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¿Fiebre por el Brexit? Patriotismo desbocado, pasaportes azules y guerra


2017-04-03

Por Guy Faulconbridge

LONDRES (Reuters) - Sólo días después de que la primera ministra Theresa May entregara formalmente a la Unión Europea los papeles de divorcio, una fuerte dolencia pareció afectar a algunos en Reino Unido: la fiebre del Brexit.

En medio de una pelea con España y la UE sobre el estatus de Gibraltar, un exlíder del partido Conservador de May, Michael Howard, incluso dijo que la primera ministra estaría preparada para ir a la guerra para defender el pequeño territorio enclavado al sur de España.

Además de titulares sobre una guerra por "el Peñón", en la prensa euroescéptica británica también había entusiasmo sobre un plan aún no confirmado de sustituir el pasaporte color burdeos europeo y recuperar el antiguo británico azul oscuro.

Los lectores del Daily Telegraph fueron informados de que la otrora poderosa Armada Real era más débil de lo que solía ser, pero aún podría "mermar" a España de ser necesario.

Un columnista en The Sun sugirió que May podría amenazar con expulsar a los 125,000 españoles afincados en Reino Unido e imponer un impuesto al vino de Rioja a menos que Madrid renunciara a sus pretensiones sobre Gibraltar, cuya soberanía cedió a Reino Unido en el Tratado de Utrecht en 1713 pero que España sigue reclamando.

¿Está la fiebre del Brexit azotando Reino Unido?

"Algunas personas están emocionándose un poco de más y yo tomaría con muchas reservas todo lo que se ha dicho este fin de semana", dijo a Reuters Anand Menon, profesor de política europea y asuntos exteriores del King's College de Londres.

La primera ministra, que inicialmente se oponía al Brexit y obtuvo el principal puesto político del país tras el referéndum, tiene ahora dos años para acordar los términos del divorcio antes de que éste entre en vigor en marzo de 2019.

May, de 60 años, afronta una de las tareas más difíciles de cualquier primer ministro británico reciente: mantener unido al país ante las nuevas demandas de independencia de Escocia, mientras que lleva a cabo conversaciones con los otros 27 estados miembros en finanzas, comercio, seguridad y otros asuntos.

El portavoz de May trató de calmar las aguas, diciendo que lo que Howard "trataba de establecer era la determinación que tendremos a la hora de proteger los derechos de Gibraltar y su soberanía".

Cuando se le preguntó si finalmente mandaría un destacamento naval para proteger Gibraltar como Reino Unido hizo con las Malvinas hace 35 años, dijo: "Eso no va a pasar".

"UN BREXIT ROJO, BLANCO Y AZUL"

El Daily Mail publicaba un gráfico sobre "¿Quién tiene la mayor Armada?" mientras alababa volver al pasaporte azul en un "brexit rojo, blanco y AZUL".

Pero el tono beligerante, compartido sólo por una parte de la sociedad británica, también podría tener un impacto más serio en el transcurso del Brexit, según Menon.

"Si las conversaciones se rompen por dinero o comercio o lo que sea y la música de fondo es pérfida Europa, entonces es mucho más sencillo que la primera ministra desvíe la culpa y convoque unas elecciones anticipadas rojas, blancas y azules", dijo Menon.

"También posiblemente hace más difícil para May llegar a un compromiso sobre el Brexit", dijo.

El resultado de las negociaciones definirá el futuro de la economía británica, la quinta mayor del mundo, y determinará si Londres puede continuar siendo uno de los dos mayores centros financieros mundiales.

Para la UE, que está tratando de recuperarse de crisis sucesivas de deuda y refugiados, la salida de Reino Unido es el mayor revés en 60 años de esfuerzos por forjar la unidad de Europa tras dos guerras mundiales.

No obstante, en Reino Unido, el ambiente era festivo, en algunos casos bordeando lo surrealista.

Otro artículo en el Telegraph pedía la vuelta de las unidades de medida "imperiales" británicas - los confusos sistemas de medidas y pesos antiguos que conviven con el sistema métrico: la cerveza se sirve en pintas pero la gasolina en litros.

Kelvin MacKenzie, un columnista que fue director del diario Sun entre 1981 y 1994, tuvo duras palabras para España.

"Acabamos de empezar estas negociaciones sobre el Brexit y para ser honestos ya he pasado de hablar a guerrear", escribió.

"Nuestros amigos en Europa rápidamente están convirtiéndose en nuestros enemigos. Solo en la historia reciente Alemania e Italia han estado de nuestra parte".



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