Pura Demagogia

Las claves de las elecciones en México: Izquierda y oposición

2017-10-10

Antes de continuar diremos lo que todo mundo sabe, pero que no está de más...

Javier Buenrostro / RT

Antes de continuar diremos lo que todo mundo sabe, pero que no está de más puntualizar para que no se preste a discusiones estériles. En México, como en cualquier parte del mundo, no existe una izquierda, sino que son múltiples y variopintas. Algunas son más progresistas que otras, estas más pragmáticas que aquellas, otras más teóricas que de acción y un largo etcétera. La irrupción y éxito de Podemos en España y su autodefinición como un partido que no es de izquierdas ni de derechas, sino que apela a la mayoría social y a la dicotomía dictadura-democracia también ha refrescado un poco el léxico en la política.

En la actualidad distintos grupos políticos y asociaciones civiles se definen como de izquierda sin que haya coincidencias, ni en planes, ni programas y mucho menos participación política.

- El Partido Revolucionario Institucional (PRI), que desde los años ochenta sigue una agenda neoliberal y se alinea a organismos financieros internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o la OCDE, de igual manera está afiliado a la Internacional Socialista.

- El Partido de la Revolución Democrática (PRD), también miembro de la Internacional Socialista, se ha convertido en comparsa del Partido Acción Nacional (PAN), el instituto político que suele agrupar a la derecha, a los conservadores y a los empresarios, perdiendo cualquier tipo de identidad y rumbo.

- El Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) que encabeza Andrés Manuel López Obrador tiene entre sus filas a antiguos miembros del Partido Comunista (PC), del Partido Socialista Unificado de México (PSUM) o del Partido Revolucionario de los trabajadores (PRT). También le han manifestado su apoyo distintos sindicatos y agrupaciones civiles de carácter social y popular. Se le ha criticado recientemente la incorporación de varios empresarios y directivos ligados a los medios masivos de comunicación. Los puristas ideológicos suelen hacer alegatos sobre el conservadurismo de López Obrador en algunos temas específicos, sin tener en cuenta que el progresismo en ciertos temas no te hace de izquierda si mantienes toda la política neoliberal que ha dañado a los mayores sectores de la población.

Lo que es cierto es que López Obrador no es de izquierda discursivamente hablando. En la mayoría de los discursos e incluso en su último libro '2018: La Salida. Decadencia y Renacimiento de México' es muy difícil encontrar la palabra izquierda de manera concreta. En vez de esta categoría política, López Obrador ha hecho referencia a dos categorías distintas de manera reiterada: lo nacional y el pueblo. López Obrador no reivindica ni esquemas, ni teóricos de izquierda o socialistas como lo pudieron hacer Fidel Castro o Hugo Chávez, sino que se mueve en los ejes de lo nacional-popular, muy similar a lo que hizo Lázaro Cárdenas y a quien López Obrador hace referencia constantemente.

Algo que lo vuelve a diferenciar de las políticas de Cuba o Venezuela es que López Obrador no tiene un discurso anticapitalista o socialista. El centro de la agenda de López Obrador ha sido por años, quizás décadas, el de la corrupción y contra la economía neoliberal. Propiamente, la bandera anticorrupción no es de carácter ideológico, ya que entra en la agenda de todos los partidos políticos y todos los sectores, hasta el empresarial, aunque en la mayoría es un discurso vacío y hueco porque algunos de quienes lo critican en el sector empresarial o la derecha han sido también de los principales beneficiados de los negocios entre políticos y empresarios.

En el horizonte de régimen político López Obrador no proviene de un pasado guerrillero como otros líderes latinoamericanos (Raúl Castro, Daniel Ortega, Pepe Mujica, Álvaro García Linera) o de un pasado castrense (Hugo Chávez). Para López Obrador la disyuntiva es entre dictadura y democracia. Lo mismo que para Podemos. Pero la inspiración no es el organismo político español, sino el programa del Partido Liberal Mexicano (PLM) que se publicó en 1906. Ricardo Flores Magón, uno de sus autores, es una de las referencias e influencias más visibles en López Obrador junto a Benito Juárez y a Lázaro Cárdenas. Fuera de las fronteras mexicanas, la única figura internacional a la que suele hacer referencia López Obrador es a Salvador Allende.

Por otra parte, AMLO hace constantes referencias a la ética y moralidad en una sociedad que privilegia el dinero como valor supremo. Habla de una regeneración moral y de volver a formas de convivencia colectivas que permitan el bien común en vez del éxito material e individual. La regeneración moral de López Obrador responde a una ética cristiana y no a ideas socialistas del hombre nuevo del 'Che' Guevara y el bien común y la convivencia colectiva no es heredera del comunismo o del socialismo, sino del universalismo cristiano. La moral de López Obrador abreva en el mismo manantial del cual se alimentó la propuesta de ética de la liberación de Enrique Dussel, también asesor en MORENA.

Así, el proyecto político de López Obrador no es el de una izquierda educada ni en el marxismo ni el socialismo clásico (Cuba, Venezuela), ni tampoco de la organización política sindical (Bolivia, Brasil). Igual que en algún momento en el PRI posrevolucionario convergieron liberales, socialistas y nacionalistas, así el proyecto de López Obrador es de carácter nacional-popular donde convergen exguerrilleros, sindicalistas y socialistas, así como liberales, demócratas-cristianos y empresarios nacionalistas. Lázaro Cárdenas es el ejemplo y la influencia más claros al respecto. López Obrador nunca ha buscado solamente el voto solo de la izquierda o implementar un gobierno que responda a esa corriente política, sino que ha buscado la construcción de la mayoría social, hablándole a todos los sectores sociales y principalmente a los excluidos de las políticas neoliberales. López Obrador es un personaje antisistema más que uno de manual de izquierda.

Las dos elecciones más recientes que hubieran podido significar un cambio de régimen y que se resolvieron con múltiples irregularidades de carácter fraudulento han representado no solo el voto de la izquierda, sino en general un voto antisistema. Tanto en 1988 como en el 2006 no se votó solo por la izquierda ni exclusivamente por los personajes; en ambas ocasiones hubo mucha gente que sin identificarse con la izquierda votó por considerar que encabezaban, en alguna medida, opciones distintas al régimen. Tanto el neocardenismo como el lopezobradorismo lograron crecer más por sus elementos antisistema, que por su condición de izquierda. Para tener éxito en el 2018 López Obrador no debe apelar al voto de la izquierda, bastante acotado ideológicamente, sino a un voto antisistema en el que se vea reflejada la mayoría social.

Las posibilidades estratégicas y de triunfo serán discutidas en la siguiente entrega.



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