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El acoso sexual golpea al trumpismo


2017-12-14

PABLO PARDO | El Mundo

La política estadounidense del siglo XXI tiene una variable nueva: el acoso sexual. A la larga lista de factores que entraron como un tsunami en las elecciones de noviembre de 2016 - las noticias falsas o 'fake news', la islamofobia, la corrección política, la inmigración legal e ilegal, las relaciones raciales, el proteccionismo, y la deslocalización industrial - se ha sumado, ahora, el acoso sexual en particular, y las relaciones entre hombres y mujeres en general.

Porque han sido las acusaciones de relaciones con menores de edad, incluyendo una niña de 14 años, y de dos presuntos casos de agresión sexual a sendas adolescentes de 17 años, las que le han costado al republicano y aliado de Donald Trump Roy Moore una victoria electoral que tenía cantada. Moore perdió por 1,5 puntos porcentuales, apenas 20.715 votos en unas elecciones en las que participaron más de 1,3 millones de personas y en las que su victoria estaba garantizada salvo un cataclismo. Y el cataclismo se produjo. Y Moore pasó de tener 17 puntos de ventaja a su rival demócrata Doug Jones el 31 de octubre a perder por 1,5 puntos el 12 de diciembre.

Su derrota es un cambio de paradigma político en EU. En parte, por el campo de batalla electoral. En Alabama el 42% de los votantes son cristianos evangélicos, al igual que Moore. Es un estado pobre, rural, y conservador, como prueba el hecho de que el escaño en disputa es el que ocupó el actual máximo responsable del Departamento de Justicia, Jeff Sessions, que bromeó en una ocasión que los miembros del Ku Klux Klan - una organización ultranacionalista y supremacista blanca y protestante a la que algunos consideran un grupo terrorista - hasta que se enteró de que fumaban marihuana.

Un republicano no había perdido unas elecciones al Senado en Alabama desde 1990. Trump sacó allí a Hillary Clinton 27,7 puntos el año pasado; Mitt Romney, 22,19 a Barack Obama en 2012; John McCain 21,48, también a Obama, en 2008; y así sucesivamente. Encima, Moore cumplía a la perfección lo que se espera de un candidato ganador en ese estado: es ultraconservador y tenía los apoyos críticos para lograr la victoria: Donald Trump y el líder de la derecha alternativa Steven Bannon. Incluso, una vez que se desataron las acusaciones de acoso sexual en su contra, basó su campaña en algo que nunca falla en Alabama: el rechazo al aborto. La única razón por la que ha perdido es por las denuncias de acoso sexual. Cuando esas denuncias hacen que alguien pierda en Alabama, la cosa es seria.

De Hollywood a Washington

La oleada de denuncias de mujeres contra hombres - y, en casos como el de actor Kevin Spacey, de hombres contra hombres y, en el de la cantante Mariah Carey, de hombres contra mujeres - ha pasado de Hollywood a la política. Dos miembros de la Cámara de Representantes pertenecientes al Partido Republicano y un senador del ala izquierda demócrata han tenido que dimitir de sus cargos por las acusaciones de acoso formuladas por mujeres. Un tercer republicano ha anunciado que no se presentará a la reelección por su conducta sexual. Y parece que hay más que van a caer.

Es un factor nuevo en la política estadounidense. Y, también, imprevisible y propicio al juego sucio. Un ejemplo: el martes, una serie de grandes medios de comunicación recibieron una reproducción de una denuncia contra el jefe de la oposición demócrata del Senado, Chuck Schumer, por acoso sexual. Era una falsificación. La ex empleada de Schumer que aparece como denunciante ha llevado, de hecho, el caso a los tribunales, por difamación. Lo mismo ha hecho Schumer. En unos delitos en los que, de cara a la opinión pública, no existe presunción de inocencia, la frase "calumnia, que algo queda", cobra un nuevo significado, más en la onda de "calumnia, y destruye a la persona".

Pero esta nueva sensibilidad tiene un blanco mucho más serio: el presidente de EU. Las acusaciones de acoso sexual estuvieron a punto de costarle la presidencia a Donald Trump en 2016, tras la divulgación de una grabación privada en la que el entonces candidato alardeaba de cómo las mujeres "te dejan hacerles de todo si eres famoso", y que su forma de relación idónea con el sexo opuesto es "agarrarlas por el c...". Trump perdió el voto de las mujeres, pero no el de las mujeres de raza blanca, donde se impuso, precisamente, a una mujer blanca: Hillary Clinton.

El 53% de las mujeres blancas dieron su apoyo a Trump, frente al 43% que lo hicieron por Hillary. En unas elecciones tan ajustadas - en las que Trump perdió el voto popular por 2,8 millones de votos - el respaldo de las mujeres blancas - y, en particular, de las blancas con un nivel educativo bajo - fue lo que le dio las llaves de la Casa Blanca. Trump, como buen populista, ha celebrado su virilidad con fines electorales, sobre todo cuando, en un catastrófico intento de jugar como el presidente, el entonces candidato a la nominación republicana, Marco Rubio, dijo, literalmente, que el presidente la tiene pequeña en febrero de 2016. "Os garantizo que no hay ningún problema, os lo garantizo", dijo Trump en un debate televisado, zanjando así el debate sobre su dotación. Menos de dos años después, la cuestión genital se ha convertido en un campo de minas para los políticos de EU.



yoselin


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