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México es el único país de América Latina que gana competitividad desde 2010 


2017-11-15

Ignacio Fariza, El País


El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) no ha cumplido todas las expectativas que se depositaron en él: lejos de converger, la renta per cápita mexicana se ha alejado de la de sus compañeros de viaje en el mayor pacto comercial del planeta –Estados Unidos y Canadá–. Tampoco ha logrado integrar al sur del país en el comercio internacional ni aportado su granito de arena en la superación de la pobreza extrema y la marginalidad en la que viven millones de mexicanos. Sin embargo, el acuerdo hoy puesto en tela de juicio por Donald Trump ha desligado el rumbo económico de México del del resto de Latinoamérica, ha ofrecido al país norteamericano un potente refugio frente a uno de los grandes males de la región –la excesiva dependencia de las materias primas– y ha permitido la sustitución efectiva del petróleo, hoy en declive, por un sector manufacturero que no ha dejado de crecer en las dos últimas décadas y que cerrará 2017 en niveles récord.

México es la única economía de América Latina y el Caribe que aumentó su competitividad exterior entre 2010 y 2015, según las cifras publicadas este miércoles por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en su Monitor de Comercio Exterior 2017. El acelerón de la competitividad se tradujo, además, en una subida del 7% en las exportaciones del país norteamericano –que ha apostado por la apertura como seña de identidad irrenunciable– que le sitúa como líder indiscutible regional en ventas al exterior, con un 40% del total. En el último lustro, el valor total de los productos exportados por México se disparó un 30%, frente a la contracción del 11% registrada en el resto de América Latina.

La región en su conjunto acusó, sin embargo, "un rezago de competitividad generalizado, con la única excepción de los productos primarios agropecuarios", subrayan los técnicos del BID. La mayor pérdida se registró en las manufacturas de origen industrial (-1,3%), justo el ámbito en el que México más destaca, y resulta "especialmente evidente" al excluir al país norteamericano de los cálculos: sin él, la competitividad exterior de Latinoamérica y el Caribe se desploma un 6,3%. Con estos datos en la mano, no es de extrañar que esta zona del mundo, una de las más activas económicamente en la primera década del siglo XXI –hasta que las materias primas dejaron de ser el gran maná exportador–, haya perdido cuota sobre el total de exportaciones mundiales: el 6,16% del comercio global registrado en 2010 pasó a un 6,07% cinco años después. "Es evidente la dualidad entre México y el resto de la región", subraya el organismo con sede en Washington.

Punto de inflexión coyuntural en las exportaciones latinoamericanas

Pese a la pérdida de cuota global, las exportaciones de bienes de América Latina y el Caribe regresaron a terreno positivo en la primera mitad de 2017 tras 25 meses consecutivos de caídas. La contracción del 3,3% registrada el año pasado se tornó en un crecimiento del 13,2% en el periodo enero-junio en términos nominales y del 3% en términos reales –todavía por debajo del ritmo de expansión del comercio mundial–. Las exportaciones de servicios, que ya habían superado el bache en 2016, también crecieron a un ritmo de casi el 10%.

Sin embargo, no se pueden echar las campanas al vuelo: "La reciente recuperación estuvo impulsada, esencialmente, por un repunte en el precio de los productos básicos [sobre todo, el crudo] y las proyecciones para el segundo semestre de 2017 indican una probable desaceleración del crecimiento", apostillan los especialistas del BID. "Los indicadores más recientes apuntan a un enfriamiento de la dinámica exportadora regional en el corto plazo y plantean interrogantes sobre la sostenibilidad de la recuperación". El sector de servicios, en cambio, sí muestra una resiliencia mayor y, por tanto, mejores perspectivas.

"América Latina y el Caribe se benefició del aumento de los precios del petróleo y de los productos básicos minerales, pero permaneció alejada de los polos más dinámicos del comercio real global", concluye el informe. Y este encarecimiento de las materias primas, aunque ha dado lugar a una mejora en la balanza comercial de la mayoría de países latinoamericanos, ha sido "insuficiente para recuperar los déficits acumulados en cuatro años de contracción continua", subraya el BID en referencia a la salida de la crisis global, periodo en el que las commodities sufrieron un pronunciado abaratamiento en los mercados internacionales y Latinoamérica pago sus consecuencias.

Superada la contracción comercial más larga de su historia reciente, el BID cree que la región se enfrenta ahora a un escenario "sustancialmente menos propicio" que el que prevaleció antes de la crisis financiera global. "El agotamiento del auge de los productos primarios que sostuvo por más de una década la demanda externa y las fallas endémicas de competitividad, que derivaron en una erosión de las cuotas de los mercados regionales y globales, señalan la urgencia de implementar políticas de estímulo a la productividad orientadas a mejorar el posicionamiento competitivo de la región en los mercados internacionales".

Comercio electrónico como tabla de salvación

En este contexto de frágil recuperación global, baja competitividad regional y creciente proteccionismo comercial, el comercio electrónico emerge como una "potencial fuerza revitalizante". Si bien su peso en América Latina sigue siendo marginal, el crecimiento de los últimos años ha sido "sustancial": las ventas empresa-consumidor en la región movieron 47,000 millones de dólares en 2015, último año para el que hay cifras disponibles, un 24% más que un año antes. Y esto es solo un aperitivo de lo que está por venir.

"América Latina y el Caribe tienen la oportunidad de expandir su presencia en el comercio electrónico transfronterizo", con tasas de crecimiento "sustancialmente por encima" de las del intercambio mundial de bienes. Pero, para ello, subraya el BID, es necesario superar antes numerosos obstáculos: los tradicionales al comercio, "cuya incidencia es proporcionalmente más costosa para los operadores de la nueva economía" y las barreras específicas relacionadas con la naturaleza digital del e-commerce. "El marco normativo de la región es relativamente incompleto y fragmentado, y hay amplios márgenes de reformas a disposición de los Gobiernos", cierran los técnicos del Banco Interamericano de Desarrollo.



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