Formato de impresión


Como recuperar el estado de derecho


2017-08-22

Almte. Manuel Rodríguez Gordillo

"La seguridad y la libertad no son dádivas de
poderosos o delincuentes, sino derechos irrenunciables
de los pueblos con dignidad y dispuestos a defenderlas"

"Estrategias anticrimen"

Cuando observamos la escalada de inseguridad y corrupción impunes existentes en México, lo que mas sorprende es la pasividad de una ciudadanía sometida, tanto por la delincuencia que la mantiene en un estado de sitio de facto, como por una burocracia ladrona y corrupta que la victimiza, dado que la protesta que se hace se asemeja más a una lamentación simbólica, no alcanza más allá de las charlas y reclamos altisonantes en las mesas de café o peñas de amigos, que marchan en paralelo con la molicie e indolencia corrupta de de quienes dicen representarlos en las cámaras legislativas, sin que dichos gestos y actitudes representen solución alguna, lo que satisface y a quienes metalegalmente mangonean el patrimonio nacional desde los puestos públicos y el privado de los ciudadanos desde las cloacas delincuenciales, aprovechando su permisividad y mansedumbre, que al parecer los tiene acostumbrados la histórica corrupción gubernamental que vivimos los mexicanos.

Ante este escenario de catarsis declarativa estridente y de una  tolerancia pasiva que no cambia absolutamente la situación de sometimiento impuesta por los hampones ya adueñados de la vida ciudadana, haciendo evidente el control que tienen del quehacer oficioso de las autoridades encargadas de la seguridad y de la paz interna de nuestro país, práctica que ya ha convertido al sistema político en una “cleptocracia” que simula gobernar únicamente a base de discursos y de promesas incumplidas, sistema que se apoya en  un hato reclutado entre el “lumpen ciudadano”, al que moviliza en marchas de acarreados, quienes a su vez simulan con pancartas y coros delirantes un apoyo cómplice, siempre dispuesto a entregarle su aplauso mercenario y su sumisión a cambio de dádivas y baratijas por los sufragios durante los comicios electorales.

Dentro de esta situación de “Gatopardismo” extremo se han vuelto muy recurrentes los discursos de las autoridades sobre la necesidad de atender el “grave problema” de la seguridad ciudadana, acompañándolos de abundante exhibición mediática (al estilo de carpa arrabalera), de algunos funcionarios corruptos que traicionaron la “Omertá” del sistema y cayeron en desgracia, para así mantener entretenida a la ciudadanía y simular que “se está trabajando la solución del asunto”, aunque la situación real de corrupción gubernamental y de actividades delictivas de los cárteles criminales efectuando secuestros, violaciones, el cobro de piso a los comerciantes por las mafias, los robos y los asaltos, vayan en aumento.
 
La realidad en la que estamos viviendo los habitantes de la República Mexicana mucho se asemeja al de un camino sinuoso descendente, rodeado de trampas de toda laya, ya se trate de las del crimen organizado y las de la burocracia corrupta que antepone sus intereses personales a sus obligaciones del servicio que les impone el puesto que ocupa, donde la sorpresa de verse atacado y despojado acecha permanentemente, situación que vuelve inútil todo esfuerzo honesto y dentro de los procedimientos legales, debido a la incertidumbre, ya que todo plan de desarrollo, sea que se trate de aspiraciones personales empresariales o de programas políticos para el bienestar general, esta incertidumbre y la falta de garantías sólidas de parte de las autoridades ha sido el talón de Aquiles que mantiene a México en desventaja con sus pares internacionales, y el impedimento para que México pueda emerger del subdesarrollo tecnológico y dejar de ser uno de los países con mayor grado de corrupción.

Tal parece que el único camino viable a seguir para que la sociedad en general pueda alcanzar un nivel de seguridad aceptable, sin temores a ser despojados de sus bienes o agredidos en sus derechos y seguridad personal o familiar por quienes de manera organizada y sistemática han hecho de la criminalidad una forma de vida, actuando impunemente y fortaleciéndose cada vez más como un poder fáctico bajo la permisividad de las autoridades, hasta convertirse actualmente en una amenaza para las propias instituciones de gobierno, a las que han infiltrado y corrompido, además de arrinconar a la población como víctima cautiva a la que solamente parece quedarle el camino de asociarse como ciudadanos exigentes e intolerantes ejerciendo el derecho constitucional de la “Légítima defensa”, para librarse del yugo criminal que pretende someterla, gracias a la mentira y el cinismo cómplice de la criminalidad infiltrada en las esferas de gobierno, quienes cínicamente dicen representar al pueblo.

La estrategia antidelincuencia para protegerse del crimen organizado y de la burocracia corrupta y ladrona, insisto, es la firmeza de una intolerancia activa que exija la creación de un verdadero estado de derecho y de seguridad ciudadana, defenestrando a los funcionarios que antepongan sus intereses personales, de la sociedad y de la nación, sin que importe el nivel jerárquico que ostenten, y ejerciendo el derecho natural de la legítima defensa ante las pandillas organizadas como empresas criminales.

El análisis de la situación desde todos los ángulos que se haga siempre conduce a que corresponde a la ciudadanía (sin excluir a los miembros del gobierno verdaderamente comprometidos con México, como son la mayoría de quienes componen las FF. AA.), quienes son los que deben poner las cosas en su lugar, como camino inicial para poder acabar con la corrupción y el sometimiento a los poderes fácticos de la criminalidad organizada, que ya no solamente infiltró las esferas de gobierno, sino que en muchos casos (como ha quedado en clara evidencia y ha sido difundido recientemente por los medios), está ocupando altos puestos en la administración pública, por lo que sería absurdo dejarlo la solución del problema en sus manos, dado que han demostrado que no pueden ni quieren encauzar a México dentro de la legalidad y del bienestar de la población, pues dejarlo en sus manos equivaldría a pedirle al delincuente que él sea quien se castigue.... ya que sería una burla grotesca a la ciudadanía y una traición a México.

Como colofón a todo lo anteriormente señalado cabe preguntarse.... ¿Cuál es la diferencia entre un miembro del crimen organizado que impone cobros a los dueños de empresas bajo amenazas veladas de causar algún tipo de daño patrimonial o a la integridad física , con los servidores públicos o del poder judicial de la alta y/o mediana burocracia, que exige pagos metalegales bajo la amenaza velada de obstruir un trámite o la impartición de justicia?..... ¿Acaso no actúan bajo las mismas premisas en contra de una ciudadanía a la que supone indefensa?.... ambos forman parte de mafias consentidas por las autoridades, ya sea por miedo o por las dádivas que derraman a su alrededor para ser toleradas y/o apoyadas por ellas, en una red de complicidades de gente experta en la simulación y en la farsa oratoria de discursos y promesas.

Analícelo a fondo estimado lector y encuentre Ud. sus propias conclusiones.



JMRS


� Copyright ElPeriodicodeMexico.com