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Turquía, "país inseguro" para ciudadanos y empresas alemanes 


2017-07-26

CARMEN VALERO / El Mundo

Alemania se ha cansado de jugar al ratón y al gato con Turquía y de responder con mesura a los despropósitos de un presidente poseído por espíritus antidemocráticos desde el fallido golpe de Estado del pasado año. El Gobierno de Angela Merkel ha decidido proceder al exorcismo y declarado a Turquía país "inseguro" para sus ciudadanos y empresas. También pedirá en Bruselas una revisión de las ayudas comunitarias al país del Bósforo en calidad de candidato a la adhesión, unos 4.450 millones de euros hasta 2020.

"Alemania no puede garantizar la seguridad de sus ciudadanos e inversores en Turquía", afirmó el ministro de Asuntos Exteriores, Sigmar Gabriel al presentar unas medidas calificadas por la canciller de "necesarias" e "imprescindibles". Son más que palabras. Es un fuerte golpe a los intercambios comerciales y al turismo, sector estratégico en la economía de ese país y ya debilitado por la ola de atentados. Alemania tiene inversiones por más de 12,000 millones de euros en Turquía, donde hay unas 6,000 empresas germanas en activo y los intercambios comerciales superan los 37,000 millones de euros.

Aunque las relaciones entre Berlín y Ankara llevan meses enquistadas, las gotas que llenaron el vaso fueron la detención el pasado 5 de julio en Estambul de diez activistas de derechos humanos, entre ellos un alemán, y la noticia de que servicios secretos turcos habían elaborado una lista negra de individuos y - por primera vez - de empresas con supuestos "vínculos con el terrorismo". En esa lista habría entre 68 y 700 nombres de personas y empresas, desde los gigantes Damiler o BASF hasta restaurantes de comida rápida. Todos supuestamente relacionados con el movimiento Gülen, responsable del golpe según el presidente Recep Tayyip Erdogan, o con el partido kurdo PKK.

"En Turquía ya no rige el Estado de derecho. Se está deteniendo a personas de forma arbitraria y no se respetan los estándares consulares pactados a nivel internacional. Me recuerda a la (extinta Alemania comunista) RDA", declaró el ministro de Finanzas, Wolfgang Schauble. "Quien viaje a Turquía debe saber que no pasa las vacaciones en un Estado de derecho", agregó el titular de Justicia, Heno Mass.

La respuesta de Turquía ha sido la esperada. Del "no permitiremos el chantaje" o "es mentira que haya una lista negra de personas y empresas alemanas" se ha pasado a hablar de un "error de comunicación" o a ensalzar la importancia de la amistad con Alemania, el socio comercial más importante para Turquía en la UE y donde viven 3,1 millones de turcos.

Para Alemania, con elecciones generales a la vuelta de la esquina y una lista de agravios demasiado copiosa, que incluye la negación de visitas parlamentarias a los soldados alemanes en misión internacional estacionados en Turquía o privación de ayuda consular a detenidos bajo acusaciones no probadas, los tejemanejes de Erdogan en su deriva autoritaria han ido demasiado lejos.

"No podemos continuar como hasta ahora, debemos ser más claros para que Ankara entienda que su política tiene consecuencias", subrayó Gabriel, convencido de que el gobierno de Erdogan vulnera los valores y principios comunitarios y desoye igualmente los de los aliados de la OTAN. "Hemos tenido paciencia, hemos confiado en un regreso a la sensatez, pero una y otra vez nos vimos decepcionados".

Para el primer ministro bávaro y líder de la Unión Socialcristiana (CSU), Horst Seehofer, resulta cada vez más evidente que "Turquía no puede ser uno más en la UE y que hay que poner punto final a las negociaciones". En la CDU de Merkel e incluso en los socialdemócratas del SPD son cada vez más los que piensan como él.



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