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Donald Trump también ignora los derechos humanos en Filipinas 


2017-11-14

 

JAVIER ESPINOSA 

Como ya hizo en China, el presidente Donald Trump eludió hoy cualquier alusión a las violaciones de los derechos humanos que se han achacado a las fuerzas de seguridad filipinas en su reunión con el líder local, Rodrigo Duterte, con quien dijo haber mantenido "una excelente relación".

El mandatario llegó a reírse cuando los periodistas que acudían a su encuentro con Duterte le preguntaron a este último por las miles de víctimas que según las ONGs han sido ejecutadas por la policía filipina en su llamada "guerra contra la droga" y el presidente abroncó a los informadores y los llamó "espías".

"¡Whoa, whoa! Esto no es una declaración a la prensa, es un encuentro bilateral ¡Ustedes, ustedes son los espías!", señaló Duterte.

Según el portavoz presidencial filipino Harry Roque, "la cuestión de los derechos humanos no surgió" en las conversaciones entre los dos líderes. "No fue mencionado", añadió.

Roque explicó que fue el propio Duterte el que aludió a su polémica ofensiva contra el tráfico ilegal de estupefacientes, que calificó de "amenaza" y Trump simplemente "pareció comprensivo, sin expresar una posición oficial. Se limitó a asentir con la cabeza".

Una representante de la Casa Blanca, Sarah Sanders, precisó que el asunto se trató de forma "muy breve" cuando se habló sobre el citado tema del tráfico de drogas.

Duterte ya se había jactado el domingo de contar con la aquiescencia de Trump hacia su expeditiva política respecto a las drogas. "Me dijo cosas del tipo: ya sabes, lo manejas muy bien", declaró.

El dirigente norteamericano se refirió a esta problemática en abril y lejos de criticar la avalancha de ejecuciones extrajudiciales dijo que Duterte estaba haciendo "un trabajo increíble" al respecto.

La entrevista de Trump y Duterte se produjo en el marco de la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático que se celebra en Manila, donde participan líderes de todo el mundo.

Expertos de Naciones Unidas habían exigido el viernes que los estados que participan en esta cita acordaran una solución a las incontables violaciones de los derechos humanos -incluidos miles de asesinatos- que está provocando esta ofensiva no sólo en Filipinas sino también en Indonesia.

Las ONG estiman en 13,000 las muertes

Manila sostiene que desde que Duterte inició esta acometida a principios de su mandato han muerto cerca de 4,000 personas vinculadas al turbio negocio, una cifra muy inferior a la que estiman las ONGs, que han contabilizado cerca de 13,000 víctimas mortales y han acusado al gobierno de apadrinar escuadrones de la muerte especializados en asesinar tanto a traficantes como consumidores.

La ausencia de cualquier referencia a los derechos humanos en esta convocatoria podría completarse ante la previsible ausencia de mención a la limpieza étnica que han sufrido los Rohingya en Birmania, según el proyecto de declaración final al que tuvo acceso Reuters.

En dicho texto se menciona la importancia de mantener la asistencia humanitaria a las víctimas de los desastres naturales en Vietnam, a los desplazados de la ciudad filipina de Marawi -destruida en los combates con milicianos del Estado Islámico- y las "comunidades afectadas" del estado birmano de Rakhine, sin usar siquiera el nombre de los Rohingya, un vocablo que Birmania se niega a utilizar. El escrito tampoco aclara lo acaecido en esa región de Birmania ni cual es la situación actual de los refugiados.

Protestas al comienzo de la cumbre

Coincidiendo con el comienzo de la cumbre, varios miles de filipinos -en su mayoría vinculados a movimientos izquierdistas- se enfrentaron a las fuerzas de seguridad en unos disturbios que dejaron decenas de contusionados según la prensa local. Las protestas estaban dirigidas contra la presencia de Trump y las ejecuciones extrajudiciales que apoya la administración de Rodrigo Duterte.

Una imagen del presidente norteamericano cuyas extremidades conformaban una esvástica nazi acabó siendo quemada en una de las avenidas capitalinas.

"Tememos que acabarán apoyándose mutuamente y serán los mejores amigos. Eso sería un problema porque sabemos que Trump es un fascista, racista e imperialista", señaló Renato Reyes, portavoz de los manifestantes.

La policía interrumpió el avance de los convocados con cañones de agua y alarmas sónicas, y algunos militares respondieron con piedras y palos.



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