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Un "callejón sin salida" en la lucha contra el zika


2017-01-09

Por Jacob Bunge y Betsy McKay, The Wall Street Journal

Los trabajadores de la salud tienen un arsenal cada vez más reducido de insecticidas capaces de matar a los mosquitos portadores del zika y virus similares, en momentos en que comienza el verano en el hemisferio sur y persisten brotes en otras áreas.

Una de las razones es que eliminar a los mosquitos que transmiten la enfermedad es un negocio de nicho con costosas barreras de entrada.

“Podríamos estar llegando a un callejón sin salida”, advierte Doug Carlson, director del Distrito de Control de Mosquitos de Indian River, en Vero Beach, Florida. “En el futuro no muy distante, podríamos quedarnos sin químicos que sean efectivos”.

Se estima que el mercado estadounidense de insecticidas para matar mosquitos genera cerca de US$100 millones en ventas anuales, una fracción de lo que factura la industria global de pesticidas, la cual genera US$57,000 millones y está dominada por productos para uso agrícola.

Desarrollar un nuevo insecticida químico y obtener la aprobación de los reguladores puede costar más de US$250 millones y deomarar casi una década, según una investigación de la consultora Phillips McDougall Ltd.

Esta es parte de la razón por la que el mundo ha pasado a depender de un puñado de insecticidas para eliminar mosquitos transmisores de enfermedades, que representan la mejor forma de erradicar virus como el zika. Tan sólo dos clases de insecticidas, conocidos como piretroides y organofosforados, han sido usados contra mosquitos adultos por cerca de 60 años, explica Janet McAllister, entomóloga de la división de enfermedades causadas por vectores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).

Los piretroides son especialmente valiosos debido a que pueden matar mosquitos rápidamente usando dosis bajas y son baratos de producir y comprar, según Daniel Strickman, directivo de programa sénior para control de vectores de la Fundación Bill y Melinda Gates, la cual financia el desarrollo de nuevos insecticidas.

Sin embargo, el Aedes aegypti, la especie de mosquito que propaga el zika, ha desarrollado una resistencia realmente fuerte a los insecticidas con piretroides en grandes áreas del mundo, señala Strickman.

La industria y los expertos en control de mosquitos temen que el arsenal disponible se reduzca aún más si nuevas evaluaciones por parte de la Agencia de Protección Ambiental de EU (EPA, por sus siglas en inglés) desembocan en exigencias de costosos estudios sobre sus efectos sobre el medio ambiente y la salud.

Otros tipos de insecticidas han sido retirados del mercado por razones similares. El conglomerado químico alemán BASF SE dejó de fabricar en EU un químico llamado temefos, el cual mata las larvas de los mosquitos al trastornar sus sistemas nerviosos. La compañía y los fabricantes de insecticidas de EU que compraban temefos dejaron que el registro se venciera a finales de 2015, luego de que la EPA exigió nuevos estudios sobre sus efectos, incluyendo el potencial de que interfiera con la producción de endocrinas en las personas.

“El costo de los estudios era cinco a 10 veces las ventas anuales [en EU]”, dice Egon Weinmüller, director del negocio de insecticidas de salud pública de BASF. “No pudimos encontrar una forma de hacerlo viable con esos costos”. BASF aún vende temefos en otros países, señala.

Una portavoz de la EPA dijo que la agencia ofreció a las empresas que vendían temefos la opción de trabajar con un programa de investigación financiado por el gobierno para ayudar a pagar por la recolección de datos y que las compañías deben tomar sus propias decisiones sobre los químicos que desean mantener registrados con la agencia.

Entre tanto, ha aumentado la presión del público contra algunas alternativas a los piretroides.

El año pasado, funcionarios de salud pública de Florida fumigaron el área de Miami con naled, un organofosforado, luego de que los piretroides no funcionaron. Naled es un insecticida valorado por su capacidad para eliminar mosquitos a lo largo de grandes zonas y desvanecerse rápidamente en el ambiente, lo que ayuda a evitar que se desarrolle una resistencia. Aunque los CDC y la EPA han garantizado la seguridad del naled, residentes y funcionarios manifestaron sus preocupaciones sobre los efectos en la salud cuando se degrada.

La propagación del zika ha resaltado un esfuerzo internacional para desarrollar insecticidas efectivos contra el Aedes aegypti.

Janet Hemingway, directora de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool, en el Reino Unido, formó parte de un equipo en 2000 que estuvo entre los primeros en notar que los piretroides estaban perdiendo su eficacia.

Las preocupaciones llevaron a la fundación del Innovative Vector Control Consortium, una sociedad de desarrollo de productos creada por la Escuela de Liverpool en 2005, con varios grandes financistas. El grupo ha revisado 4,5 millones de compuestos en las bibliotecas de químicos de las empresas para encontrar alguno que no haya sido usado y que funcione contra los mosquitos que transmiten la malaria.

El grupo, que trabaja con grandes empresas de pesticidas, incluidas Bayer AG y Syngenta AG, apunta a sacar al mercado tres insecticidas nuevos entre 2020 y 2025, dice su presidente ejecutivo, Nick Hamon. La meta es tener productos de nuevas clases de insecticidas que puedan ser rotados regularmente, para evitar el desarrollo de resistencia, explica Hamon.

Algunas empresas buscan formas originales de usar los químicos existentes. En los suburbios de Chicago, Rajeev Vaidyanathan, director de ciencias ambientales del fabricante de insecticidas Clarke, sostiene una placa de Petri en la que nada una masa del tamaño de una pelota de golf compuesta por larvas de Aedes aegypti.

En octubre Clarke comenzó a suministrar a algunos consumidores en Florida tabletas con un químico llamado spinosad, las cuales se disuelven en el agua y sobrecargan los sistemas nerviosos de las larvas, matándolas.

Los funcionarios también tratan de ser más tácticos. “Rotamos nuestros insecticidas, como los cultivos”, dice Jonathan Hornby, subdirector de control de mosquitos del Condado de Lee. “Tenemos que estar atentos, especialmente si no hay nada nuevo en camino”.



JMRS


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