Diagnóstico Político

“Lo mejor está por venir”

2019-01-25

La iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador, con todo y que hubo una...

Por Carlos Ornelas | Revista Siempre

Casi todas las reformas educativas que gobiernos y organismos intergubernamentales promueven alrededor del mundo encierran la crítica a lo existente y la promesa de un futuro mejor. La censura y el reproche al pasado y al presente se conjugan con augurios de que con la innovación que se propone se resolverán problemas de la educación.

El diagnóstico se envuelve en un paquete discursivo elegante, los reformistas destacan con cierta precisión lo que quieren desterrar y ofrecen pistas de cómo será la posterioridad. Ponen el acento en los provechos que las reformas traerán a los alumnos, los padres de familia, la sociedad en general y a la nación. También cortejan a los docentes ya que serán los encargados de llevar a puerto las ventajas prometidas.

La iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador, con todo y que hubo una consulta previa, tiene las características de las políticas que se promueven desde la cúspide del poder. Desde los tiempos de la campaña electoral, la narrativa del hoy presidente se dedicó a detractar la reforma educativa del gobierno de Peña Nieto. Se entiende, buscaba el apoyo de los grupos magisteriales que se sentían agraviados por lo que la política de “recuperación la rectoría de la educación” les arrebató. Lo que es más difícil de concebir es la insistencia en la retórica vindicativa y poca energía en las apuestas para el cambio.

Cierto, desde la campaña y luego se ratificó en las palabras presidenciales, había la promesa de crear 100 nuevas universidades y de ampliar los programas de becas para niños y jóvenes, pero no con la fuerza suficiente como para tirar líneas programáticas; hoy empiezan a dibujarse esos proyectos, además, se les asignó presupuesto. Pero me refiero al cambio en la narrativa de revisión al artículo 3 de la Constitución.

Esta iniciativa introduce el principio de equidad, equiparable a los de democracia y solidaridad. También formula que el Estado aplicará una política educativa incluyente. Equidad e inclusión serían, pues, los principios rectores de la nueva política educativa.

Sin embargo, el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, y el presidente mismo continúan con el relato del reproche y la oferta de una vida mejor para el magisterio. De vez en cuando aparecen los niños y los jóvenes, casi nunca los padres de familia. Es rarísima la mención a organizaciones de la sociedad civil. Parece diseñada para un actor preponderante, mientras los otros son de reparto: “no más insultos a los maestros”, “basta de evaluación punitiva”. En la porción edificante, la iniciativa apunta que el magisterio será el agente primordial de la transformación social. Que tiene derecho a la capacitación y formación continua y permanente.

El secretario Moctezuma insiste en poner por delante la descalificación a la reforma del gobierno anterior, acaso como pieza de legitimación, mientras subordina los planteamientos de cambio.

Por ejemplo, René Delgado reporta en Reforma (14/01/2019) que el titular de la SEP aseguró que la reforma educativa del gobierno anterior no erradicó la venta ni la herencia de plazas; tampoco cumplió con los incentivos para los maestros mejor evaluados: “Sí se avanzó, eso es definitivo, pero en el sistema educativo todavía está usándose el poder de la autoridad educativa en materia de asignación de plazas y de traspaso de un lugar a otro, y se está pidiendo dinero”.

Al parecer hay un reconocimiento de que el gobierno de Peña Nieto intentó erradicar esos vicios, a pesar de que más 200 mil profesores ganaron su plaza o promoción por concurso. Pero la pregunta que surge es por qué no pudo arreglar la bronca. Arriesgo dos conjeturas. Primera, por la oposición beligerante de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y la tibieza de la Secretaría de Gobernación al concederle prebendas. Segunda, la actitud de las autoridades estatales que no apostaron por la reforma. Hoy la CNTE —aliada del gobierno— quiere volver al pasado y los gobernadores de varios estados sueñan con regresar lo transferido en 1992.

En una visita a una escuela, el secretario Moctezuma planteó que la prioridad deben ser los alumnos y la calidad de sus profesores, quienes trabajan con el corazón en la mano, con vocación y esfuerzo. Y remató: “lo mejor de la educación pública está por venir, y la base de esa mejoría es la calidad del magisterio” (Boletín 5 de la SEP, 14/01/2019).

El subsecretario de Educación Básica, Gilberto Guevara Niebla, es el encargado de buscarle el lado amable a lo que está por venir. En artículos en La Crónica señala que la equidad y la inclusión serán los pilares de la educación. El presidente López Obrador ya puso en marcha la distribución masiva de La cartilla moral, un opúsculo incomprendido de Alfonso Reyes, que abona a la educación ética y que los líderes de todas las corrientes del SNTE rechazaron por décadas.

Veremos si su aceptación es una de las cosas buenas que están por venir.



regina