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Trump se reconcilia con el islam en su visita a Arabia Saudí


2017-05-21

FRANCISCO CARRIÓN

El nuevo comienzo de Donald Trump con el islam tras una jornada de fiebre armamentística

Donald Trump, acosado por sus flirteos con Rusia, se ha propuesto reiniciar su relación con el mundo musulmán. El hombre que voceó el odio del islam a Occidente y trató sin éxito de cerrar las fronteras a los habitantes de media docena de países musulmanes quiere hacer borrón y cuenta nueva tras una primera jornada en Arabia Saudí marcada por la firma de jugosos negocios armamentísticos.

Con el recuerdo de la inspiradora alocución que hace nueve años Barack Obama dirigió a la tierra de Alá desde El Cairo, el republicano dirigirá este domingo desde Riad su propia exhortación a la tolerancia religiosa y la lucha contra el terrorismo en el segundo y último día de su visita al bastión del islam más intolerante, donde las mujeres viven condenadas a una eterna infancia.

"El objetivo del viaje es consolidar un nuevo régimen de seguridad regional con Estados Unidos como líder que coordine las políticas sobre los conflictos en Yemen y Siria y la guerra contra el IS [Estado Islámico, por sus siglas en inglés]", indica a EL MUNDO Abdalá al Arian, profesor de la Universidad estadounidense de Georgetown. "No habrá resultados concretos pero servirá como distracción para un presidente acorralado cuya legitimidad sigue estando en tela de juicio por la avalancha de revelaciones sobre las irregularidades de su campaña electoral", subraya el politólogo.

Un receso en plena tormenta en Washington que este sábado la monarquía saudí ofreció en bandeja al republicano y el amplio séquito de asesores y empresarios que le acompañaban. El octogenario rey Salman recibió a Trump a pie de pista, recién aterrizado el Air Force One. Dos niñas le agasajaron con sendos ramilletes de flores al presidente y su esposa Melania, quien siguiendo la tradición de los huéspedes occidentales optó por no cubrirse el pelo. La calurosa bienvenida, con el rostro de Trump o las banderas estadounidenses diseminados por la capital, contrasta con la frialdad de la última visita de Obama, cuando el monarca ni siquiera estuvo presente en el aeropuerto.

Las lisonjas continuaron en palacio, donde Salman le condecoró con el collar de Abdelaziz al Saud -el fundador de la estirpe-, la máxima distinción civil concedida por el reino a un dignatario extranjero. De su encuentro con Salman solo trascendió uno de los comentarios que el rey absoluto compartió con el magnate. "Siria -esbozó- era uno de los países más avanzados. De allí procedían nuestros profesores. Por desgracia, ellos mismos han llevado la destrucción a su país. Requiere de mucho esfuerzo pero un país se puede destruir en cuestión de segundos".

A última hora de la tarde, Trump se reunió con los príncipes herederos, Mohamed bin Nayef y Mohamed bin Salman, el treintañero artífice de la ambiciosa reforma económica que trata de librar al país de "la adicción al petróleo". "Un día formidable", declaró escuetamente Trump en declaraciones a la prensa. "Cientos de miles de millones de dólares en inversiones para EU y empleos, empleos y empleos. Me gustaría dar las gracias a toda la gente de Arabia Saudí", agregó.

La felicidad del inquilino del despacho oval estaba estrechamente ligada a la rúbrica definitiva de un acuerdo de venta de armas por valor de 110,000 millones de dólares negociado por su yerno Jared Kushner. El contrato incluye la adquisición de navíos, tanques y un sofisticado un sistema de radar diseñado para derribar misiles balísticos y contempla, además, la opción de elevar la inversión hasta los 350,000 millones de dólares a lo largo de la próxima década.

El pacto tiene como propósito "apoyar las necesidades de Defensa de Arabia Saudí", el cuarto país del planeta en gasto militar que acaba de establecer una nueva empresa estatal con la aspiración de convertirla en una de las firmas más potentes en 2030. En un foro paralelo, la delegación comercial también cerró el ensamblaje en Riad de 150 helicópteros Lockheed Martin Blackhawk por valor de 6,000 millones de dólares y un acuerdo de 50,000 millones con el gigante petrolífero público Aramco. Una fiebre armamentística que tiene como escenario la guerra regional que la monarquía saudí libra con Irán en Siria o Yemen, víctima de dos años de intensos bombardeos de la aviación saudí.

"A pesar del acuerdo nuclear alcanzado por Obama, la nueva administración ha renovado su inquietud por el expansionismo iraní y está prestando apoyo a los esfuerzos de las potencias regionales para desafiar a Irán en Yemen, Siria o Irak a través del respaldo diplomático, militar o logístico", detalla Al Arian.



JMRS


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