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El gobierno de Theresa May, una jaula de Grillos


2017-07-17

Luis Ventoso / ABC.es


El revés electoral del pasado 8 de junio, cuando se presentó como «una líder fuerte y estable» y acabó perdiendo la mayoría absoluta que había heredado de Cameron, ha convertido a Theresa May, de 60 años, en eso que el argot político anglosajón llama «un pato cojo», un líder ya de salida. Su autoridad está muy mermada y este fin de semana sus ministros se han peleado en público. Los miembros más ambiciosos de su ejecutivo (Boris Johnson y David Davis) intrigan sin mucho disimulo de cara a su futuro relevo, que algunos ven posible en fecha tan temprana como el congreso tory de otoño, pero que lo más probable es que tarde al menos dos años. En pleno comienzo de la segunda ronda de negociaciones del Brexit, el Gobierno inglés semeja una jaula de grillos, que se atacan en el patio mediático a golpe de filtraciones a la prensa.

La división del gabinete nace del debate europeo, que también ha partido en dos a la sociedad británica y que en su día ya les costó el puesto a Thatcher y John Major. Philip Hammond, el ministro de Economía, busca un Brexit posibilista, que «ponga por delante los empleos», salvaguardando sobre todo los intereses de la City de Londres. Pero su visión moderada y realista choca con los llamado «Tres Tenores del Brexit» del Gobierno: Boris Johnson, de 53 años, ministro de Exteriores y mascarón de proa en su día de la triunfal campaña del Leave; David Davis, de 68 años, el veterano euroescéptico que dirige las negociaciones del Brexit; y Liam Fox, un médico eurófobo de 55 años que ocupa la cartera de Comercio. Los tres cultivan un idealismo nacionalista, que a juicio de Hammond es utópico y no tiene en cuenta los hechos contables.

Tras la inesperada crecida electoral de Corbyn apelando a disparar el gasto social, Boris Johnson y David Davis se han subido a la ola populista, en parte para cultivar una imagen amable como posibles sucesores de May. Ambos abogan por levantar el tope de subida del 1% que pesa sobre los salarios de los empleados públicos desde 2013. Hammond se opone. Recuerda que el país está ya muy endeudado y que ese gesto obligaría a subir los impuestos o acometer recortes en otras parcelas. El importante Instituto de Estudios Fiscales, un respetado centro de análisis, da la razón al canciller y calcula que para subir más los sueldos de los funcionarios se necesitaría disponer de 30,000 millones de libras, que deberían obtenerse con impuestos y recortes, salvo que se quiera asumir todavía más deuda.

La filtración de la semana pasada ha dolido a Hammond y quienes lo apoyan. «The Sun», el diario amarillo que es el de más venta del país, aseguró que en el consejo de ministros el titular de Economía comentó que los maquinistas ferroviarios cobran demasiado, porque hoy llevar un tren «es tan sencillo que hasta podría llevarlo una mujer». Hammond niega haber dicho esa frase machista. En los corrillos de Westmisnter se cree que la filtración puede llevar la firma de Michael Gove, tan inteligente como intrigante, quien acaba de volver al Gobierno como ministro de Medioambiente. Gove fue el colíder junto a Johnson de la campaña del Brexit, aunque luego lo traicionó, y antes del volver al Ejecutivo había trabajado como periodista en «The Times», propiedad de Rupert Murdoch, al igual que «The Sun».

Hammond no se ha quedado callado. «Deberían estar un poco más centrados en el trabajo que tienen entre manos, se supone que lo que se habla en el Gabinete es un ámbito privado», respondió a sus enemigos del Gobierno el domingo en una entrevista en la BBC. Y siguió: «Si quieres mi opinión, creo que parte del ruido está siendo generado por gente que no está contenta con el plan que he fomentado para un Brexit centrado en proteger nuestra economía y empleos y garantizar que en el futuro podremos mantener nuestro nivel de vida». El ministro facilitó además el dato de que quienes cobran del sector público ganan a día de hoy un 10% más que los que lo hacen en las empresas privadas, un argumento a favor de su negativa a no levantar el tope del 1% en la subida de los sueldos de los funcionarios.

La bancada brexitera del Partido Conservador mientras tanto se desahoga contra Hammond en su prensa amiga, desde el anonimato y con palabras gruesas: «Philip quiere joder el Brexit», dice un parlamentario tory eurófobo en el «Telegraph».

La pelea en el gallinero de May no es solo entre «remainers» y «leavers». David Davis y Boris Johnson aspiran a relevar a May y eso ya se traduce en fricciones entre ellos, a pesar de que los dos apoyaron el Leave y un relato del Brexit modelo cuento de la lechera. La semana pasada se celebró en el jardín del Número 10 de Downing Street un cóctel de verano, con asistencia de May, en el que Davis, en tono supuestamente distendido y humorístico, lanzó varias invectivas a Boris, visiblemente irritado ante las supuestas bromas.

Mientras tanto May trata de recuperar su ánimo. La semana pasada se cumplió un año de su llegada al poder. Al hilo de la efeméride, la primera ministra confesó que derramó lágrimas en la noche electoral, al ver que no había logrado la mayoría absoluta. Sus allegados reconocen que estuvo bastante deprimida durante unas semanas, pero aseguran que ya se está rehaciendo. El Número 10 ha tenido que salir a negar un comentario en la prensa que aseguraba que Philip May, el marido financiero de la primera ministra, está tratando de convencerla de que renuncie y que podría aprovechar para ello las vacaciones de montañismo que en breve iniciarán en Suiza.

May cuenta con una ventaja para mantenerse en el poder. El Comité 1922 del Partido Conservador, que organiza los relevos en el liderazgo tory, la apoya. Los tories son ante todo una gran máquina de poder y saben que la entronización de un nuevo líder probablemente obligaría a convocar otros comicios. La inesperada popularidad de Corbyn, al que incluso Tony Blair ve ahora algún día como inquilino del Número 10, podría empeorar todavía la delicada situación parlamentaria que tiene hoy el partido con May.

Para completar la fotografía de un Gobierno desunido y desorganizado, la semana pasada expertos burócratas de Whitehall criticaron que los equipos que asumen la ingente tarea administrativa del Brexit están infradotados y muy mal preparados.



yoselin


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