Migración

Últimos deportados mexicanos de Obama, un trago amargo y un futuro incierto

2017-01-19

Varios de los repatriados se alejaban hoy a toda prisa de los focos, cubriéndose el rostro...

Martí Quintana

México, 19 ene (EFE).- Este jueves llegaron al aeropuerto de la Ciudad de México los últimos deportados mexicanos de la Administración de Barack Obama en un viaje repleto de sentimientos contradictorios que supone el fin, o un incierto paréntesis, a su sueño americano.

"Me siento feliz por regresar a casa, pero muy triste porque dejo a mi familia en Estados Unidos", explicó a los medios de comunicación Adrián Ponce, oriundo de la Ciudad de México y residente en Nueva York desde hacía 12 años, donde trabajaba en el mercado de frutas.

De 53 años, Ponce tiene a su esposa, hijos y nietos en Estados Unidos, y fue detenido cuando al salir de trabajar -su horario habitual era de 8 de la noche a 6 de la mañana- le confundieron "con un borracho" que provocaba altercados en la zona, aseguró.

Él es una de las 135 personas que llegaron hoy a la capital luego de ser deportados por el Gobierno estadounidense, siendo los últimos que regresan a su patria en la Administración de Obama (2009-2017), quien este viernes cede la Presidencia al republicano Donald Trump.

En 2016, un total de 219.596 mexicanos fueron deportados "obligada o voluntariamente por autoridades migratorias de Estados Unidos", informó esta semana el Instituto Nacional de Migración (INM).

Historias diversas, la mayoría inevitablemente amargas. Oriundo de Sinaloa (noroeste), Óscar Joel Araujo llevaba desde 1989 en Estados Unidos, donde trabajó en varias cocinas de Arizona y Nuevo México.

"Me agarraron con drogas. Era una pequeña cantidad, y después hablaron a migración y me sacaron (del país)", explicó.

A pesar del dolor de dejar cuatro hijas -de entre 12 y 18 años-, para Araujo la primera potencia mundial ya no es sinónimo de tierra prometida: "No quisiera (volver), se sufre mucho. Es bonita experiencia, pero no vale la pena".

Relató que entre 2004 y 2005 estuvieron tramitando con su padre la residencia, pero nunca llegaron a obtenerla.

Tanto él como Ponce reconocieron estar atemorizados ante el arribo al poder de Trump, quien prometió construir un muro que cubra toda la frontera binacional y tildó de "violadores" y "criminales" a la mayoría de migrantes mexicanos.

"Se siente mucho coraje (con Trump) por su modo de hablar de nosotros. Tenemos muchísimo miedo a más repatriaciones, y más control", explicó Araujo, que al tener antecedentes penales cumple con el estigma con el que el republicano identifica a tantos indocumentados.

Emocionada, Esther Rosales, del céntrico estado de Morelos, esperaba la llegada de su hijo, Miguel Monroy, tras 20 años sin verlo: "Me dijo que estaba muy bien en Estados Unidos, pero lo agarró la migra y me lo regresó".

Durante los últimos 15 días estuvo en un centro migratorio y no pudo comunicarse con ella, contó dolida.

En la ciudad de Cuernavaca, ella le ayudará a buscar trabajo, aunque Miguel, de 40 años y con una hija pequeña en Michigan, seguramente intentará regresar a Estados Unidos.

Como tantos otros, se jugará de nuevo el pescuezo y las veces que haga falta para ver cumplido su sueño americano.

Varios de los repatriados se alejaban hoy a toda prisa de los focos, cubriéndose el rostro con lo que tenían a mano; algunos documentos o el pasaporte.

Según explicó una funcionaria de la Ciudad de México encargada de la recepción de migrantes, algunos de ellos aprovechan los ahorros que puedan tener y la ayuda que les da México nada más cruzar la frontera, de entre 20 y 40 dólares, para comprar un nuevo billete de avión y volar a algún punto fronterizo, a fin de intentar cruzar de nuevo.

Para los que quieren poner punto y final a esta agridulce odisea, el Gobierno de la Ciudad de México ofrece una serie de ayudas.

"Los trabajadores migrantes son trabajadores, una fuerza de trabajo que ha contribuido a la economía de Estados Unidos, la de su familia y la de su país. Por eso (...) la Ciudad de México tiene la decisión de convertir la capital en una ciudad santuario", dijo a Efe la secretaria de Trabajo capitalina, Amalia García.

Para tal fin, les dará capacitación laboral, les canalizará a empleos, según su experiencia laboral, y les proporcionará un seguro de desempleo durante seis meses de 2.207 pesos (unos 100 dólares), explicitó.

En todo el año pasado, unos 400 capitalinos fueron repatriados. "No sabemos si el número va a aumentar", señaló la funcionaria, quien indicó que el migrante acostumbra a ser un hombre de entre 29 y 50 años y con experiencia en el sector servicios o la construcción.

"Soy bilingüe ahora. I speak English now", bromeó Ponce en un inglés correctísimo.

Pasados los 50, soñó hoy con abrir su propio negocio, quien sabe si una tienda de discos, el último lugar en el que trabajó antes de dejar la Ciudad de México hace más de una década.



JMRS