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Kim Jong-un exhibe misiles intercontinentales en el Norte y música en el Sur


2018-02-09

JAVIER ESPINOSA | El Mundo

La misma orogafía montañosa y gélida que permitió que la provincia surcoreana de Gangwon se adjudicara los Juegos de Invierno que comienzan este viernes no siempre fue un factor que jugó a favor de su historia.

Basta con recorrer los menos de 100 kilómetros que separan la villa Olímpica de Gangneung de la Zona Desmilitarizada (DMZ) que divide a esta nación de Corea del Norte para cambiar el espíritu deportivo que primaba hoy en esta urbe costera por el recuerdo de la guerra del siglo pasado.

Hace pocas más de seis décadas los nombres que citaban los medios de comunicación al referirse a Gangwon no eran los de Pyeongchang, Gangneung o Alpensia -las tres principales sedes de los Juegos- sino los de las sangrientas batallas que se libraron en estas mismas montañas y cuyo recuerdo pervive en el museo y observatorio de Goseong, justo a metros del territorio norcoreano.

Aquí las imágenes que arrojan las pantallas no son de esquiadores o patinadores sobre hielo sino de cadáveres y bombardeos de napalm en un color -blanco y negro- que no minimiza un ápice el horror que sufrió esta región.

"Aunque el sonido de la batalla ha cesado, la DMZ sigue siendo una tierra de oscuridad. Las heridas de la guerra todavía nos cortan el corazón", se lee una de las placas. Un mensaje que resuena con mayor énfasis si se observan las carreteras del entorno, repletas de playas cercadas por alambre de espino y bases militares.

La dualidad en la que sigue atrapada la Península -con un estado de guerra vigente congelado en el tiempo y una sociedad que intenta normalizar esta realidad- quedó de nuevo de relieve este jueves cuando Corea del Norte decidió anticiparse a la inauguración de los Juegos de Pyeongchang exhibiendo misiles intercontinentales en su capital pero también la música de la banda que lidera su cantante más famosa, Hyon Song-wol, en la sureña Gangneung.

Pese a que portavoces del ejército surcoreano indicaron que el desfile que se celebró en Pyongyang, que duró una hora y media y estuvo presidido por el propio Kim Jong-un, fue menos espectacular que por ejemplo el que se desarrolló en abril del año pasado, lo cierto es que las imágenes de la televisión norcoreana dejaron ver al menos cuatro de los temidos Hwasong-15, que Corea del Norte asegura que pueden alcanzar el territorio continental de Estados Unidos con ojivas nucleares, y más de una docena de cohetes de medio y largo alcance como los Hwasong-14 y Hwasong-12.

El desfile incluyó también cientos de tanques, piezas de artillería, aviones y cerca de 13,000 soldados, estimó la página especializada 38Norte.

Kim Jong-un aseguró que su país "es una potencia militar de primer orden" y precisó que este arsenal está destinado a "prevenir que los agresores infrinjan o ridiculicen nuestra dignidad o soberanía".

Críticas a Estados Unidos

La organización de este desfile de fuerza en la jornada previa a las Juegos amenaza con reforzar las críticas de Washington, cuyo representante en los Juegos de Pyeongchang, el vicepresidente Mike Pence, ya anunció el miércoles la puesta en marcha de la "ronda de sanciones económicas más duras y agresivas" que haya impuesto su país a Corea del Norte y dijo que no dejará que la nación asiática "se esconda detrás de las banderas olímpicas".

"Estamos listos para cualquier eventualidad, todas las opciones están sobre la mesa", repitió el vicepresidente frente a las tropas estadounidenses establecidas en la base nipona de Yokota, en Japón, antes de continuar su desplazamiento hacia Corea del Sur.

Pyongyang respondió apresurado asegurando que pese a la presencia en Pyeongchang de una delegación de alto nivel integrada por la hermana del líder norcoreano, Kim Yo-jong, y el presidente honorífico del país, Kim Yong-nam, no piensa mantener ningún contacto con la representación estadounidense.

"Nunca hemos mendigado el diálogo con EU y tampoco lo haremos en el futuro. Seremos explícitos, no tenemos intención de reunirnos con los estadounidenses. Sólo vamos a Corea del Sur a participar en las Olimpiadas", señaló la agencia oficial KCNA, parafraseando a un alto cargo del ministerio de Exteriores norcoreano.

Frente a la persistencia de la retórica antagónica entre Washington y Pyongyang, el régimen de Kim Jong-un parece decidido a continuar sus guiños hacia el Sur algo que el presidente Moon Jae In intenta aprovechar para convertir esta cita deportiva en la antesala de un diálogo de mayor calado político bilateral que ayude a rebajar la tensión en la Península.

Moon tiene previsto almorzar este sábado con toda la comitiva de altos cargos norcoreana y los medios locales han apuntado a la posibilidad de que tras esta visita, el mandatario sureño envíe a Pyongyang uno de sus asesores para continuar los contactos.

Las imágenes de la parafernalia bélica procedentes de Corea del Norte fueron todo un contraste con el tono casi festivo que dominó la jornada en las instalaciones olímpicas de Gangneung, donde cientos de deportivas dieron la bienvenida a la delegación norcoreana, que acabó bailando al ritmo de la emblemática canción Arirang, el único himno que une a las dos Coreas, tras asistir con curiosidad a la actuación de un grupo de raperos surcoreanos

Los norcoreanos encargaron la réplica a esta agrupación a su famosa agrupación de animadoras, que se presentaron en ese mismo lugar portando elegantes uniformes rojos y botas blancas de tacón alto, y amenizaron el acto interpretando a ritmo de clarinete y trombón melodías como 'Ha sido un placer conocerte'.

El 'ejército de las bellas'

"¿No es muy agradable ver a toda esta gente divirtiéndose juntos?", opinó uno de los responsables norcoreanos, Won Kil-u, según la agencia Yonhap.

El "ejército de bellas" -una denominación acuñada por la prensa surcoreana- generó un auténtico frenesí mediático, que continuaría por la noche con la actuación de la banda Samjiyon, cuyo repertorio incluía canciones de ambos países y títulos tan singulares como "Corre hacia el futuro", uno de los temas recurrentes en las coreografías de Moranbong -el grupo por preferido de Kim Jong-un- o "Juntos, Cha-Cha-Cha".

Varios cientos de nacionalistas radicales de facciones como Ciudadanos Patriotas de Corea o Cuerpo Nacional de Defensa y la Libertad de Corea se reunieron frente al teatro local donde se desarrolló ese evento para protestar una vez más contra la presencia norcoreana en su país.

Las reivindicaciones de estos militantes eran tan explícitas como las banderolas que mostraban, donde pedían con "urgencia" un ataque de EU contra Corea del Norte y decían "estar listos para morir por la democracia".

Kim Chong Suh tenía sólo 5 años cuando los eventos que se invocan en la DMZ con grabaciones eran reales. Tuvo que huir de Seúl y malvivir durante dos años en el sur, huyendo del avance norcoreano. Regresó a la capital surcoreana en 1952 y todavía se acuerda de como desde su escuela se escuchaban en ocasiones las explosiones que sacudían el frente cercano.

Pese a esa traumática experiencia, el surcoreano era uno de los que intentaban justificar la necesidad de un nuevo conflicto pese al coste en vidas humanas que pueda tener.

"Morirán algunos sí, pero no importa, es necesario para que podamos limpiar Corea del Sur de comunistas. Moon Jae In dice que es un progresista, pero en realidad es otro comunista", adujo.
 



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