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Miedo al miedo
Francisco Martín Moreno, El País
Cuando Estados Unidos detonó las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, el miedo generacional ante la aparición de un artefacto nuclear que podía acabar con la humanidad en cualquier momento produjo, entre otras razones, el resurgimiento del existencialismo del siglo XIX, solo que modernizado en razón de la condición humana, la libertad, la responsabilidad individual, las emociones y, finalmente, el significado de la vida. Una versión simplista adoptada por la juventud consistió en “haga el amor, no la guerra”. Se trataba de una invitación originada en el miedo a existir, rompiendo viejos prejuicios. Años después surgieron los hippies, se disparó el consumo de la marihuana y se alteraron de golpe diversos patrones sociales, morales y éticos. ¿Qué decir cuando se patentó la píldora anticonceptiva que equiparó sexualmente a hombres y a mujeres, ya que ambos pudieron a partir de entonces disfrutar los placeres carnales sin consecuencia alguna en igualdad de circunstancias? Cuando Trump creó el miedo, ganó votos, votos sostenidos, además, en las mentiras. Es cierto que los fundamentalismos virulentos de extracción islámica violenta han causado severos daños en diversos países. Sin embargo, esta realidad ha sido capitalizada exitosamente en las urnas por diversos populismos de corte ultra reaccionario. Por supuesto que los musulmanes fanáticos atentan en contra de las democracias occidentales, basta con analizar el Brexit para probar lo anterior. Sin embargo, los políticos ultramontanos no pierden la ocasión de lucrarse con el temor del electorado para sumar adeptos a su causa suicida, según consta en la historia. Los pueblos irritados, desesperanzados y hartos buscan una seguridad sin detenerse a reflexionar si esta responde a una ilusión o a una verdad. “Queremos promesas, no realidades". Llegan a creer falsamente en las promesas nacionalistas o en las tesis proteccionistas cuando éstas han demostrado hasta la saciedad su ineficiencia para resolver las problemáticas sociales y económicas. El canto de las sirenas sigue vigente y resulta imposible taponar con cera los oídos de los electores para evitar una nueva catástrofe, dado que tanto el diagnóstico como las terapias curativas están equivocadas. ¿Por qué razón Trump acusa a los mexicanos de robar fuentes de empleo a los estadounidenses, en lugar de pensar en los acelerados procesos de robotización existentes en el sector industrial de su país? Las emociones y no las razones pueden definir las elecciones presidenciales en México en el 2018. El voto visceral, hepático, el producto de la frustración, puede facilitar el triunfo político de un candidato populista, demagogo e ignorante como López Obrador, de modo que no solo debemos tener miedo del miedo, sino miedo al voto irracional el que no resiste el menor análisis. yoselin |
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