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Adolescentes apasionados por la lectura


2010-12-07

Autor: María Lucea

Al leer nuestros hijos movilizan y adiestran las cualidades de la inteligencia y de la sensibilidad; aprenden a discernir valores morales y estéticos, siempre y cuando les pongamos en contacto con los mejores maestros de la lectura: los buenos libros.

El adolescente se encuentra en una época de crisis, en la que se busca a sí mismo y para ello ahonda en sus pensamientos o sentimientos, al tiempo que busca incesantemente modelos con los que identificarse y de los que aprender. Se plantea preguntas, se cuestiona todo, pide respuestas y para esto busca a aquellos escritores que son capaces de expresar con exactitud lo que -él o ella- siente, o lo que simplemente le gustaría vivir y sentir, pero no acierta a decir.

Aconsejar sin imponer

Una de las dificultades que nos encontramos entonces es que nuestro hijo adolescente se siente "mayor" y cree que lo puede leer todo, sin que le afecte en ningún sentido. De hecho, es cierto que, como poder, puede hacer lo que quiera -aunque sea a nuestras espaldas-, pero ¿debe hacer lo que se le antoje? Ahí es donde demuestra su verdadera madurez: no puedo leer cualquier obra, ni comer todo lo que me apetezca, ni beber porque se me antoje, etc., etc. Esta es la idea que debemos trasmitirle, ante sus naturales respuestas: "Ya no soy un niño y puedo leer libros de adultos", frente a lo cual tendremos que hacerle comprender que "Nosotros tampoco leemos todo aquello que cae en nuestras manos, por muy best seller que sea".

Así, tendremos que aconsejar a nuestro hijo, orientarle, pero con gran delicadeza para que no piense que estamos menospreciando su madurez, sino al contrario, debe ver que reconocemos su dignidad como persona ya adulta y por eso entablamos estos debates sobre las buenas y malas lecturas.

Formar su espíritu crítico

En este sentido, jamás debemos prohibir una lectura "porque sí", ya que su natural curiosidad y el espíritu de rebeldía propio de la edad harán que encuentre la manera de leerlo a escondidas. La mejor manera de ir creando en los adolescentes la noción de que la verdadera madurez va asociada al espíritu crítico es predicar con el ejemplo. Si nos oyen hablar de que un libro determinado no lo vamos a comprar, porque tiene tal o cual planteamiento y esa revista tampoco porque atenta contra la dignidad de la persona, o no vamos a ver cierta película porque..., entonces ellos no se sentirán discriminados, sino al mismo nivel crítico que nosotros.

Debemos hacerles comprender que "ser mayor" de verdad no es tener el campo abierto a cualquier asunto, sino ser capaz de informarse antes sobre lo que más nos conviene. Y si en la familia se ha creado un clima de espontaneidad, de naturalidad, la orientación sobre las lecturas más convenientes no será demasiado difícil.

La competencia de las nuevas tecnologías

A partir de los 12 años y hasta los 14, edad que coincide con el comienzo de la ESO (Educación Secundaria Obligatoria), lamentablemente se caen del mundo de la lectura muchos jóvenes, más atraídos por la música, los videojuegos, el messenger, los chat, las redes sociales en general o los atractivos de la calle con sus múltiples acepciones. Todas estas maneras de ocio tendrían que ser compatibles y algunos adolescentes lo consiguen. Otros, sin embargo, se mueven por el resultado inmediato que ofrece el mundo interactivo y de las nuevas tecnologías y renuncia al esfuerzo que supone la lectura. Pero quien persiste en esta actividad lectora logra acceder a un abundante mundo de sentimientos que sólo un lenguaje rico permite discernir. Por desgracia, este descenso de los índices lectores repercute a largo plazo y cuando algunos intentan volver al cabo de los años, las carencias de vocabulario son una dificultad para un cierto nivel de calidad literaria. De ese modo, encontramos jóvenes adolescentes que logran explicar a sus padres la trama compleja de una película, pero más tarde se ven obligados a preguntar el significado de palabras básicas.

Chicos y chicas tienen diferentes gustos

Durante estos años, claramente marcados por el ambiente, las rebeliones, las crisis, las transformaciones y los sentimientos encontrados, les atraen libros en los que verse reflejados en alguna medida, aquellos que les hacen soñar despiertos, en especial los de corte intimista, que cuentan historias de la "vida real", de temática social, de acción, de misterio, los ambientados en otras épocas o sobre otras culturas, de ciencia-ficción..., y aquellos sobre temas actuales y conflictos psicológicos que implican a protagonistas adolescentes, con cuyos problemas e inquietudes se sienten identificados. Es lo que se llama la etapa "múltiple".

Así, los intereses diversifican el tipo de lecturas. Los varones siguen decantándose por las aventuras, sin descuidar otras facetas, mientras las chicas prefieren el amplio mundo afectivo que entrelaza las relaciones sociales. Su mayor madurez les permite adentrarse en el mundo del amor con más facilidad que los chicos, quienes comprenden con más dificultad el universo sentimental. Lógicamente esto no es una clasificación ni una frontera, son más bien líneas tendencia. Dentro de los libros para jóvenes cobran especial interés las biografías, ya que al haber aumentado la inteligencia intrapersonal del lector, es capaz de identificarse con los ideales de otras personas. Entre los 14 y 16 años ya podemos encontrar lectores de muy distinta madurez, capacidad e intereses, pues el espíritu crítico está más desarrollado y los gustos más decantados.

Para pensar

� Recuerda que lectura y adolescencia no siempre mantienen una buena relación. Por tanto, ahora es cuando más precisan nuestros hijos de una buena orientación que les anime a materializar sus intereses lectores: personajes históricos, aficiones, historias reales, etc.

� Un modo muy efectivo de enganchar a un adolescente a la lectura es encontrar el libro adecuado que le ayude a sobrellevar las circunstancias especiales en las que se vea inmerso. Si le cuesta relacionarse, por ejemplo, buscad un libro de superación personal cuyo protagonista deba vencerse a sí mismo.

� Existen detalles externos que provocan mayor atracción hacia unos ejemplares que hacia otros: una portada atractiva; el tamaño del libro si es grande les gusta más que los pequeños; un mayor número de páginas, ya que se enfrentan a la obra como un reto y esto les estimula, etc.

� Hay veces que se empeñan en leer un libro con el que no estamos de acuerdo. Antes que prohibírselo (lo leerá a escondidas) quizá podéis pactar que, cada vez que lea un determinado número de páginas, os haga un pequeño resumen para contrarrestar aquellas ideas que no os parezcan convenientes.

� Recomendadles libros de vuestra propia biblioteca, ya que es algo que les suele gustar al sentirse más cerca del mundo de los adultos. Además os ayudará a compartir opiniones sobre la obra en cuestión.

El valor del esfuerzo

Son muy distintos los caminos por los que se llega a la literatura, como afirma nuestro colaborador José Manuel Mañú, pero es muy difícil llegar a leer a los grandes clásicos sin estar dispuesto a hacer el esfuerzo de subir un repecho en el camino. Es absurdo obligarse a leer - un libro del que no se entiende o valora nada por el prurito de incorporarlo a las lecturas, pero de ahí a convertir la literatura únicamente en una fuente de placer hay una notable diferencia. La lectura es una fuente de placer, pero también de belleza, de manifestar o percibir los sentimientos ante personas o sucesos... Subir un repecho es necesario para leer libros valiosos; hacer escalada es otro tipo de lectura más próxima al manual que a la novela.

Y actuar

En la elección adecuada está el verdadero secreto para enganchar a los hijos con los libros. No existen soluciones válidas para todos; cada adolescente tiene sus propios intereses y la suficiente capacidad crítica para elegir y valorar sus propias lecturas. Hablad con ellos, que pregunten a sus amigos los últimos libros leídos y mostrar interés por el que escojan; incluso, leedlo vosotros, antes o después que ellos, para poder comentarlo juntos.



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