Ciencia y Tecnología

La impresión en 3-D llega a los hogares

2014-06-30

La Replicator Mini aún tiene aspectos que mejorar, y considerando el barullo alrededor de la...

Geoffrey A. Fowler, The Wall Street Journal

¿Recuerda lo primero que imprimió en su vida? Yo hice un boletín informativo familiar, tarjetas de cumpleaños y letreros con un programa llamado The Print Shop. Lo que hacía que una impresora fuera útil en el hogar era evidente: todos podían publicar algo.

Ahora ingresamos en la era de máquinas que pueden convertir ideas en objetos tangibles.

Para usos industriales, la promesa de la impresión 3-D ya se conoce bien. Es capaz de producir válvulas cardíacas a medida y partes de motores de avión. Pero ahora se está volviendo personal: la empresa MakerBot acaba de comenzar a vender una impresora 3-D que es fácil de usar y cuesta menos de US$1.400 en Estados Unidos.

La impresión en 3-D llegó al hogar: con qué vamos a imprimir no es tan obvio.

¿Una impresora 3-D es como una tienda infinita en su escritorio? (¡Nunca tendrá que volver a comprar un peine!). ¿Es una fábrica de piezas de Lego perdidas? Estuve usando dos modelos de MakerBot, incluido el nuevo modelo inicial Replicator Mini, en un intento de entender por qué alguien podría necesitar una.

Imprimí decenas de objetos pequeños de plástico: destapadores de botellas, cadenitas que se materializan ya unidas, e incluso un juguete. Sin embargo, no encontré una gran aplicación práctica que convierta a una impresora 3-D en un electrodoméstico indispensable. Se desilusionará si espera justificar el precio de un MakerBot Mini con menos viajes al supermercado.

Pero lo positivo del Replicator Mini es una combinación de hardware y software que convierte a la impresión 3-D en muy accesible. MakerBot se dio cuenta de que pocas personas tienen experiencia en diseño en 3-D. Así que mejora su impresora con una tienda al estilo de iTunes para descargar objetos que se pueden imprimir, una aplicación —también llamada PrintShop— para diseñar artículos y una comunidad activa que sigue dándole al consumidor motivos para fabricar cosas.

Varias otras empresas nuevas están comenzando a vender impresoras 3-D accesibles, como la Cube 3 de 3D Systems, que cuesta US$1.000, y la Da Vinci de XYZprinting, a US$500. Pero la Replicator Mini de MakerBot es el mayor paso hasta ahora que da la impresión 3-D hacia el consumo masivo, ya que tiene éxito al permitirle a casi cualquier persona crear algo.

La Replicator Mini aún tiene aspectos que mejorar, y considerando el barullo alrededor de la impresión 3-D conviene moderar las expectativas. Es una versión reducida de las máquinas de prototipos rápidos usadas por ingenieros y arquitectos. Se pueden imprimir cosas hasta del tamaño de una taza de café: 25 centímetros cuadrados y 12 centímetros de alto. También hay una limitación en el material, que es un plástico rígido como la tapa de una botella de gaseosa. La impresora funciona como una pistola de pegamento muy precisa, al calentar el plástico a más de 200 grados centígrados y luego producir las partes.

El Replicator Mini funciona con la red de Wi-Fi, y recibe instrucciones de una computadora o un iPad. Es más confiable que modelos previos y se deshizo de pasos molestos como nivelar el plato donde se imprimen los objetos.

Las partes del Replicator Mini hacen mucho ruido, aunque la empresa dice que una actualización debería disminuir la bulla. Observar cómo despliega líneas de plástico es toda una experiencia, aunque un peine de bolsillo toma una hora.

Algo que me gustaría cambiar de inmediato en el Replicator Mini es la molestia de cargar su plástico, llamado filamento. MakerBot y terceros lo venden enrollado como alambre, y el usuario debe insertarlo en una parte de la máquina, que en mi caso se atascó varias veces. La empresa trabaja en una actualización de software para el proceso de carga y descarga que debería solucionar el problema.

Una vez que pone en funcionamiento el Replicator Mini, lo acosa la pregunta existencial de la impresión 3-D: ahora que puedo fabricar cualquier cosa, ¿qué debería hacer?

Comencé con elementos prácticos: un exprimidor de limón, un peine, principalmente modelos compartidos gratis en la comunidad en línea de MakerBot. Pero los artículos pequeños para el hogar se acaban pronto.

Y no prevea que los costos de impresión sean menores que los del supermercado. Dos peines de bolsillo cuestan US$2,69 en línea en EE.UU. Imprimirlos en un Replicator Mini requiere de un patrón libre, dos horas de impresión y unos US$1,65 en plástico. Hace falta imprimir unos 3.000 peines para recuperar los US$1.375 que cuesta la impresora.

El valor de una impresora 3-D es la cantidad de cosas que puede crear con unos cuantos clics del ratón. En su tienda en línea, MakerBot vende juguetes y patrones únicos que diseñó la empresa, junto con contenido con licencia, como Sesame Street.

MakerBot le ayuda a diseñar sus propios objetos 3-D con la aplicación PrintShop para iPad. Lo que más me sorprendió fue lo fácil que fue darle rienda suelta a mi creatividad, gracias a un mundo creciente de software que puede usar el MaketBot como su destino final. Las impresoras 3-D sin dudas se volverán más baratas y mejores. Pero comprar una Replicator Mini hoy le dará un asiento de primera fila en experiencias nuevas que recién comenzamos a imaginar.



EEM

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