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Neymar y Messi liderarán la esperanza mundialista


2017-10-11

Ezequiel Fernández Moores, The New York Times

Invitado a exponer en 1997 en un congreso de deportes en Copenhague, el uruguayo Eduardo Galeano intentó explicar por qué el fútbol seguía siendo una pasión tan popular en Sudamérica, más allá de las manipulaciones políticas y del negocio. Habló Galeano de los intelectuales de derecha que consideraban al fútbol culpable de que “el pueblo piense con los pies”; de los de izquierda que lo consideraban “culpable de que el pueblo no piense”. Pero “a la realidad de carne y hueso, este desprecio ni le va ni le viene” porque “las emociones colectivas”, dijo, “se hacen fiesta compartida o compartido naufragio, y existen sin dar explicaciones ni pedir disculpas”.

El martes por la noche hubo fiesta compartida en Argentina y en Colombia, que se sumaron a Brasil y Uruguay (su boleto era un hecho). Serán las cuatro selecciones de Sudamérica de presencia asegurada en el Mundial de Rusia 2018. Y también hubo fiesta compartida en Perú, que se clasificó quinto y deberá jugar un repechaje decisivo contra Nueva Zelanda. En Chile, en cambio, hubo “compartido naufragio”: el bicampeón consecutivo de las Copas América en 2015 y 2016 se despidió de Rusia goleado 3-0 por un Brasil que atraviesa una fuerte crisis ética, pero no en su lujosa selección de fútbol ni su DT Tité, que desoyó encuestas que pedían dejarse perder para que la Argentina se quedara sin ir al mundial. La fiesta de clasificación albiceleste, en rigor, es fiesta del fútbol. Porque Rusia 2018, que ya no tenía a China, tampoco tendrá ahora a Estados Unidos, superpotencias políticas y comerciales. Pero sí sumó este martes a Cristiano Ronaldo y a Messi.

“Las eliminatorias sudamericanas son terribles, las más difíciles del mundo”, había dicho días antes Gianni Infantino, presidente de la FIFA, al diario argentino La Nación. La Argentina de Messi venía de ser finalista no solo de las dos últimas Copas América (perdió ambas contra Chile por penales), sino también del Mundial de Brasil 2014. Pero su eliminatoria para ir a Rusia fue un calvario. Cambió de tres conducciones en la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), tuvo también a tres técnicos distintos y hasta buscó cambiar suerte mudándose al estadio salvaje de la Bombonera. Fue inútil el jueves pasado contra Perú (1-1). Pero “Dios es argentino”, dijeron sus hinchas, porque la selección, que sumaba apenas tres de doce puntos en sus cuatro últimos partidos, igualmente seguía viva. Dios, en realidad, fue Messi. En Quito, una selección novata de un Ecuador ya eliminado sorprendió con un gol a los 40 segundos. Toda Argentina se paralizó. Hasta la banda irlandesa U2 debió retrasar el inició de su recital en la ciudad de La Plata. Y Messi puso fin al sufrimiento rompiendo una increíble sequía goleadora del cotizado ataque argentino. Messi nunca había marcado jugando en altura. Lo hizo de a tres. Suma ahora 61 goles en 122 partidos como máximo goleador histórico de Argentina. Se convirtió además en el máximo goleador de la región en la historia de las eliminatorias sudamericanas. “Es el dueño del juego”, lo definió Javier Mascherano, líder veterano de una Argentina obligada a mejorar mucho.

Durante el himno, Messi permaneció inmóvil. Sin cantar, como siempre, y, esta vez, con la cabeza llamativamente gacha. Sus críticos ya tenían la foto en caso de fiasco. “Estaba concentrado”, dijeron sin embargo luego del 3-1. Un pánel televisivo (son toda una costumbre en la TV argentina) frenó su debate postriunfo para mostrar las primeras imágenes de celebración en el vestuario ganador de Quito. “No me importa lo que digan esos putos periodistas”, cantaban los jugadores, que tras la victoria rompieron igualmente su larga veda de silencio con la prensa. Como nunca, en esta eliminatoria, el fútbol argentino cambió historia por histeria. Sin embargo, fiel a su estilo, Messi, apenas salió del vestuario, solo habló de futuro. El más inmediato lo tendrá en Barcelona, en una Cataluña que está en llamas con sus reclamos independentistas, que incluyen al equipo blaugrana. Messi salió de un infierno y ahora entrará en otro.

Cuando se jugaban los segundos tiempos de la última fecha sudamericana (todos los partidos comenzaron a la misma hora), la TV argentina comenzó a celebrar los resultados de las otras canchas. “Nunca pensé que me alegraría tanto un gol de Brasil”, dijo el comentarista al anunciar el doblete de Gabriel Jesús (socio cada vez más promisorio de Neymar) y de Paulinho. La Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) podrá tener a sus tres últimos presidentes presos o solicitados por el FBI. Ajena a todo, la selección de Neymar llegará a Rusia como firme aspirante al título. No irá en cambio Chile, cuya “generación dorada” liderada por Arturo Vidal, Alexis Sánchez, Claudio Bravo y Gary Medel parece anunciar que se cumplió un ciclo. Dos técnicos argentinos (Marcelo Bielsa y Jorge Sampaoli, ahora con la albiceleste) la habían llevado a los dos mundiales anteriores. Otro argentino (Juan Antonio Pizzi) cosechó apenas un 40 por ciento de puntos y la dejó sin Rusia. En Chile reclaman ahora el arribo de Manuel Pellegrini, ex de Real Madrid, el DT chileno mejor cotizado desde hace años.

Toda una paradoja, Chile se benefició por protestar la inclusión indebida de un jugador boliviano tras un empate en Santiago. Pero esa misma resolución terminó beneficiando más a Perú, que recibió puntos de un partido que había perdido y así le quitó a Chile la última esperanza del repechaje. La despedida chilena incluyó acusaciones de la esposa del arquero Claudio Bravo, que aseguró que algunos jugadores llegaron borrachos a los entrenamientos. “Compartido naufragio”. En Lima, el duelo también de dos técnicos argentinos, Ricardo Gareca en Perú y José Pekerman en Colombia, terminó 1-1. James Rodríguez abrió la cuenta, pero Colombia se complicó otra vez con un nuevo error del arquero David Ospina, que metió dentro del arco un tiro libre indirecto ejecutado por Paolo Guerrero. Radamel Falcao se enteró primero que nadie que Venezuela ganaba 1-0 en Paraguay. Habló uno por uno con todos los defensores peruanos. Fueron evidentes sus reclamos para acordar un pacto de no agresión. Los minutos finales se jugaron en la mitad de la cancha.

En Montevideo, el Uruguay del Maestro Óscar Tabárez aseguró su tercera clasificación seguida tras vencer 4-2 a Bolivia con doblete de Luis Suárez y uno de Edinson Cavani. Pero los históricos socios de ataque de la Celeste discutieron demasiado en pleno partido y dejaron una alarma inesperada. En Asunción, finalmente, Venezuela, colista de la eliminatoria, cerró con inesperado triunfo 1-0 ante un Paraguay que estaba aferrado a un milagro para ir al repechaje. “Vencimos pese a que tuvimos llamadas peligrosas y a que recibimos visitas femeninas en la concentración”, denunció tras el partido Rafael Dudamel, DT de Venezuela. Asunción es justamente la casa de la Conmebol, que cerró una de sus eliminatorias más dramáticas. Más difícil será en Rusia. Europa ganó los tres últimos Mundiales: Italia en Alemania 2006, España en Sudáfrica 2010 y Alemania en Brasil 2014. Neymar y Messi liderarán la esperanza de recuperar el trono. 



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