Nacional - Economía

El Gobierno de México calcula que la economía del país despegará en 2015

2014-09-15

La previsible vuelta de México al campo de batalla económico, después de un...

JAN MARTÍNEZ AHRENS, El País

La economía mexicana recuperará el brío en 2015. Así lo plantea el Gobierno de Enrique Peña Nieto en sus presupuestos y lo refrendan destacados especialistas. Tras un ciclo de anemia aguda, con constantes revisiones a la baja, las cuentas públicas mexicanas, que han entrado para su debate en la Cámara de Diputados, las previsiones fijan para el año próximo un crecimiento del PIB del 3,7%. Este pronóstico triplica el resultado de 2013 (un 1,1%), supera en más de un punto al que posiblemente cerrará 2014, y, sobre todo, rompe el círculo de hierro que desde 1981 ha situado el crecimiento medio de la segunda mayor economía de América Latina en un débil 2,4%. Con todo, sigue lejos del 5% fijado por Peña Nieto como meta de legislatura.

La previsible vuelta de México al campo de batalla económico, después de un largo periodo de hibernación, se debe en gran parte a la bonanza de Estados Unidos. Su reanimación se dejará sentir casi inmediatamente en su vecino del sur, con el que comparte una frontera de 3.185 kilómetros y que le destina el 80% de sus exportaciones.

El otro detonante, según los expertos, procede del aumento del gasto público, un revulsivo que este año, ante el pésimo arranque, ya ha sido activado y que tiene su concreción en el plan de infraestructuras (590.000 millones de dólares en cuatro años, un 63% de origen público). La estrella de este programa es el aeropuerto de la Ciudad de México. La obra, encomendada a los arquitectos Norman Foster y Fernando Romero, pretende erigirse en un símbolo de este despegue. "Es un presupuesto para crecer, en un entorno de estabilidad e inclusión social", ha señalado el secretario de Hacienda, Luis Videgaray.

A diferencia de los dos años anteriores, donde la previsión pecó de optimista y se volvió un boomerang contra Videgaray, esta vez el pronóstico de crecimiento es considerado por los especialistas como moderado e incluso pesimista. Este sorprendente comedimiento no es ajeno a un factor que protagonizará el escenario político de 2015: las denominadas elecciones intermedias, donde se renuevan nueve gobernadores, 17 cámaras estatales (incluida la del DF) y 1.015 ayuntamientos. Estos comicios, casi a mitad del mandato de Peña Nieto, constituyen la prueba de fuego del curso político y un termómetro de la aceptación de su agresivo plan de reformas y sus ambiciosas obras públicas.

"En 2015, el crecimiento no solo no estará por debajo del 3,7%, sino que muy posiblemente quede por encima, lo que permitirá al Gobierno hacer ajustes al alza, algo muy beneficioso en un año electoral", señala Antonio de la Cuesta, director de análisis político del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (Cidac), un think tank independiente.

"Son unos presupuestos inerciales, que siguen la pauta de las cuentas de 2014, pero con un tinte electoral, sobre todo, en el objetivo de crecimiento, que está claramente por debajo de los estudios más rigurosos", indica el analista económico Samuel García, director de Arena Pública.

Los efectos expansivos del gran paquete legislativo aprobado en los últimos dos años no son aún del todo visibles en los presupuestos. Reformas como la energética, que el Gobierno confía en que generen entradas masivas de capital y un aumento del PIB de un punto, tardarán años en materializarse por su lentitud técnica. La única excepción es la reforma fiscal. Aplicada con rigor sobre el 40% de la población activa que declara sus ingresos, esta subida en los impuestos ha conducido al mandato presidencial a uno de los puntos más bajos de popularidad. La respuesta del Gobierno ha sido prometer que no habrá nuevos gravámenes en lo que resta de legislatura. Como contrapartida ha permitido un fuerte aumento de la recaudación, que en los presupuestos de 2015 se concreta en una subida de ingresos por esta vía del 10%. Este dinero fresco, junto al aumento del endeudamiento público (cifrado en un 3,5% del PIB para el año próximo), dan un amplio margen de maniobra al Ejecutivo. "Disponen de recursos sin precedentes. Y tienen que decidir si los inyectan a proyectos de mediano y largo plazo que detonen el desarrollo o si los dirigen a un tipo de gasto público que acabe manteniendo la maquinaria clientelar en un año electoral y engordando una burocracia que, con las reformas y todos sus nuevos organismos, no deja de crecer", indica el experto del Cidac.

Otro problema vinculado con el gasto público radica en que el fuerte incremento decidido a primeros de año por el Gobierno para reanimar la aletargada economía mexicana ha puesto límite a crecimientos futuros. El resultado es que la subida para 2015 en este apartado es solo del 1,9%, frente al 9% de este ejercicio. Y los resultados aún generan dudas. "No me preocupa el déficit, sino que este incremento del gasto público, pese a su robustez, no haya tenido los efectos deseados en 2014. Su impacto ha sido bajo y eso habla de la mala calidad del gasto que se está haciendo", indica Gerardo Esquivel, profesor de Economía del Colegio de México.

"Hay un esfuerzo mayor en inversión pública, de ahí que el déficit se sitúe en un 3,5% del PIB. Eso traiciona el compromiso gubernamental de contenerlo en un 3%, pero no creo que sea un presupuesto electoral. Ahí se exagera. Es realista y con una previsión de crecimiento conservadora y respetable con los datos de que disponemos ahora. Por encima del 3,7% es especulativo", afirma Raúl Feliz, profesor e investigador del CIDE, un centro académico de élite.

Aunque la previsión de los presupuestos para 2015 concita una aceptación general, su pronóstico a medio plazo, un 5,2% sostenido a partir de 2017, desata suspicacias. "No es creíble. Con la bajada del crecimiento poblacional eso no es posible, estaremos en torno al 4% sostenido", sostiene Feliz.



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