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El peligro de los "nuevos dioses": Papa Francisco


2013-04-21

  Autor: RAÚL ESPINOZA AGUILERA 
  

El portal de internet EWTN (www.ewtn.com) ha recogido una interesante entrevista que hace tiempo le fue hecha por este prestigiado medio de comunicación al entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio, con motivo del Año de la Fe, convocado por su predecesor el Papa Benedicto XVI, y  que continuamos viviendo dentro de la Iglesia católica hasta la Festividad de Cristo Rey de este 2013.

Comenzó glosando el Cardenal lo que el Papa anterior ha mencionado en varios de sus escritos: que en nuestro tiempo nos hemos visto inundados por el relativismo y la egolatría.

¿Qué significa esto?  Que se rechaza que el hombre o la mujer puedan acceder a la  verdad. ¿Entonces qué ocurre? Que absolutamente todo es relativo. Bajo esta postura, ya no hay bien ni mal. "Todo depende del cristal con que se mire", como decía aquel literato español.

¿A qué consecuencias prácticas conduce en la vida ordinaria? A llegar a afirmar, por ejemplo: "Sí, yo creo en un Ser Supremo o Dios, que está allá lejos donde brillan las estrellas,  pero en mi existencia cotidiana yo puedo hacer lo que me venga en gana y nadie me lo puede impedir".

¿Entonces qué ocurre? Se caen en actos de corrupción, injusticias, desenfrenos sexuales, en abusos en el alcohol, en la drogadicción y, como dice San Pablo, "dios se convierte en su vientre".

Por otra parte, en algunos sectores, se tiene una verdadera compulsión por adquirir bienes materiales. Se experimenta un afán desmedido por consumir hasta rayar en lo patológico. No hay medida, la única medida es el propio egoísmo. Surge así el "dios de los bienes materiales".

El Cardenal Jorge Mario Bergoglio añadía que en nuestra época también hay otros "nuevos dioses": "el dios de lo superfluo".

Comentaba que, si bien es cierto que hay bienes necesarios como los alimentos y las medicinas, ahora se ha impuesto una acentuada moda consistente en que en algunas familias se gastan verdaderas fortunas en dos apartados: 1) en las mascotas (perros, gatos�) y 2) en los cosméticos.

De suyo no es malo �comentaba- querer a los animalitos ni adquirir productos de belleza. Pero añadió que había investigado la suma total, que a nivel internacional se gastan en estos dos rubros, y es verdaderamente sorprendente y desfasada, siendo que hay millones de niños en los cinco continentes que están desnutridos o se mueren de hambre.

Hay matrimonios jóvenes que en vez de querer tener hijos, prefieren tener un par de perros bien alimentados y de buena raza y así no se comprometen ni se responsabilizan de nada.

Añadía que son modernas formas de esclavitud. Porque se deja de lado o de plano se abandona a Dios y se cae de rodillas ante estos "nuevos dioses" que envilecen al ser humano cuando está llamado, por vocación divina, a una misión trascendente como hijo de Dios para cumplir, en primer lugar, con la Ley de Dios, y, en segundo, prestar un servicio  desinteresado a sus semejantes.

Un católico, o cualquier persona sea creyente o no, si abre bien los ojos en su medio social y observa a su alrededor con detenimiento: ve las tremendas necesidades del prójimo en los aspectos más elementales: su alimentación, su salud, su desempleo, su pobreza extrema, sus enfermedades, dolores morales fuertes como la pérdida de un ser querido o el sufrimiento ante males físicos irreversibles, etc.

Para ello se requiere salir del propio egoísmo y aprender a emplear bien la libertad que Dios nos ha dado. En la Biblia se narra que con cierta frecuencia el pueblo judío adoraba a "dioses falsos" hechos de piedra, de barro o de madera y Dios les mostraba su indignación.

Las personas contemporáneas pueden caer fácilmente en adorar a los "nuevos dioses" mencionados, donde reina la egolatría y el afán de imponer su propia voluntad, en contra  de la voluntad de Dios, muchas veces llevados por la presión del ambiente.

Se requiere una verdadera determinación de sabernos tomar a Dios en serio y que reine en nuestros corazones. No caer en esos "espejismos de los nuevos dioses",  sino mantenerse firmes en la fe y en el deseo permanente de agradar al Creador y prestar una ayuda eficaz a nuestros semejantes.



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