Tras Bambalinas

Dilemas pontificios

2019-02-20

El éxito de la visita de Francisco a EAU podría revitalizar la confianza de la Santa...

Política Exterior

La visita del papa Francisco a Emiratos Árabes Unidos (EAU), en cuya capital, Abu Dabi, ofició una misa ante más de 100,000 personas, solo puede calificarse de histórica. Por primera vez un pontífice romano ha realizado una visita pastoral a la península Arábiga, cuna del islam.

En un país donde la fe musulmana es la religión oficial del Estado, la blasfemia un delito y la apostasía castigada con la muerte, una multitud proclamó su ­creencia cristiana en idiomas europeos, tagalo y lengua india konkani en el Zayed Sports City Stadium.

En todos los actos de Abu Dabi participó Ahmed el Tayeb, gran imán de la mezquita Al Azhar de El Cairo, el mayor centro académico del islam suní, y con quien Francisco se ha reunido cinco veces.

Tras las complicadas visitas a Chile e Irlanda por los escándalos de pederastia del clero, la visita al emirato fue un bálsamo para su pontificado y el prestigio diplomático de la Santa Sede. Pero hay una diferencia insalvable entre un régimen teocrático semitolerante y un pluralismo religioso real.

El wahabismo es mayoritario en EAU, aunque en versión moderada. Según el censo de 2005, de los 9,1 millones de habitantes, un 76% es musulmán, 13% cristiano (incluido un millón de católicos, la mayoría inmigrantes filipinos e indios) y un 15% hindúes, judíos, budistas o sijs.

Solo los ciudadanos (11%) pueden comprar tierras, por lo que las autorizaciones para construir templos no islámicos son escasas. La libertad de culto es privada y sujeta a las interpretaciones coránicas. La exhibición pública de símbolos religiosos no islámicos como cruces está prohibida. Los Hermanos Musulmanes están proscritos y sus miembros son castigados bajo las draconianas leyes antiterroristas. Sin embargo, en medio de un vecindario inhóspito, en EAU se celebran la Navidad, el año nuevo chino y fiestas hindúes, muy populares entre las comunidades inmigrantes.

Mohamed bin Zayed al Nahyan, príncipe heredero y gobernante de facto de sus siete emiratos, proclamó 2019 el “año de la tolerancia”, en conmemoración del 800 aniversario del encuentro, en medio de una cruzada, entre Francisco de Asís y el sultán egipcio Al Malik al Kamil.

El Consejo de Ancianos Musulmanes emiratí se ha especializado en el diálogo interconfesional. En vísperas de su visita, el Papa elogió a EAU por su intento de convertirse en un “modelo de coexistencia de culturas”. Sin embargo, el país es firme aliado de Arabia Saudí en la guerra de Yemen, cuyas comunidades cristiana y judía han sido aniquiladas. Solo un 4% de la población de Oriente Próximo es cristiana, frente al 20% de hace un siglo.

El éxito de la visita de Francisco a EAU podría revitalizar la confianza de la Santa Sede en sus propias facultades mediadoras. Mediación que va a necesitar sobre todo en Venezuela, donde muchos fieles le reprochan su alejamiento del episcopado venezolano, que ha respaldado a Juan Guaidó.

En 2016, Francisco fue “facilitador” de un fracasado diálogo entre el régimen y la oposición. El Vaticano no puede permitirse repetir ese error. El Papa ha dicho que respaldar a un bando u otro sería una “imprudencia pastoral” de su parte que podría hacer más daño que bien.

Según diversas fuentes, la diplomacia vaticana está sondeando la posibilidad de dar una salida a Nicolás Maduro, similar a la que Juan Pablo II dio en Polonia al general Jaruzelski, que dejó el poder tras los Acuerdos de la Mesa Redonda de 1989.

El Vaticano no rompe nunca relaciones con ningún país y se mantiene en equilibrio para canalizar un diálogo cuando sea oportuno, un método que el secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, exnuncio en Caracas, describe como una “neutralidad positiva”.



Jamileth