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Estados Unidos y la rusofobia sin fronteras


2018-02-20

Por Antonio Rondón García | Prensa Latina


El afán de Estados Unidos por reducir al máximo la condición de potencia de Rusia y de convertir a este país en el enemigo de todo y de todos, podría tener consecuencias negativas para la estabilidad mundial.

Una declaración del secretario norteamericano de Estado, Rex Tillerson, condecorado en su momento por Moscú cuando aún era empresario, llama mucho la atención, pues se refiere a los efectos que supuestamente tuvieron las sanciones contra este país.

Abiertamente, Tillerson reconoce como un logro de las restricciones impuestas hace tres meses por Washington contra unas 30 compañías del complejo militar- industrial ruso, la suspensión de varios contratos con esta nación.

Hace más de una década Rusia, como heredero de la Unión Soviética, recuperó su puesto como segundo mayor vendedor de armamentos en el mundo.

Más allá de criterios pacifistas, la presencia de Moscú o Washington en un determinado mercado de armamentos también está relacionada con el diferendo estratégico que libran estos dos estados, con los mayores arsenales nucleares del orbe.

Pero el reconocimiento de Tillerson llama la atención porque el pretexto empleado por la Casa Blanca para aplicar las referidas restricciones fue la nunca probada injerencia de Moscú en el proceso electoral y político del país norteño.

Más bien parece tratarse de un método de presión política para lograr fines comerciales, pues todo ello está acompañado por recientes advertencias de Tillerson sobre la cooperación técnico-militar de Rusia con América Latina y su llamado a recuperar la Doctrina Monroe. Las acciones de Estados Unidos contra Rusia, junto a una creciente campaña de rusofobia en medios de difusión norteamericanos y europeos, están dedicadas a crear una imagen de Moscú como el gran enemigo regional que se inmiscuye en los asuntos internos de otros estados.

Ello ocurre cuando la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) aumentó en ocho veces su arsenal bélico cerca de las fronteras con Rusia desde el anunciado fin de la Guerra Fría, con tropas desplegadas en países vecinos de Europa del este.

La llegada de más militares de la OTAN a zonas fronterizas con Rusia se inició mucho antes de febrero de 2014, cuando hace cuatro años se perpetró un golpe de Estado, rechazado por Moscú, y luego Crimea realizó un referendo y se separó de Ucrania.

Además, el gobierno golpista lanzó una ofensiva contra la población sublevada en la zona hullera del Donbass, que pasados casi cuatro años, intenta presentar como un territorio ocupado por Rusia.

Pero la propia alianza atlántica, además de presentar a Moscú como una supuesta amenaza regional, también lo acusa de violar el Tratado de Eliminación de Cohetes de Mediano y Corto Alcance, cuando el Kremlin denuncia como el Pentágono desconoce ese arreglo.

El mando militar ruso advirtió en varias ocasiones que las rampas Aegis para los misiles interceptores SM-3 se convierten en minutos en lanzaderas de misiles alados Tomahawks, prohibidos por el tratado.

Otro tema sensible, la manipulación de los viajes de los rusos a Estados Unidos. Como respuesta a una medida similar contra sus diplomáticos, Rusia demandó la reducción del personal de la embajada estadounidense hasta poco más de 700, para septiembre de 2017.

En ningún momento, nuestro país exigió quienes debían irse, solo se habló de una cifra general. Pero la misión estadounidense optó por reducir al máximo el personal del consulado, declaró la vocera de la Cancillería rusa, María Zajarova.

Según tenemos entendido, el planteamiento político era aumentar barreras en el proceso de tramitación de visados para provocar el descontento de la opinión pública y desviar la atención hacia la actuación de la capital rusa, denunció en su momento la portavoz.

Durante los últimos 15 años, los habitantes de Rusia debieron acudir a los Consulados de Moscú, San Petersburgo, Ekaterimburgo y Vladivostok, con pérdida de tiempo y dinero, pero hace seis meses dejaron de tramitar visados, subrayó Zajarova.

Parece que Washington está en contra de que rusos visiten Estados Unidos. Como si les diera miedo que faciliten información real sobre nuestro país y ésta llegue a los estadounidenses, comentó.

Así que la línea de trabajo de Estados Unidos contra Rusia tiene varios frentes. Por cierto Tillerson afirmó que se prepara un nuevo paquete de sanciones unilaterales, dirigido a dañar las esferas donde se apoya esta nación para su recuperación económica.

Bien lo dice la nueva Doctrina de Defensa: Estados Unidos va a desarrollar una estrategia para buscar la eliminación de cualquier manifestación política, económica o militar que ponga en duda sus afanes hegemónicos en el orbe.



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