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Las relaciones internacionales de los alimentos


2017-06-30

KATTYA CASCANTE, Política Exterior


Problemas como el hambre y la obesidad y recursos como el agua y la energía están relacionados con un mismo fenómeno: la redistribución de alimentos. El funcionamiento del sistema agroalimentario mundial se rige, no obstante, por criterios de rentabilidad financiera.

Más de 1,000 millones de personas, alrededor de una séptima parte de la población mundial, sufren algún tipo de restricción alimentaria y no alcanzan los niveles de nutrición que la Organización para la Agricultura y Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) considera esenciales para combatir y erradicar el hambre. Según el relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación entre 2000 y 2008, Jean Ziegler, esta situación fue responsable del 58% de la mortalidad en 2006. Al mismo tiempo, el Banco Mundial confirmaba en 2016 que un tercio de los alimentos producidos en el mundo se pierden o desperdician, y que la mayoría de la población vive en países donde el sobrepeso y la obesidad se cobran más vidas que la insuficiencia nutricional.

El hambre y la obesidad son consecuencias de un mismo problema, la redistribución de alimentos. Este problema, además, es compartido con recursos imprescindibles como el agua y la energía. Los alimentos, el agua y la energía condicionan los límites de sostenibilidad y de justicia global del planeta. Un desafío que, entre otras consecuencias, se concreta en el hambre, un fenómeno que no se debe a la escasez, sino al insuficiente y en ocasiones inadecuado acceso a los alimentos para todos los habitantes.

Este planteamiento del problema de la redistribución de alimentos considera una definición del fenómeno de la globalización más ideológica que economicista, por lo que al concebirse así se entenderá no como la consecuencia de la dinámica económica mundial, sino la causa de que dicha dinámica adquiera esta forma. Un proceso por el cual, los Estados nacionales son debilitados por fuerzas y actores transnacionales, y brinda a la política la capacidad de suplantar al mercado. De esta manera, la ideología neoliberal es la causante del auge del capitalismo financiero, frente a otra interpretación según la cual la propia dinámica del capital financiero es la causante de la globalización. En esta lógica, destacan dos procesos que han determinado el actual comportamiento del sistema internacional agroalimentario: la financiarización de la economía y la securitización de la alimentación sobre la producción y el acceso a los alimentos.

La financiarización de la economía

El origen de la especulación financiera se produce cuando el capital puede moverse sin ningún límite temporal ni espacial. Con la reconstrucción posterior a la Segunda Guerra mundial aumentó la cantidad de dinero en la economía mundial, y esta acumulación fue el origen de lo que se conoce como “financiarización”, en la que la disposición de capital incentivó la inversión en títulos financieros de diversa índole, como son las acciones y los bonos (públicos y privados). Se generó así una riqueza virtual a partir de la real, pero con una valoración independiente de esta. La especulación en el mercado de divisas se multiplicó exponencialmente como estrategia financiera. Se trata de un proceso vinculado a la globalización financiera, donde los mercados financieros nacionales comienzan a integrarse en un mercado global. Es decir, tanto los beneficios empresariales y los ahorros privados (entre ellos, la Seguridad Social privatizada) como las reservas monetarias de los países se dirigieron a un único mercado global de títulos financieros, encargado de distribuirlos mundialmente conforme a criterios de rentabilidad propios… 



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