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El ISIS contra todos
Luz Gómez García, El País
El terror entre los coptos, que son el 10% de la población, viene sembrándose desde hace tiempo, y esta comunidad, profundamente egipcia, se resiente de ello: su respuesta mediante el repliegue comunitario, la emigración y el alineamiento con el régimen de Abdelfatá al Sisi y su represión de los islamistas, hipoteca cualquier futuro democrático del país. Todos estos atentados están dirigidos contra lo que simboliza el régimen: los coptos pagan con sus muertos el golpe de Estado de 2013, auspiciado por Arabia Saudí y sancionado por Occidente. Esta cadena de atentados escenifica en suelo egipcio la lucha que el ISIS mantiene contra Occidente y sus satélites. Que no es lo mismo que una lucha contra la cristiandad, aunque a ratos así se venda por ambas partes. Para el ISIS poca diferencia hay entre una misa en El Cairo y un concierto pop en Manchester, entre un autobús cargado de peregrinos en Minia y un mercado en hora punta en Bagdad. El mundo se divide en blanco y negro, en wala/bará según su terminología (“alianza o ruptura”), y su objetivo, lo cual es un indicio de su debilidad, son los más vulnerables. Esto marca una diferencia fundamental con los yihadistas de los setenta, los “inventores” del yihadismo, cuya praxis distaba mucho de la del ISIS, pues aquellos asesinaron al presidente Sadat a cara descubierta y durante un desfile militar, y aspiraban a tomar el poder a la manera revolucionaria clásica. Los yihadistas del siglo XXI, los herederos de Al Qaeda, no buscan arrebatar el poder a los Estados. Su utopía es más irredenta tras los sucesivos fracasos del asalto a la mezquita de La Meca (1979), la guerra civil argelina (1992-1999) y la pérdida de Afganistán (2002). El yihadismo del ISIS es, a diferencia del de Al Qaeda, posmoderno y rizomático: la toma del poder consiste para ellos en el ejercicio cotidiano y globalizado de la violencia. Con cada nuevo atentado, sea teledirigido como el de Minia o de planificación personal como el reciente de Manchester, el ISIS avanza en su propósito de descomponer el mundo que conocemos. Sobre todo porque la estrategia global para combatirlo, más violencia y menos libertades, es su mejor aliado. yoselin |
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