Nacional - Finanzas

El peso mexicano pierde su estatus de barómetro de los mercados emergentes

2017-02-13

Los operadores divisan más volatilidad en el horizonte de la moneda mexicana. El peso fue la...

Ira Iosebashvili, The Wall Street Journal

Las recientes penurias del peso mexicano están cambiando la forma en que muchos inversionistas globales cubren sus apuestas a los mercados emergentes y aumentando los riesgos asociados a invertir en los países en desarrollo.

El peso es una de las monedas más líquidas de los mercados emergentes y una de las pocas dentro de ese grupo que se pueden transar sin restricciones. Tales características la ha vuelto una divisa particularmente útil para quienes buscan cubrir sus posiciones alcistas en los mercados emergentes con apuestas a una caída del peso.

Una estrategia popular, por ejemplo, ha sido comprar acciones brasileñas y compensar el riesgo mediante la venta de pesos mexicanos, puesto que apostar a un descenso del real es difícil debido a los controles de capital impuestos por el gobierno brasileño. Es una cobertura efectiva debido a que el peso se mueve habitualmente en la misma dirección que las divisas de las economías emergentes más importantes. Estos mercados normalmente responden a los mismos factores económicos, como las tasas de interés en Estados Unidos, los precios de las materias primas y los flujos globales de capitales.

En los últimos meses, sin embargo, la evolución del peso mexicano ha sido más errática. Las promesas del presidente Donald Trump de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte entre EU, México y Canadá y fijar aranceles a los bienes mexicanos, medidas que perjudicarían una economía que depende de las exportaciones, han pasado a ser el principal motor de la moneda. Por ende, el peso no siempre se mueve al ritmo de las divisas de otros mercados emergentes.

Conforme el peso sigue su propio camino, los inversionistas empiezan a dudar de si puede seguir siendo una especie de termómetro de las divisas emergentes. Se trata de un nuevo recordatorio de que el estatus que México ha logrado en las dos últimas décadas gracias al acuerdo de libre comercio con EU se ve amenazado debido a la actitud más beligerante de la Casa Blanca.

“Ya no tenemos un indicador preciso del ánimo de los mercados emergentes ahora que el peso se ha visto tan entrelazado con las políticas de Trump”, afirma Alan Robinson, asesor de portafolio global de RBC Wealth Management. “Depender del peso como barómetro para todo el resto de las monedas de mercados emergentes ahora es un poco peligroso”.

Los operadores divisan más volatilidad en el horizonte de la moneda mexicana. El peso fue la segunda moneda de peor desempeño de los países emergentes durante las tres primeras semanas de enero, con un retroceso de 5,6% frente al dólar, según las cifras de UBS Wealth Management. Luego, el peso tuvo el mejor desempeño durante el resto de enero una vez que los operadores consideraron que la reacción del mercado había sido exagerada.

Los intentos del Banco de México de estabilizar la divisa no han sido de gran ayuda. En realidad, las alzas de tasas de la entidad han encarecido las apuestas a un descenso de la moneda, puesto que los inversionistas deben pedir prestada la divisa para venderla al descubierto, lo que reduce su atractivo como cobertura.

El Banco de México subió el jueves las tasas de interés de referencia en medio punto porcentual, la cuarta vez consecutiva que eleva el costo del dinero.

La menor efectividad del peso como cobertura puede exacerbar el riesgo asociado a los mercados emergentes. Estos paises sintieron presión luego del triunfo de Trump en las elecciones, conforme el fortalecimiento del dólar y las expectativas de un alza de las tasas de interés estadounidenses aceleraron la salida de capitales. Las economías emergentes siguen siendo vulnerables a un repliegue de los precios de las materias primas o la imposición de políticas proteccionistas en EU

Los flujos de capitales hacia los fondos dedicados a acciones y bonos de mercados emergentes cayeron el año pasado a US$28,000 millones, su menor nivel desde la crisis financiera de 2008, según el Instituto de Finanzas Internacionales.

Incluso antes de que se intensificaran las tensiones entre EU y México, el volumen de transacciones del peso estaba bajando. El promedio diario de operaciones del peso cayó a US$97,000 millones en 2016, tras alcanzar US$135,000 millones en 2013, según el Banco de Pagos Internacionales. El año pasado, las transacciones en pesos constituyeron 2% del volumen de US$5,1 billones al día del mercado de divisas, un punto porcentual menos que tres años antes, indicó el organismo.

Algunos inversionistas han estado trasladando apuestas desde el peso a monedas asiáticas como el won de Corea del Sur y el dólar de Taiwán, donde las tasas de interés son comparativamente bajas, señala Jens Nystedt, gestor de renta fija de mercados emergentes de Morgan Stanley Investment Management.

Durante los últimos tres meses, estas monedas se han vuelto más susceptibles a las oscilaciones del dólar, lo que sugiere que los inversionistas las están usando para cubrir sus posiciones a favor de un alza de la moneda estadounidense, según Morgan Stanley.

No obstante, otros gestores de fondos señalan que hay pocas alternativas buenas. La única moneda de una economía emergente con un mercado más profundo es el yuan, que es muy controlado por el banco central chino. Las divisas con volúmenes comparables, como el won, son demasiado regionales y no reflejan bien lo que ocurre en el mundo en desarrollo, dicen inversionistas.

En lugar de usar el peso para mitigar el riesgo, Alejo Czerwonko, inversionista de mercados emergentes de UBS Wealth Management, apuesta a la caída de una canasta de divisas de las economías desarrolladas para compensar el desempeño de monedas como el real, el rublo ruso y el rand sudafricano. “Cuesta mucho encontrar una sola divisa con la cual expresar un punto de vista sobre una decena de países y en realidad no tengo una respuesta sobre cuál puede ser el próximo” barómetro, manifestó Czerwonko.

En cuanto al peso, no prevé un repunte en un futuro cercano. “La volatilidad está aquí para quedarse”, asevera.



JMRS
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