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Kirchner y el peronismo, en la encrucijada


2017-10-23

CÉSAR G. CALERO / El Mundo

Cristina Fernández de Kirchner cosechó ayer su primera derrota electoral como candidata en los últimos 30 años. Aunque logró un escaño para el Senado por la provincia de Buenos Aires, quedó por detrás del candidato oficialista en las elecciones legislativas. El presidente Mauricio Macri batió así a la principal referente de la oposición, cuyo futuro político está además supeditado a las causas judiciales por corrupción. La debacle del peronismo deja al movimiento en una encrucijada y sin un recambio sólido para la renovación.

"Unidad Ciudadana ha venido para quedarse", tranquilizó Kirchner a sus simpatizantes al reconocer la derrota. Su nuevo frente político perdió por cuatro puntos pero obtuvo un nada desdeñable 37% de los votos en la provincia más poblada del país (casi el 40% del padrón electoral). Y a nivel nacional, los kirchneristas se adjudican alrededor del 25% de los votos. Un resultado alejado de la primera fuerza política del país, la coalición Cambiemos (que rozó el 42%), pero muy superior a cualquier otra opción peronista.

Aunque es consciente de que la derrota frena sus expectativas políticas, la ex presidenta no está dispuesta a entregar su millonario caudal de votos a unos rivales internos que el domingo fueron vapuleados en las urnas. La relación entre Kirchner y los barones del Partido Justicialista (PJ) siempre estuvo supeditada a la caja presupuestaria de la Casa Rosada. Cuando Macri desalojó del poder al kirchnerismo en diciembre de 2015, las discrepancias salieron a la luz. El asunto de fondo es que muchos de esos barones nunca han considerado a Kirchner como una auténtica peronista. La ex mandataria renunció al sello del PJ (matriz de todas las familias peronistas) al lanzar su nuevo proyecto político, Unidad Ciudadana, en busca de una mayor transversalidad. Sin embargo, la maquiavélica dirigente sabe moverse entre dos aguas. En el cierre de la campaña electoral, apeló a las figuras de Evita y Perón ("ambos votarían hoy a Unidad Ciudadana", clamó ante miles de seguidores).

Corrupción y luchas internas

Al peronismo, herido pero no muerto, le urge recomponerse. Aquellos líderes que asomaban la cabeza como futuros recambios (Juan Manuel Urtubey, Sergio Massa, Florencio Randazzo) sufrieron el ayer un duro revés en sus respectivas provincias. Kirchner está convencida de que las urnas le han entregado a ella una vara simbólica para liderar la oposición. Ahora tendrá que librar una lucha encarnizada con los dirigentes provinciales del movimiento que ya están pergeñando un futuro del peronismo sin su presencia.

La ex presidenta tiene una razón poderosa para no apearse de la primera línea de la política. Cuenta ahora con el aforamiento del Senado para protegerse ante las causas judiciales por corrupción en las que está involucrada. El próximo jueves se reanuda su calvario en los tribunales. Y un día antes, el Congreso podría dejarle un grave aviso para navegantes si finalmente le retira los fueros al diputado Julio de Vido, uno de los principales ex ministros kirchneristas, con un pedido de detención por corrupción.

Mientras el peronismo se rearma, Macri celebra su victoria. Cambiemos ganó en los cinco principales distritos electorales de Argentina, algo que no sucedía desde 1985, y las urnas situaron al centroderecha como la fuerza preponderante en casi todo el país. El presidente pondrá en marcha a partir de ahora una serie de reformas económicas y políticas para cuya aprobación convocará a un gran acuerdo nacional, según avanzó en rueda de prensa. Aunque no tiene todavía mayoría en el Parlamento, la contundencia de la victoria electoral refuerza su mandato. "Haremos las reformas con todo el gradualismo que podamos", precisó.



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