Calamidades

El Inframundo mexicano

2016-05-04

Después, hacia los cerros donde decenas de mujeres y hombres agachados escarban las...

Por José Gil Olmos, APRO

Hace algunos años, quizá una década, nadie se imaginaba el infierno dantesco que hoy vivimos y que lamentablemente se ha tornado para muchos en algo normal.

En el inframundo mexicano de hoy tenemos escenas grotescas, propias del cine gore y que no se ven en ninguna parte del mundo, incluidos los países que han sido gobernados por dictadores de mala sangre.

En un solo día o por la noche podemos ver cuerpos mutilados, fosas clandestinas regadas por cerros, montañas y hasta en patios de casas, niños sicarios que cobran unos cuantos pesos por asesinar a alguien, adultos embrutecidos por la drogas capaces de desaparecer a cientos en tambos llenos de ácido, niñas y mujeres ejecutadas a plena luz del día, pederastas sonriendo a las cámaras, adolescentes en clases de mutilación de cuerpos, policías y soldados torturando, curas abusando de niños y políticos gobernantes, banqueros y financieros  compartiendo la mesa con los líderes del crimen organizado.

Dante Alighieri tendría que reescribir su poema La Divina Comedia si estuviera una temporada en México describiendo el infierno diario que hoy vivimos.

Pero ya no sería una comedia-poema  la que tendría que escribir porque ya no tendría un final feliz, sino una novela con tintes terroríficos, donde habría de estar la Coatlicue con su falda de cráneos y serpientes como guía del inframundo mexicano.

El viaje de Alighieri por México podría empezar como turista por Acapulco el pasado fin de semana. El infierno tropical del puerto sería el arranque para describir el miedo que pasaron los turistas y habitantes por el enfrentamiento de una hora y media entre pistoleros y policías. Luego, ahí mismo en Guerrero, una visita guiada por la montaña para mirar los campos de amapola trabajados por niños y mujeres con la piel pegada a los huesos como muertos vivientes.

Después, hacia los cerros donde decenas de mujeres y hombres agachados escarban las entrañas de la tierra buscando huesos de sus familiares desaparecidos.

El viaje de Dante podría continuar hacia Morelos, donde no hay día que pase sin asaltos, ejecutados y asesinados por los pueblos indígenas donde las drogas han sustituido al alcohol.

Como si fuera un deporte de alto riesgo, el poeta italiano podría seguir por Veracruz, mirar los cuerpos incinerados del complejo petroquímico de Coatzacoalcos y luego seguir la ruta de los migrantes centroamericanos para contemplar las violaciones a las mujeres, las golpizas a los hombres y jóvenes que son extorsionados por criminales y policías que, al final, son lo mismo.

Posteriormente, podría dirigir sus pasos hacia el Estado de México o hacia Tamaulipas donde la gente ya no sale a la calle o a las carreteras en la noche porque son controladas por hordas motorizadas de criminales que transportan droga, armas e ilegales con la anuencia de policías y militares que les cuidan la retaguardia.

También podría tomar la ruta del pacífico y virar hacia Michoacán, donde los Caballeros Templarios y sus coterráneos del Cartel de Jalisco Nueva Generación cocinan miles de pastillas psicotrópicas que transportan por tierra, mar y cielo hacia Estados Unidos. Lo mismo que el Cartel de Sinaloa o el de Tijuana.

Pero en la nueva obra de Dante ya no habría nueve infiernos, sino decenas porque en cada uno de los rincones del país hay miles de tragedias humanas con pecados como la abulia, la lujuria, la gula, la ira, la envidia, la avaricia y el orgullo convertidos en virtudes públicas entre los gobernantes.

Tampoco sería una divina comedia con un final feliz, pues tendría que contemplar los círculos del infierno en los cuales al final de uno se empieza describiendo el absurdo infernal en que se ha convertido vivir en México en este arranque de siglo.
 



KC
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