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El caos y las peleas signan la Casa Blanca de Trump�


2017-05-17

Maggie Haberman y Glenn Thrush, The New York Times

WASHINGTON – Las malas nuevas llegaron a la Casa Blanca de forma sucesiva, sin dar tregua, y los asesores del presidente Donald Trump en el Ala Occidental se quedaron mirando las pantallas de televisión conmocionados, con la mirada perdida.

La revelación de que Trump divulgó información altamente clasificada— que le había dado Israel— a funcionarios rusos fue otro golpe para el personal de la Casa Blanca que todavía se recuperaba del despido de James Comey como director del FBI. Y el martes cerró con otro broche de oro: la revelación de que el presidente le había solicitado a Comey que “dejara ir” la investigación a Michael Flynn, exasesor de seguridad nacional de Trump.

Eso provocó una estampida de reporteros desde la sala de prensa de la Casa Blanca a las oficinas de comunicación, donde los defensores de Trump tenían pocas respuestas… y se notaban ansiosos sobre su futuro laboral.

El apetito de Trump por el caos, además de su despreocupación por los asuntos convencionales de la presidencia, ha provocado mucha confusión entre su personal que se la pasa peleando. Y el mismo presidente, según dos asesores que hablaron bajo condición de mantener su anonimato, se ha vuelto amargado e irascible y critica a la mayoría de sus consejeros –incluso a su yerno, Jared Kushner– calificándolos como “incompetentes”.

Mientras crecen los enfrentamientos entre el personal, también se ha divulgado que el presidente preparaba una renovación completa de su equipo, lo que probablemente empezaría con la destitución de Sean Spicer, el secretario de Prensa.

En una reunión entre Trump, Spicer, Sara Huckabee Sanders, la subsecretaria de Prensa, y el director de comunicaciones Michael Dubke, el mandatario los habría regañado y recalcado la necesidad de compaginarse, según una persona a la que le contaron detalles sobre la junta.

Por ahora parece que el trabajo de Spicer seguirá siendo el de portavoz. Algunos allegados indicaron que Trump más bien considera despedir a integrantes del personal de más bajo nivel, incluidos algunos contratados por Reince Priebus, el jefe de gabinete, y que sopesa un plan para que Huckabee Sanders sea quien dirija las conferencias diarias de prensa.

Mientras tanto, el personal de la Casa Blanca se prepara para lo que han definido como un largo asedio, porque no solo será un ciclo de noticias negativas que dure un par de días.

El estrés pesa sobre los hombros de muchos de ellos. La noche del lunes se escuchaban gritos mientras los consejeros discutían sobre cómo responder después de que los reporteros de The Washington Post llamaron para pedir comentarios sobre un artículo que estaban por publicar y en el que se dejaba claro que Trump había divulgado información altamente clasificada.

Spicer y otros asesores decidieron que la respuesta debía venir del asesor de seguridad nacional H.R. McMaster. El teniente general del ejército salió a decir, sencillamente: “La publicación, tal como fue reportada, es falsa”.

Antes de aparecer en el podio, se topó con reporteros cuando salía de la oficina de Spicer y dijo que ese “era el último lugar en el que quería estar”. No quedó claro si era una broma.

El mismo lunes, el senador republicano Bob Corker, quien representa a Tennessee y es cercano a algunos miembros del personal en la Casa Blanca, hizo referencia a la situación.

“Obviamente están sufriendo una caída en espiral”, dijo, “y tienen que encontrar una manera de lidiar con todo lo que está pasando”.

Una decena de asesores estuvo de acuerdo en privado, aunque en público han respaldado el tono desafiante de Trump quien dice que lo tratan de manera injusta.

A puertas cerradas, esos consejeros hablan de cómo se ha dañado la imagen de la administración en las últimas semanas y de la fatiga que sienten después de meses de estar defendiendo los tropiezos de Trump, sus publicaciones en Twitter y sus acciones impredecibles.

Es un mal momento para que estén fatigados, cuando se aproxima el primer viaje de Estado del presidente, una visita de ocho días a países del Medio Oriente y Europa. Era visto como una oportunidad para cambiar la narrativa sobre su presidencia después de las controversias por el inesperado despido de Comey.

Varios señalaron que ven a Trump indispuesto o incapaz de hacer lo necesario para evitarse problemas. Algunos de los asesores de más alto rango, por ejemplo, indicaron que les da miedo dejarlo solo en reuniones con líderes extranjeros debido a lo que podía decir. McMaster ha intentado corregir ligeramente lo que dice durante las conversaciones si cree que el presidente se acerca a un terreno peligroso en términos diplomáticos.

Y eso ha llegado a molestar al presidente, según dos funcionarios. Trump, quien lamenta haber tenido que despedir a Flynn, se ha quejado de que McMaster habla mucho durante las reuniones y se ha referido a él como “un pesado”, según un asesor.

En privado, tres funcionarios dijeron que no pueden pronunciar en público lo que creen que es la mejor defensa –o, al menos, la más honesta– sobre por qué el presidente le divulgó información altamente clasificada a oficiales rusos: Trump, quien lee los materiales informativos que le preparan sin cuidado y con rapidez, simplemente no tiene el interés o el conocimiento de los detalles básicos de cómo se recopila la inteligencia como para haber podido vulnerar fuentes o revelar métodos que afectaran a los aliados estadounidenses.

McMaster hizo una referencia velada a esto durante su conferencia de prensa.

“El presidente ni siquiera está al tanto de dónde viene esta información”, dijo el general. “No le informaron la fuente ni tampoco cómo fue recopilada”.



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