Internacional - Política

Miedo a la inmigración impulsa el voto populista en Holanda

2017-03-10

Cuando el cocinero sale de su ordenado y tranquilo barrio junto al puerto de La Haya y recorre unos...

Por JOHN LEICESTER

LA HAYA, Holanda (AP) — El hecho de en Duindorp haya pocos inmigrantes forma parte de su encanto para Willem van Vliet, que sirve crujientes croquetas de langostinos y otros platillos holandeses en su bar de pescado "Willem and Toet".

Cuando el cocinero sale de su ordenado y tranquilo barrio junto al puerto de La Haya y recorre unos pocos kilómetros (millas) hasta barrios de la ciudad con más diversidad cultural, no ve una Holanda enriquecida por la inmigración, sino devastada por ella.

"Ha venido demasiada gente a Holanda sin educación, sin experiencia laboral, y sólo vienen aquí a por dinero del gobierno", dijo. "Ya basta".

Opiniones como esa hacen de Duindorp uno de los epicentros de la oleada populista que inunda Europa, irrumpiendo en su política y enturbiando su futuro. Las elecciones holandesas del miércoles, que preceden a las presidenciales de este año en Francia y los comicios en Alemania, serán un barómetro sobre si la tormenta gana fuerza.

El fantasma de oleadas incontroladas de inmigrantes que no comparten la herencia cristiana de Europa es el principal argumento de las combativas propuestas de ultraderecha de Geert Wilders en Holanda y Marine Le Pen en Francia. Enarbolan argumentos contra el islam y los inmigrantes, y se les acusa de hacer que las opiniones xenófobas vuelvan a verse como algo normal.

Para sus seguidores, simplemente dicen las cosas como son.

De los 17 millones de habitantes en Holanda, algo más de uno de cada cinco tiene raíces fueras del país, y unos 850,000 son musulmanes. Paradójicamente, la hostilidad contra los migrantes es en ocasiones más fuerte en las regiones donde no hay muchos.

En Duindorp no hay mezquitas y viven pocos musulmanes. Sus miles de habitantes son en su gran mayoría blancos, la mayoría nacidos en la zona.

Sin embargo, Duindorp es territorio de Wilders. Cuando su Partido por la Libertad sufrió un revés en las últimas elecciones parlamentarias, en 2012, este barrio se resistió a la tendencia. En el centro comunitario que sirve de centro de votación, a donde acuden los jubilados por los billares y la compañía, 352 personas votaron por Wilders, más que por los dos mayores partidos del país juntos.

Leo Pronk, líder comunitario de Duindorp, dijo que Wilders atrae a los votantes que "no saben" con su programa de "desislamizar Holanda", prohibir el Corán y la inmigración de países musulmanes y cerrar las aproximadamente 475 mezquitas del país.

"Wilders dice lo que quiere oír la gente con poca educación... 'Los inmigrantes nos quitan el trabajo, violan a nuestras mujeres''', comentó Pronk, que no vota a Wilders.

El islam es relativamente nuevo en Holanda, pero se ha expandido al tiempo que cada vez más holandeses nativos abandonan la religión. La mezquita más antigua del país, en La Haya, se construyó en 1955.

Su imán, Naeem Ahmad, rechazó el programa de Wilders como "no posible".

La comunidad musulmana está prosperando, señaló. La mezquita de Mobarak recibe tarjetas de felicitación de Año Nuevo de sus vecinos holandeses. Antes de que el GPS fuera algo habitual, la gente acompañaba hasta la puerta a los fieles que no encontraban el edificio.

"¿En qué otro país ocurriría eso?", preguntó. "La mayoría de la gente en Holanda sigue siendo muy progresista, muy hospitalaria".

Entre los simpatizantes de Wilders también hay personas adineradas, como la tripulación del Maarten-Jacob. Los tripulantes de esa embarcación de arrastre ganan hasta 8,000 euros (8.450 dólares) al mes por cabeza pescando en el Mar del Norte. De los seis pescadores, cinco tienen previsto votar a Wilders, a pesar de que su plan de sacar a Holanda de la Unión Europea podría perjudicar a la industria pesquera, ya que probablemente limitaría su acceso a aguas europeas.

"El islam es muy peligroso", dijo el capitán, Jan de Boer. "Estoy muy asustado y lo digo en serio, de verdad".

El miedo va en dos direcciones.

Los inmigrantes y sus hijos nacidos en Holanda se cuestionan su lugar en un país antes famoso por su tolerancia.

"La Holanda en la que nací no es la Holanda en la que vivo hoy", dijo Sylvana Simons, de 46 años y que tiene raíces en Surinam.

"Nos dijimos a nosotros mismos, y queríamos creer con desesperación, y lo creímos, que éramos el país más tolerante del mundo", dijo la expresentadora de televisión. "Ha resultado no ser suficiente".

Latif Boujada, de 36 años, nació en La Haya de padres marroquíes. Tiene un puesto en un mercado y dice que ya no se siente a gusto en ninguno de los dos países. Vende libros para aprender árabe, grabaciones del Corán y otros objetos musulmanes.

Su padre llegó al país en la década de 1970 para trabajar en la industria textil.

"Los holandeses no querían hacer los trabajos sucios. Nosotros ayudamos a hacer rico al país. Ahora quieren que nos volvamos", dijo Boujada.

Sin embargo, añadió desafiante: "No nos vamos a ningún sitio. Nos quedamos".



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