Internacional - Política

La guerra de los Le Pen acaba con la luna de miel en la ultraderecha

2015-04-13

Marine Le Pen gobierna desde 2011 con puño de hierro el Frente, al que ha conseguido...

Enrique Rubio

París, 12 abr (EFE).- La guerra desatada en la familia Le Pen, alma de la ultraderecha francesa, amenaza con fragmentar al Frente Nacional (FN) y dañar sus perspectivas electorales, aunque no son pocos quienes piensan que podría contribuir a liberar al partido de su pasado más oscuro.

Marine Le Pen gobierna desde 2011 con puño de hierro el Frente, al que ha conseguido convertir en una opción política a la altura de los partidos conservador y socialista, rompiendo de facto el bipartidismo tradicional francés.

Mientras Marine consolidaba lo que en Francia se ha llamado "desdemonización" del FN, su padre Jean-Marie, fundador y presidente de honor del partido, ha seguido su propia senda provocadora y mordaz, con guiños continuos al antisemitismo y la xenofobia.

Este semana, la líder del Frente -favorita en las encuestas para las elecciones presidenciales de 2017- decidió intervenir, harta de sus exabruptos: convocó a su padre a un "proceso disciplinario" ante el comité ejecutivo y anunció que no lo apoyará como candidato en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul en los comicios de fin de año.

El patriarca, lejos de inclinar la cerviz, anunció que comparecerá ante la Ejecutiva "no solo para defenderse, sino también para atacar", y acusó a su hija de querer "dinamitar el partido".

La batalla, larvada mucho tiempo, encierra algunas claves como la desconfianza que siente Jean-Marie hacia la guardia pretoriana de Marine, compuesta entre otros por elementos antiguamente cercanos a la izquierda soberanista como el "número dos" del partido, Florian Philippot.

El riesgo de escisión, con la que coquetea el veterano ultraderechista, está presente.

Pero fiel a su vocación polemista y presto como siempre a sembrar el desconcierto en sus filas, Jean-Marie Le Pen, de 86 años, abrió hoy una posible vía de salida a la crisis.

En declaraciones al diario "Le Journal du Dimanche", insinuó que su nieta, Marion Maréchal Le Pen, auténtico mirlo blanco del Frente y guardiana de su esencia ultraderechista, podría reemplazarlo en las regionales.

"Si yo no fuese candidato, no veo a nadie más que a Marion. No hay ninguna otra personalidad que tenga tanta notoriedad en el seno del Frente Nacional para esta región", dijo.

Su decisión, agregó, se dará a conocer mañana, aunque no cierra la puerta a encabezar una lista alternativa.

Es improbable que el expediente disciplinario abierto por la dirección del partido acabe en su expulsión. No en vano, el FN ha sido durante décadas el juguete de Jean-Marie y todavía conserva lealtades inquebrantables.

Sin embargo, sus palabras de hoy habrán sido recibidas con alivio por Marine, que ha reconocido que la disputa familiar también le afecta personalmente, "como hija y como militante".

Las salidas de tono de Jean-Marie parecen haberse convertido en un lastre no solo para su hija: tres de cada cuatro simpatizantes del FN ven al patriarca como un hándicap y dos de cada tres abogan por su salida, según una encuesta de la casa Ifop publicada hoy por el diario "Dimanche Ouest France".

Muchos miembros de base en el partido consideran que cortar su cordón umbilical con el pasado más intolerante y radical beneficiaría a largo plazo a su capacidad de atraer más votantes.

Sin embargo, la líder del Frente Nacional deberá lidiar en paralelo con otras crisis, como la que acecha en los tribunales.

Marine Le Pen está siendo investigada junto a dos de sus más estrechos colaboradores, el eurodiputado Nicolas Bay y el senador David Rachline, por la supuesta financiación ilegal de sus campañas electorales, según reveló esta semana el diario "Le Monde".

Los jueces sospechan que Le Pen pudo haber pagado los salarios de estas dos personas a través de una empresa pantalla, Riwal, camuflados como donaciones a la campaña.

El Frente Nacional, que irradiaba optimismo tras ser el partido más votado de Francia en las elecciones europeas del año pasado, vive un tiempo convulso, más aún tras haber perdido esa condición en los recientes comicios departamentales en beneficio del centro-derecha.

Se trata, en suma, de la primera gran prueba para el liderazgo de Marine Le Pen, que durante sus cuatro años de presidencia había conocido sobre todo días de vino y rosas.



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