Internacional - Política

Pedro Sánchez pierde un voto clave y España se encamina a elecciones anticipadas

2019-02-13

El politólogo añadió que, dada la creciente polarización en...

Por RAPHAEL MINDER, The New York Times

MADRID — El gobierno español se tambaleó al borde del colapso este miércoles después de que la disputa sobre la situación catalana frenó la aprobación del presupuesto nacional, con lo cual el país, de nueva cuenta, queda sumido en la incertidumbre política.

Pedro Sánchez, el presidente del gobierno español y uno de los pocos líderes socialistas que aún quedan en Europa, esperaba aprovechar la recuperación económica del país para aumentar el gasto social en su presupuesto.

En vez de eso, Sánchez, quien encabeza un gobierno minoritario algo frágil, enfrenta la decisión de tener que convocar elecciones anticipadas —algo que ya parece inevitable— después de que los legisladores catalanes le retiraron su apoyo en el voto presupuestario en un intento para posicionar el tema del independentismo de Cataluña en la política nacional española.

Es particularmente un mal momento para que haya turbulencia política en España y en toda Europa: el continente ya está siendo golpeado por brexit, el proceso de separación del Reino Unido de la Unión Europea, de cara a la consolidación del proceso, el 29 de marzo. En Europa central y del este, desde Italia hasta Francia, han estado avanzando fuerzas populistas que han puesto a prueba la unidad del bloque en las calles y en los palacios de gobierno.

España parecía ser hasta hace poco uno de los pocos sitios estables. Pero la probable convocatoria de elecciones anticipadas seguramente exhibirá el paisaje cada vez más fracturado y polarizado que hace de España más la regla que la excepción europea.

Era “un baluarte de los socialdemócratas en toda Europa” y uno de los pocos Estados miembro grandes de la Unión Europea cuyo liderazgo favorece la integración “en medio del brexit y de las fracturas en Italia”, dijo Pablo Simón, politólogo de la Universidad Carlos III de Madrid.

Aunque los principales partidos de oposición españoles, de corte conservador, también respaldan la Unión Europea, Simón destacó: “Ahora vemos que España, además del tema catalán, no es diferente; tiene los mismos problemas que los países que nos rodean, en cuanto a la fragmentación y los partidos que luchan por tener credibilidad y alianzas sólidas”.

El politólogo añadió que, dada la creciente polarización en España, las elecciones anticipadas resultarían “en todo tipo de escenarios, incluido un nuevo periodo de bloqueo total”.

Sánchez y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) que dirige apenas llegaron al poder a mediados de 2018, dos años después de que el país realizara dos elecciones nacionales sin obtener un resultado certero para la formación de gobiernos; los partidos políticos regatearon durante casi un año sobre quién debía liderar al país.

Al final, Sánchez logró entablar alianzas algo inestables, incluyendo a partidos nacionalistas vascos y catalanes, para impulsar una moción de confianza en contra de Mariano Rajoy, el entonces presidente conservador, y para formar su propio gobierno cuando el PSOE solo sumaba un cuarto de los escaños parlamentarios. Esa vulnerabilidad, presente desde que Sánchez asumió el cargo en junio, quedó evidenciada en el voto presupuestario de este 13 de febrero.

Los legisladores rechazaron el plan de Sánchez con 191 votos en contra y 158 a favor, así como una abstención. Fue la primera vez desde 1995 que el parlamento tumbó el presupuesto del gobierno.

Sánchez salió del sitio después de la votación sin hablar con la prensa, pero su ministra de Fomento reconoció que el gobierno considera que tener un presupuesto para el año es clave para su mandato.

La ley española indica que la siguiente elección debe celebrarse a más tardar a mediados de 2020, pero es muy probable que la gente deba acudir a las urnas antes del verano de este año.

En esta ocasión, con España más fragmentada después de décadas de un sistema bipartidista, una elección nacional tendría un resultado más imprevisible y conflictivo.

Las encuestas muestran que los partidos de la oposición conseguirían suficientes votos para formar un gobierno de coalición, mientras que el partido de ultraderecha Vox ya irrumpió en el escenario político, la primera vez para una agrupación del tipo desde la dictadura franquista en los años setenta.

En diciembre, Vox logró conseguir sus primeros escaños parlamentarios en la elección regional de Andalucía, en parte por el creciente rechazo a la llegada de migrantes desde África.

Las nuevas elecciones serían una prueba respecto a la viabilidad de Vox y su posible papel como el que determine algún gobierno a nivel nacional. El partido también quiere recentralizar España y ha asumido un papel protagónico en el juicio a doce líderes independentistas catalanes en el Tribunal Supremo de Madrid; el proceso empezó el martes. Al lado de procuradores estatales, los abogados de Vox presentaron sus propios cargos en contra de los catalanes, acusados de rebelión y sedición por la organización de un referéndum en 2017 y la subsecuente declaración de independencia en el parlamento regional.

No queda claro qué sucedería con Sánchez, pero en el pasado ha demostrado ser más que capaz de mantenerse vigente. En 2017 lo expulsaron como líder del PSOE y apenas un año después había retomado la presidencia del partido y logrado ser nombrado presidente del gobierno español.

El debate sobre la derrota parlamentaria de Sánchez se enfocó menos en los planes para el presupuesto que en su manejo de la situación catalana, lo que exhibió el peso político que tiene el conflicto territorial en la política nacional.


Los legisladores catalanes le dieron la espalda a Sánchez después de fracasar en convencerlo para que se haga un segundo referéndum independentista, después del de octubre de 2017 que fue declarado inconstitucional y el cual intentaron frenar los guardias y policías nacionales.

Cuando Sánchez llegó al poder prometió retomar el diálogo con los políticos independentistas de Cataluña, en un intento de poner fin a la crisis. Se reunió poco tiempo después con Quim Torra, el presidente independentista de la Generalitat, el ejecutivo regional, que también asumió su cargo en junio de 2018.

Pero esas conversaciones no llegaron a nada. Torra advirtió hace poco que su partido no aprobaría el nuevo presupuesto si Sánchez no consideraba permitir el segundo referéndum, uno que sí cuente con el respaldo del gobierno central en Madrid.

El gobierno de Sánchez rechazó la propuesta, que calificó de chantaje político, al insistir en que el referéndum sería incompatible con la constitución de España.

Algunos políticos de derecha calificaron a Sánchez de traidor a la unidad española por tener un diálogo con los catalanes. Convocaron a decenas de miles de personas en una protesta en Madrid el pasado 10 de febrero en la que exigieron nuevas elecciones y criticaron al presidente del gobierno por su manejo de la situación en Cataluña.

Después del voto parlamentario, Pablo Casado, quien remplazó a Rajoy como líder del Partido Popular, ahora de oposición, dijo en una conferencia de prensa que era inevitable una nueva elección y dijo que el rechazo al plan presupuestario era equivalente a “una moción de censura de facto“.

En los últimos meses, Casado se ha pronunciado a favor de que Madrid imponga un gobierno directo sobre Cataluña para poner fin al independentismo.

“No puede presidir el gobierno quien prefiere pactar con quienes dan un golpe de Estado”, declaró Casado en referencia a los catalanes. “Nunca pactaremos ni con los populistas ni con los separatistas”.

Albert Rivera, el líder del partido Ciudadanos, también acusó a Sánchez de unir fuerzas con “quienes quieren liquidar al Estado”.

En una conferencia de prensa, Rivera declaró: “Hasta ahora teníamos el problema del separatismo, pero ahora tenemos dos: el separatismo y un presidente como Sánchez”.

Joan Tardà, legislador catalán, dijo que su partido independentista ERC rechazó el presupuesto —que preveía un mayor gasto en Cataluña— porque Sánchez quedó “atemorizado” de la oposición de derecha y que por ello se rehusó a negociar con el movimiento independentista catalán.

“Es una oportunidad perdida. Trabajaremos para que no sea definitiva”, dijo Tardà. “Aun cuando no quieran reconocerlo, tarde que temprano habrá que dialogar”.



regina
Utilidades Para Usted de El Periódico de México