Internacional - Política

Voy a encabezar una derecha moderna: Sebastián Piñera

2017-11-17

Según todos los pronósticos, el empresario de derecha y expresidente Sebastián...

Pascale Bonnefoy, The New York Times

SANTIAGO — Según todos los pronósticos, el empresario de derecha y expresidente Sebastián Piñera obtendrá el mejor resultado en las elecciones de este domingo, cuando los chilenos acudan a las urnas para elegir al sucesor o sucesora de Michelle Bachelet, que termina su mandato en marzo de 2018.

Las encuestas favorecen a Piñera, quien gobernó entre 2010 y 2014, con más de 40 por ciento de las preferencias de voto, pero sin alcanzar la mayoría absoluta que evitaría una segunda vuelta electoral en diciembre. Se prevé una alta abstención si continúa la tendencia a la baja en casi todas las elecciones desde el retorno a la democracia en 1990, que en la última presidencial de 2013 alcanzó a más de 50 por ciento del electorado.

Se postulan ocho candidatos de un amplio abanico ideológico. La coalición de partidos de gobierno llega dividida a estas elecciones con dos candidatos, al igual que la oposición de derecha. Pero pocos dudan que de esos dos bloques surgirán los principales contendores para la elección definitoria el 17 de diciembre: Piñera, de 67 años, y el periodista de centro-izquierda Alejandro Guillier, de 64 años.

Bajo el lema “Tiempos mejores”, Piñera ha basado su campaña en prometer mayor crecimiento económico, empleos y seguridad, al argumentar que las reformas del gobierno de Bachelet en materia tributaria, laboral y educacional han ahuyentado la inversión y engrosado el gasto público excesivamente. Ha prometido un plan de austeridad y reducir “la grasa del Estado” (sin especificar dónde ni cómo), subir las pensiones sin tocar la esencia del actual modelo privado de seguridad social y cambios tributarios para incentivar la inversión.

El martes 14 de noviembre The New York Times entrevistó a Piñera en su oficina de la Fundación Futuro, una asociación sin fines de lucro en el área de la educación dirigida por él y dos de sus hijos. Sin desviarse mucho de los puntos clave de su campaña, Piñera reafirmó su diagnóstico lapidario sobre el actual gobierno y dejó entrever una marcha atrás en sus reformas. Aquí les presentamos fragmentos editados de la sesión de preguntas y respuestas:

Según el candidato Alejandro Guillier, si usted es electo sería “catastrófico” para el país, y si uno escucha a quienes lo apoyan a usted, todo lo que hizo el actual gobierno está mal hecho. ¿Qué hay en juego en estas elecciones?

Mi diagnóstico es simple. Chile no está en crisis, pero se está perdiendo una tremenda oportunidad. Chile no es Venezuela, que está al borde del abismo. Chile tiene muchas fortalezas, pero no está aprovechando su enorme potencial. Por eso digo que en Chile tenemos un muy mal gobierno y un gran país. Nuestra misión es remplazar democráticamente ese mal gobierno y recuperar nuestro gran país.

¿Hay que rehacer todo?

Naturalmente el gobierno ha hecho cosas buenas. Ha impulsado la agenda de probidad y transparencia, por ejemplo. Pero en lo fundamental lo ha hecho mal. ¿Cómo va a hacer bueno un gobierno que tiene al país estancado en materia de crecimiento, que no está creando buenos empleos, que no mejora los salarios, en que la inversión y la productividad llevan cuatro años cayendo, en que la crisis de la salud no se enfrenta como corresponde, en que no hemos logrado dar un gran salto en calidad de la educación —la madre de todas las batallas—, y en que la delincuencia, el narcotráfico y el terrorismo están creciendo?

La oposición ha culpado las reformas del gobierno de Bachelet por el estado de la economía, pero muchos de los temas hoy en la agenda pública y las reformas en marcha surgieron de las demandas ciudadanas y las movilizaciones durante su anterior gobierno.

El gobierno partió de un diagnóstico equivocado: pensar que los chilenos queríamos pasar una retroexcavadora y destruir lo que ellos llaman el “modelo”, en circunstancias que lo que querían los chilenos era seguir avanzando, perfeccionar el modelo, pero no remplazarlo por una incertidumbre total. Segundo, el gobierno tiene una confusión entre lo que es público con lo que es estatal. Por lo tanto, piensa que porque la educación y la salud son bienes públicos, el Estado tiene que monopolizar toda la acción en esos campos. Tercero, diseñaron las políticas de manera muy improvisada. Y cuarto, la capacidad de gestión ha sido muy pobre. La reforma tributaria ha sido un atentado al crecimiento, a la inversión, a la innovación, al emprendimiento.

Hay decenas de políticos en la derecha y la centro-izquierda que están siendo investigados o ya formalizados por actos de corrupción. Usted mismo ha sido cuestionado por sus inversiones pasadas. Hay un descrédito general respecto de la política, los partidos y las instituciones públicas y se prevé una alta tasa de abstención en estas elecciones. ¿Esto podría producir problemas de gobernabilidad?

Primero, hay que distinguir entre las acusaciones que se hacen en periodos de campaña de las acusaciones validadas por el Poder Judicial. Siempre he recibido ataques —permanentemente— y si el uno por ciento de eso fuera verdad, no estaría aquí.

Pero es verdad, tenemos un grave problema de desconfianza de los ciudadanos en la política, los políticos y las instituciones públicas. Es muy grave porque afecta la gobernabilidad y se puede transformar en una profecía autocumplida. Si todo el mundo piensa que todos los políticos son incompetentes y corruptos, ¿quién va a querer estar en ese club? Para atraer a los mejores hacia el mundo del servicio público, tenemos que confrontar esa situación. Parte es responsabilidad de los políticos que tienen que mejorar sus conductas, ser más serios, transparentes, probos. Otra parte es mejorar las instituciones, y parte tiene que ver con que los ciudadanos sean más comprometidos y participen más y no queden en la vereda de la crítica, sino que entren al campo de las soluciones.

Si usted es electo, ¿qué tipo de derecha va a gobernar este país? Hay un sector de la derecha muy recalcitrante, que es de suponer condicionará su apoyo en segunda vuelta.

Hay de todo en la viña del Señor. Sin duda, yo voy a encabezar a una derecha moderna plenamente comprometida con la democracia, la libertad y los derechos humanos, que cree que la democracia sea lo más vital, transparente y participativa posible, pero que también cree en la economía social de mercado como un gran motor de desarrollo.

Sectores de la oposición buscan retroceder iniciativas como la ley de aborto en tres causales, o el proyecto de ley de matrimonio igualitario, hoy en el Congreso. ¿Está de acuerdo?

Nuestro gobierno promovió el Acuerdo de Unión Civil, que hoy es una ley que permite que a más dos millones de personas que viven en pareja, heterosexuales y homosexuales que no están casados, se les reconozcan sus derechos y se les resguarde su dignidad. Pienso que el matrimonio debe ser entre un hombre y una mujer, pero eso no significa discriminar a otros que quieran vivir en pareja. Pueden tener los mismos derechos, pero no son instituciones idénticas.

¿Entonces no apoyará el matrimonio igualitario? El proyecto de ley no es un compromiso solo del gobierno de Bachelet, sino del Estado de Chile por un acuerdo alcanzado en el marco de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Yo apoyo todo tipo de no discriminación, pero no igualar cosas que son distintas. Lo importante es que un presidente haga lo que cree bueno para su país y lo que contribuye al bien común. Si un gobierno asume un compromiso, otro gobierno puede remplazar ese compromiso por otro.

Las leyes de inmigración datan de 1975, pero Chile está recibiendo flujos cada vez mayores de inmigrantes. ¿Cuál es su propuesta para una política migratoria?

Nuestra legislación es obsoleta y es de un periodo en que casi no teníamos inmigración. Hoy tenemos más de 500,000 extranjeros viviendo en Chile y más de un millón de chilenos viviendo en el exterior. Vamos a modernizar nuestras leyes. Chile siempre ha sido un país acogedor con la inmigración. Debemos abrir las puertas a la inmigración que le hace bien al país, a la inmigración legal, a los que vienen a integrarse a nuestra sociedad y contribuir al desarrollo. Sin embargo, hoy tenemos mucha inmigración que trae narcotráfico, contrabando, delincuencia, trata de personas. Haremos un esfuerzo por cerrar las fronteras a quienes vienen a causarnos daño.

¿De qué manera?

Vamos a pedir más antecedentes a las personas que piden visa y también proteger mejor nuestras fronteras. En nuestro gobierno hicimos el plan Frontera Norte Segura, porque tenemos casi mil kilómetros de frontera con Perú y Bolivia, los dos principales países productores de coca del mundo. Por esa frontera está ingresando mucho narcotráfico y delincuencia. El esfuerzo por proteger esa frontera se ha descuidado. También podemos promover cierta inmigración para suplir algunas carencias que tiene el país, por ejemplo, de médicos especialistas.

¿Considera que Chile debe jugar un papel en resolver la crisis venezolana, y en ese caso, de qué manera?

La democracia, la libertad y el respeto a los derechos humanos no reconocen fronteras. Chile es parte de Unasur, la OEA y Mercosur, que tienen cláusulas democráticas, y tiene la obligación de preocuparse y contribuir a que Venezuela, que hoy es una tremenda dictadura, logre recuperar su libertad, democracia y el Estado de derecho. Me alegro de que América Latina esté reaccionando, porque hasta hace poco tiempo atrás, todos los países de América Latina, salvo excepciones como Chile durante nuestro gobierno, cerraron los ojos y miraron para el lado frente a lo que ocurría en Venezuela. No tenemos demasiados instrumentos dentro del marco del derecho internacional, pero sí podemos aplicar las cláusulas democráticas de organismos regionales para demostrarle a Venezuela que estamos en total desacuerdo con su régimen dictatorial.

El presidente argentino Mauricio Macri recientemente sugirió que Estados Unidos decretara un embargo total a las exportaciones de petróleo de Venezuela. ¿Comparte esa propuesta?

No sé a quién castigaría más ese embargo. Si eso significa más hambre, menos medicamentos en un país que ya está sumido en una crisis humanitaria brutal, creo que el principal damnificado sería el pueblo venezolano.

El presidente Trump favorece políticas proteccionistas y ha manifestado su desdén hacia los organismos internacionales. ¿Cómo visualiza la relación con ese gobierno?

Chile casi siempre ha tenido una muy buena relación con Estados Unidos y compartimos valores sobre la democracia, la libertad y los derechos humanos. Tenemos muchas áreas de interés común, un tratado de libre comercio entre los dos países y una alianza estratégica con California y Massachusetts. No nos gusta un Estados Unidos que siga la línea proteccionista. Pienso que es malo para Estados Unidos, sus socios y el mundo entero. Nos gustaría que Estados Unidos volviera a ser un país que cree en el libre comercio y que lo fomente.



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