Internacional - Política

La ultraderecha de Le Pen triunfa en Francia y anula a los socialistas

2014-05-25

En 2009, Francia eligió 72 diputados, hubo un 40,6% de participación, y el partido...

MIGUEL MORA, El País

Los sondeos a pie de urna en Francia ampliaban anoche las peores previsiones de los grandes partidos. Con un ligero aumento de la participación, que llegaría al 43%, las encuestas sitúan como primer partido al Frente Nacional de Marine Le Pen, que alcanzaría el 25% de los votos, frente al 20% de la UMP y el 14% del Partido Socialista, lo que de confirmarse colocaría ante los socialistas en el nivel más bajo de su historia.

En 2009, Francia eligió 72 diputados, hubo un 40,6% de participación, y el partido más votado fue la UMP, de centroderecha, que obtuvo 4,8 millones de votos, el 27% y 29 escaños, frente al 16,4% de los socialistas (2,8 millones de votos, 14 diputados) y el 16,2% de los Verdes (también 14).

Las listas del FN lograron hace cinco años un millón de votos, el 6,7% del total, y tres europarlamentarios. Los sondeos estiman que el partido de Le Pen pasaría a tener entre 23 y 25 diputados en el Parlamento Europeo, un tercio de los 74 que tiene Francia.

El resultado no solo golpeó a los socialistas, también el primer partido de oposición, la derechista UMP, que pasaría de los 29 escaños de 2009 a tener entre 18 y 21. La ola bleue marin' se lleva también por delante a Los Verdes, que perderían ocho de sus 14 diputados.

De confirmarse, el escrutinio supondría un espaldarazo monumental para Marine Le Pen, que lograría la primera victoria a escala nacional de su partido con su renovado discurso patriota, xenófobo y populista.

A las 20.28, Marine Le Pen fue la primera líder en comparecer en televisión; en una corta alocución, muy institucional, pidió al presidente de la República que tome "las disposiciones que se imponen para que la Asamblea Nacional represente al pueblo". La frase es una llamada a disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones legislativas.

Le Pen elogió "el inmenso deseo de libertad del pueblo francés" y exigió al Gobierno que haga "una política para los franceses, que no sea dirigida desde fuera por comisarios que no se han sometido al sufragio universal, y que defienda los intereses y la identidad de Francia".

La presidenta del partido de ultraderecha agradeció a los votantes "el honor" de haberla convertido en vencedora, y afirmó que los electores "habían castigado duramente a los partidos de la renuncia". Tras acusar a los partidos de Gobierno de haberse "rendido a la oligarquía financiera", dijo que el resultado francés "anticipa una ola soberanista en Europa".

Le Pen ha puesto al día el partido fundado por su padre en 1974 mezclando propuestas clásicas de la ultraderecha como el cierre de las fronteras comerciales y el férreo control de la inmigración, con proclamas de un antieuropeísmo primario e ideas proteccionistas que también abraza la extrema izquierda.

Su campaña ha actualizado el mensaje del FN quitándole una parte de su impresentable carga xenófoba y racista, aunque el octogenario fundador no pudo evitar esta semana una de sus bromas pesadas en el mitin de Marsella al afirmar que "el señor Ébola podría arreglar el problema demográfico de África".

Su hija ha preferido dibujar a los dos grandes partidos como unos peleles que adoptan sin rechistar "las recetas neoliberales de Bruselas", y ha presentado a la UE como la fuente de todos los males franceses con eslóganes fácilmente comprensibles: "Cero empleo, cero crecimiento", "feudo de burócratas y tecnócratas". ..

La ironía es que este nuevo FN, bastante más articulado que el anterior, ha contribuido mucho más que sus apagados rivales a subrayar la importancia del voto en las elecciones europeas, y es el único que ha propuesto un verdadero debate de ideas sobre el futuro de la UE y del euro, y sobre la influencia que el pensamiento único neoliberal ejerce sobre la vida de los ciudadanos.

Con una intención más didáctica que demagógica, algunos candidatos del FN han impartido en sus mítines sesudas conferencias sobre las consecuencias que tendrá para la economía francesa el tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Europa, mientras socialistas y conservadores miraban hacia otro lado.

El resultado de Marine Le Pen, indiscutible estrella emergente de una clase política cada vez más alejada de la calle y diezmada por los escándalos de corrupción, por su complicidad con la prensa y por el estilo aristocrático que caracteriza a la casta bipartidista francesa, supone un nuevo y colosal revés para François Hollande, y el primer revolcón serio para el primer ministro, Manuel Valls, que ha sido el rostro visible de los socialistas durante la campaña.

Las críticas internas de los socialistas por la debacle más que anunciada no tardaron en salir a la luz. El 14% de los votos es una cifra irrisoria, la peor de su historia, para el partido que hace solo dos años ganó las presidenciales y las legislativas. Manuel Valls salió a la palestra poco después de Marine Le Pen con un discurso grabado y leído. En tono grave y circunspecto, Valls calificó el resultado como "un seísmo para todos los responsables políticos".

El primer secretario del PS, Jean-Christophe Cambadélis, afirmó que "se trata de un día sombrío para Francia y Europa", señaló que las políticas europeas han alejado a los franceses de Europa, y advirtió que "sin una política de crecimiento, empleo y transparencia política, la Unión Europea se deshará". Cambadélis enfatizó que "todos los partidos bajan, salvo el Frente Nacional", y concluyó que "Francia entra en una zona donde todo es posible". La retórica recordó mucho a la empleada por los partidos en 2002, cuando el Frente Nacional se coló en el segundo turno de las presidenciales. Y ese es, sin duda, el nuevo objetivo de Marine Le Pen.



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