para los electores que habían dejado de prestar atención a los políticos más tradicionales, y que era parecido a la agitación política en el Reino Unido, Francia, Italia y Brasil.

Tanto la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, quien lidia con el caos de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, como el presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien enfrenta una oleada de disturbios organizados por el movimiento de los “chalecos amarillos”, faltaron a la reunión de este año.

Pompeo dijo que los que critican el gobierno de Trump no están listos para encarar el reto de reformar las instituciones internacionales como las Naciones Unidas. “Pero el presidente Trump sí lo está”, afirmó.

Cuando se le preguntó si consideraba que Estados Unidos había quedado aislado, Pompeo respondió: “No creo que estemos aislados en lo más mínimo”.

Aun así, los letreros de un orden mundial en proceso de cambio se veían por todas las calles nevadas de Davos. Aunque las grandes empresas de Silicon Valley, como Facebook y Salesforce, montaron pabellones deslumbrantes a fin de promover su presencia, el cartel más grande fue el de Arabia Saudita, el cual abarcó todo el costado de un hotel para invitar a los visitantes a invertir en el reino.

También la conferencia de inversionistas de Arabia Saudita, conocida como Davos en el desierto, se vio afectada por una avalancha de cancelaciones en octubre luego de que informes de inteligencia vincularon al patrocinador de la conferencia, el príncipe heredero Mohamed bin Salmán, con el asesinato del periodista saudita, Jamal Khashoggi.

En las calles podía verse la publicidad para el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, la respuesta del presidente ruso, Vladimir Putin, a Davos. A pesar de que hubo pocos funcionarios chinos presentes, las sesiones dedicadas a la economía de China, como la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda, convocaron a las audiencias más grandes.

Aunque Estados Unidos tuvo un perfil más bajo en la reunión de este año, igual proyectó una sombra extensa sobre la conferencia. Los analistas económicos culparon a la guerra comercial de Trump con China por los recortes de sus pronósticos de crecimiento económico global. Además, los analistas de política exterior dijeron que el estilo errático del mandatario estadounidense seguía siendo la fuente de riesgo más grande del mundo.

“Si vas a desafiar al sistema internacional, debes proponer algo distinto con que remplazarlo”, opinó Karin von Hippel, exfuncionaria del Departamento de Estado y directora general de The Royal United Services Institute de Londres. “Al parecer no existe un plan”.



Jamileth

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