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Diez años después, las afganas temen una vuelta de los talibanes


2011-10-06

Por Katherine Haddon, AFP 

KABUL - Con apenas 17 años, Roya Shams ya no sale de su casa de Kandahar, en el sur de Afganistán, por miedo a ser asesinada por los talibanes, cada vez más visibles diez años después de haber sido expulsados del poder.

"Si salgo, me matarán, porque para ellos soy un problema", cuenta esta joven, instruida y con un buen nivel de inglés. Como cientos de miles de afganos, vive con el miedo a un regreso de los fundamentalistas, que han prohibido la escuela a las niñas, impuesto el burka a las mujeres y forzado a las que trabajaban a dejar su empleo.

Porque los talibanes están hoy de vuelta en gran parte del país y son ellos quienes han matado a su padre, policía, en julio del año pasado. Luego enviaron a su familia cartas de amenaza en las que exigen a la joven dejar sus estudios y su empleo de profesora de inglés.

"Mi familia me dice: mira lo que le hicieron a tu padre, te harán lo mismo", cuenta por teléfono. Pero ha decidido resistir: estaré "contenta de sacrificar mi vida por mi país" si es necesario.

Varias políticas afganas subrayan que un gran número de jefes de guerra aliados al presidente Hamid Karzai no son mucho más adeptos de la causa de las mujeres que los talibanes. Como Malalai Joya, antigua diputada, que fue excluida del Parlamento en 2007 por haber dicho en voz alta lo que muchos afganos piensan por lo bajo, al denunciar la presencia en sus filas de "lobos disfrazados de corderos".

Joya, de 33 años, ya ha sobrevivido a cinco tentativas de asesinato. Ya no se desplaza sin guardias armados y cambia a menudo de vivienda, alternando entre diferentes residencias ultravigiladas.

La presencia occidental en Afganistán "nos ha hecho ir de mal en peor, porque ha reemplazado a talibanes terroristas, fundamentalistas y misóginos por jefes de guerra que tienen la misma mentalidad que ellos", lamenta.

Hacer avanzar los derechos de las mujeres era sin embargo uno de los objetivos de los Occidentales a su llegada hace diez años. Y esto ha sido efectivamente el caso en algunos ámbitos, como la educación, unos progresos sin embargo a menudo limitados a las ciudades.

Según la ONG británica Oxfam, 2,7 millones de niñas afganas están hoy escolarizadas, frente a unas miles que no recibían más que la educación religiosa con los talibanes.

Niñas de camino al colegio y mujeres vestidas elegantemente forman hoy parte del día a día de las calles de la capital, Kabul, lejos de los pueblos en los que dominan el analfabetismo y la tradición y la rebelión está más presente. Según un sondeo efectuado por la ONG ActionAid, el 72% de las mujeres afganas estiman que su vida es mejor hoy que hace 10 años.

Pero las prácticas tradicionales como las bodas de niños, los crímenes de honor o el don de un chica para arreglar un conflicto siguen siendo muy comunes, y las tentativas de suicido de chicas que quieren escapar a su suerte, numerosas, subrayaba la ONU en diciembre pasado.

Según ActionAid, el 86% de los afganos temen hoy un regreso de los talibanes al poder, sobre todo cuando las tropas de combate de la OTAN hayan abandonado el país, en principio a finales de 2014.

Y temen que los occidentales, que llamaron a negociar con los talibanes, privilegian un eventual acuerdo político con ellos para asegurarse una salida honrosa del país, en detrimento de las garantías sociales para las mujeres que podrían disgustar a los fundamentalistas.

"¿Cómo será nuestra vida en los próximos diez años?", se pregunta uno de los autores del informe de Oxfam, la afgana Orzala Ashraf Nemat. "La vida es cada vez más dura para las afganas. Quieren la paz, no un acuerdo (político) que nos encerrará de nuevo en casa".



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