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John Kelly, el freno de Jared Kushner


2017-11-28

Sharon LaFraniere, Maggie Haberman y Peter Baker, The New York Times

En una reunión del personal de más alto rango del gobierno del presidente Donald Trump, Reince Priebus, quien en ese entonces era el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, le planteó una sencilla pregunta a Jared Kushner: ¿cuáles eran las funciones de su recién creada Oficina de Innovación Estadounidense?

Kushner lo ninguneó, según personas que estuvieron presentes en la reunión. Kushner le preguntó: “¿Y a ti qué te importa?”, y enfatizó su punto con una grosería. “Está bien”, le contestó Priebus. “Haz lo que quieras”.

En los primeros días del gobierno de Trump, pocos se atrevieron a desafiar el poder de Kushner para diseñar su cargo u orientar la dirección de la Casa Blanca. Sin embargo, diez meses después de que se le diera margen para ocuparse de todo, desde la obsoleta tecnología del gobierno federal hasta la paz en el Medio Oriente, la etapa de ‘haz lo que quieras’ llegó a su fin.

Kushner, yerno y asesor sénior del presidente, que al parecer había estado en todas las reuniones y todas las fotografías, últimamente ha desaparecido de la vista del público y, según algunos colegas, ha tomado un papel más limitado tras bambalinas. Aún desarrolla un plan para finalizar el conflicto entre Israel y los palestinos —un objetivo que no han podido lograr presidentes ni diplomáticos en años— y se le ha dado el crédito de enfocar su atención en las necesidades tecnológicas del gobierno. Sin embargo, ya no se le ve como el consejero principal del presidente.

El nuevo jefe de Gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, ha mostrado ser menos permisivo que su predecesor. Kelly, un general retirado de cuatro estrellas que ha impuesto orden en una caótica Casa Blanca desde que asumió su cargo en julio, ha dejado en claro que Kushner debe ajustarse a una cadena de mando. “Jared trabaja para mí”, les ha dicho a sus adjuntos. De acuerdo con tres asesores del presidente, Kelly ha discutido incluso la posibilidad de que Kushner y su esposa, Ivanka Trump, dejen el Ala Oeste para fines de año.

Kelly negó eso en una entrevista el viernes. “Sinceramente, no he contemplado deshacerme de Jared e Ivanka”, dijo. También señaló que la Oficina de Innovación Estadounidense, que dirige Kushner, ha demostrado su valor y subrayó que hace poco envió a algunos miembros de esa oficina a Puerto Rico para que le informen sobre las condiciones en la isla afectada por el huracán.

Además, en un correo electrónico reenviado por la Casa Blanca, el presidente estadounidense señaló que aún confía en Kushner. “Jared trabaja muy arduamente para la paz entre Israel y los palestinos y lo último que yo haría sería interponerme ante esa posibilidad”, dijo Trump. “Jared ha sido muy eficaz desde los primeros días de la campaña y sigue siéndolo hoy en día. Entendió el movimiento entonces y ha sido útil en la implementación de la agenda por la que votaron los estadounidenses desde el inicio de mi gobierno”.

Determinar el papel de cualquier persona en la órbita de Trump es, por supuesto, un ejercicio peligroso. Los afectos del mandatario son caprichosos y tiende a mantener abiertas las relaciones incluso si ya son tensas. Un día cualquiera se dice que Trump depende menos de Kushner pero, por ejemplo, el mandatario verificó con su yerno la campaña al senado de Roy Moore en Alabama para calibrar sus posibles reacciones, según una persona que tuvo conocimiento de esas conversaciones.

No obstante, incluso quienes apoyan a Kushner reconocen que su papel ha evolucionado. Desde su punto de vista, eso refleja su éxito, no su fracaso. Dicen que al ayudar a expulsar a Priebus y Stephen Bannon, el principal estratega y luchador interno nacionalista del presidente, Kushner contribuyó a estabilizar la Casa Blanca, lo que le ha permitido enfocarse en sus propios proyectos en lugar de sentirse forzado a pensar en tantos asuntos tan diversos.

En los primeros meses de esta administración, Kushner por lo general pasaba cinco o seis horas al día con el presidente en lo que sus defensores describían como una estrategia defensiva para asegurarse de que otros no sacaran provecho del sistema persuadiendo a Trump de tomar decisiones sin consultar a los demás interesados en esos temas. Ahora, en un sistema menos libre, se espera que Kushner y otros ayudantes se mantengan en su propio carril.

Los críticos tienen una opinión menos generosa. Rick Tyler, un estratega republicano, dijo que los “poderes mágicos” atribuidos a Kushner parecen haberse esfumado. “Mientras Jared fue visto y no escuchado, fue capaz de desempeñar el papel del chico maravilla”, dijo. “Pero ahora ya no se le ve, solo nos queda preguntarnos qué pasó con el muchacho en el que su suegro puso las esperanzas de resolver los problemas de políticas públicas más intrincados del mundo, desde la paz en el Medio Oriente hasta reinventar al gobierno”.

Las especulaciones sobre el papel del Kushner se producen mientras la gran sombra de la investigación del fiscal especial oscurece la Casa Blanca. Los investigadores han interrogado a los testigos sobre el papel de Kushner en la política exterior durante la campaña y la transición presidencial, incluyendo su participación en un debate sobre una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que condenaba la construcción por parte de Israel de asentamientos en la ocupada Franja de Gaza, como ha informado The Wall Street Journal.

Una persona enterada de los interrogatorios, que pidió no ser identificada por la investigación, dijo que el fiscal especial, Robert Mueller, parece estar explorando el papel de Kushner como parte de su indagación sobre Michael Flynn, quien se convirtió en el asesor de seguridad nacional de Trump hasta que se le obligó a retirarse después de veinticuatro días en el cargo por no ser honesto al informar de sus contactos con el embajador ruso.

Algunos amigos de Kushner y su esposa dicen que a veces se han sentido tan desalentados de sus breves carreras en la Casa Blanca y por su círculo social cada vez más reducido, que aceptarían la primera oportunidad de regresar dignamente a Nueva York. En algún momento de este otoño, circuló la posibilidad de que Ivanka Trump pudiera remplazar a Nikki Haley como embajadora ante la ONU, si Haley sustituyera al secretario de Estado, Rex Tillerson (los asistentes de Trump dicen que jamás escucharon que eso se discutiera internamente y ahora la última apuesta es que Haley permanezca en su cargo).

Otras iniciativas respaldadas por Kushner han mostrado ser más fructíferas. El congreso parece estar a punto de crear un fondo de 500 millones de dólares para ayudar a las agencias a modernizar sus obsoletos sistemas de tecnología de la información, algunos de los cuales tienen por lo menos cuarenta años de antigüedad.

Con el apoyo de Kushner, el Departamento de Asuntos de Veteranos también elaboró un plan para borrar la larga brecha electrónica entre los registros médicos de los miembros del ejército y los veteranos que durante años ha afectado la atención a los pacientes.

Sin embargo, el empuje de Kushner por los avances tecnológicos está restringido por la falta de funcionarios permanentes que realicen los cambios de políticas a nivel de las agencias. La Casa Blanca no ha nombrado a jefes de información en nueve agencias principales, incluidas las de Defensa, el Tesoro y Seguridad Nacional. Incluso el jefe federal de información es solo un funcionario interino y la Oficina de Políticas de Ciencia y Tecnología de la Casa Blanca es, en gran medida, un pueblo fantasma.

La Oficina de Innovación proporciona cobertura política y “un empuje desde arriba”, dijo Max Stier, presidente de la Asociación para el Servicio Público, una organización sin fines de lucro que analiza la eficacia del gobierno. “Pero, finalmente, lo que haga la Casa Blanca no importa si no se implementa en las agencias encargadas de lidiar con la acción”.



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