Reportajes

¿Un banquero codicioso nace o se hace?

2014-11-26

Para ello se sirvieron del viejo juego del

Por Tomas Burmeister

ZÚRICH (dpa) - "La codicia es buena", afirmaba Michael Douglas cuando encarnó al nada escrupuloso empresario Gordon Gekko en el clásico de Oliver Stone "Wall Street" (1987). Pero cuando en la vida real Kweku Adoboli, agente de la sociedad de inversión UBS, tuvo que enfrentarse a la Justicia en 2012 por una acusación de fraude relacionada con pérdidas millonarias, se le ocurrió otra excusa diferente: sólo actuaba en interés del banco.

Ahora, su tesis acaba de ser avalada por un estudio de la Universidad de Zúrich recientemente publicado en la prestigiosa revista "Nature": a nivel privado, los empleados de la banca no son menos honrados que el resto de trabajadores, pero en el ejercicio de sus labores "la cultura empresarial de la banca favorece implícitamente un comportamiento deshonesto".

"Adoboli formaba parte de un sistema", comentaba en su día el diario suizo "Basler Zeitung". Un sistema "en el que ganar dinero a casi cualquier precio es más importante que atenerse a las aburridas normas". Pero, ¿significa eso que exista un tipo de personas inclinadas por naturaleza a la codicia, o es ésta consecuencia del trabajo al que se dedican?

Esa fue la pregunta que se planteó el equipo de investigadores de la Universidad de Zúrich, situada a pocos metros del centro banquero suizo: la famosa Paradeplatz. Y para ello realizaron un experimento con unos 200 empleados: 128 pertenecientes a un gran banco internacional -que no mencionan- y 80 a pequeñas entidades financieras.

Para ello se sirvieron del viejo juego del "cara o cruz", con el que la probabilidad de acertar es siempre del 50 por ciento. Los participantes serían recompensados con 20 dólares por cada predicción correcta, de manera que al tener diez intentos, el máximo que podían ganar era 200 dólares. Sin embargo, para cobrar el dinero el resultado de un participante tenía que ser igual o superior al de la media.

"Introdujimos este elemento para reflejar la competitividad en el sector bancario", explicaron los investigadores liderados por el profesor Michel Maréchal, del Instituto de Economía. Además, a los participantes se les transmitió la impresión de que, como sucede muchas veces en la vida real, la información sobre sus resultados no se cotejaría.

Los participantes -que llevaban de media 11,5 años trabajando en el sector de la banca- fueron repartidos al azar en dos grupos: a los de uno se les hizo creer que era puro ocio, mientras que los del otro tuvieron que realizar un cuestionario en el que se les preguntaba por su trabajo y las normas de comportamiento vinculadas a éste.

El resultado: en el primer grupo se registraron un 51,6 por ciento de predicciones correctas, un resultado ligeramente superior al estadístico. En el segundo, en cambio, el porcentaje fue "significativamente superior": del 58,2. Lo que significa que muchos mintieron sobre los resultados que obtuvieron.

Según Maréchal, el experimento apunta a que "en el sector bancario, las normas sociales toleran los comportamientos deshonestos y, con ello, contribuyen a la pérdida de reputación de los bancos". El mismo experimento pero realizado con dos grupos de empleados de otros sectores no tuvo como resultado diferencias tan grandes ni intentos de fraude como en el caso del sector bancario.

Ante esta evidencia, los investigadores aconsejan a la banca cambiar su cultura empresarial en cuanto a los comportamientos deshonestos, "pues la confianza de la población en el comportamiento de los empleados del sector es de suma importancia para la estabilidad a largo plazo de la industria financiera".

Según el coautor del estudio Alain Coh, los banqueros deberían tomar como ejemplo el juramento hipocrático de los médicos y someterse a un compromiso ético propio. Además, en lugar de bonificaciones a los beneficios sería bueno pagar incentivos financieros a los comportamientos moralmente intachables.

La científica Marie Claire Villeval, de la Universidad francesa de Lyon, recomendó además en el artículo de "Nature" utilizar el método del cara o cruz con los políticos. De este modo se podría averiguar si su honestidad disminuye cuando ven la posibilidad de obtener en secreto alguna ventaja política, algo sobre lo que la opinión pública ya tiene sus propias conclusiones.



EEM