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Castigo a la euforia en las bolsas


2018-02-21

Política Exterior

La brusca caída de los índices bursátiles de EU de las últimas dos semanas –seguida, como casi siempre, por la reacción automática aunque no justificada, de las bolsas europeas– ha provocado un intenso debate sobre sus razones últimas.

No es para menos. Entre el 29 de enero y el 6 de febrero el Dow Jones cayó un 9,4%. El Nasdaq 100 resistió mejor gracias a Apple, Amazon, Google y Facebook, pero el descenso, el mayor desde 2008, apunta a que no fue una mera corrección. Los analistas perciben unas primeras señales de alarma de los inversores ante la era de Donald Trump, obsesionado con la desregulación de la economía y las bajadas de impuestos a los más ricos, políticas que economistas como Martin Wolf consideran irresponsables por su potencial para disparar el déficit fiscal estructural.

Las bolsas llevaban nueve años subiendo sin parar gracias, entre otras cosas, a las laxas políticas monetarias de la Reserva Federal (FED) y la consiguiente abundancia de dinero barato. En ese lapso, el Dow Jones prácticamente se multiplicó por cuatro, desde los 6,000 puntos de 2008 a los 24,300 actuales. Y el Nasdaq 100 escaló de los 2,000 puntos de 2008 a los actuales 7,000. Entre 1970 y 2015 el índice S&P 500 subió una media anual del 8%.

Pero la fuerza de la gravedad es inexorable incluso ante crecimientos de dos dígitos de las compañías cotizadas. Aunque es difícil orientarse en un laberinto de teorías contradictorias y pistas falsas, existe cierto consenso entre los analistas de que el detonante del Sell-Off fue una reacción instintiva ante el exceso de euforia bursátil, que ha representado hasta un 30% del crecimiento de la economía de EU en los dos últimos años.

El exceso de optimismo, al fin y al cabo, suele preceder a tomas de riesgos temerarias, burbujas de todo tipo y crisis financieras y económicas. Una ulterior caída del 25% de la bolsa podría provocar hasta una recesión.

A todo ello se suma la volatilidad que añaden los algoritmos. Muchas estrategias de compraventa dependen para su ejecución de robots que ordenan las operaciones en cuanto el valor cruza un nivel determinado. Pero también hay razones de fondo. La tasa de ahorro de EU ha caído a un ínfimo 2,4% del PIB. En un mercado laboral con una tasa de desempleo del 4% y un índice de ocupación del 63%, las compañías comienzan a tener problemas para contratar, lo que hizo subir los sueldos un 2,9% en enero.

Si la economía sigue añadiendo 200,000 empleos nuevos mensuales como sucedió en enero, la tasa de desempleo podría caer por debajo del 3,5% los próximos meses. Aunque ese dato permite anticipar un aumento de la demanda y el consumo, afectará también a los márgenes y beneficios de las compañías.

Cuando suben los costes laborales, la única salida para incrementar la rentabilidad es a través del aumento de la productividad, un índice que no se ha comportado nada bien en los últimos años. Las subidas salariales, por otra parte, pueden hacer crecer la inflación –que en EU está ya en el 2,1%– y acelerar las subidas de tipos de la FED.

Por otra parte, la deuda mundial bruta fue del 318% del PIB global en 2017, frente al 280% de 2007, mientras que la deuda pública pasó en ese mismo periodo del 58 al 87%. Todas esas incertidumbres no se despejarán hasta que el nuevo presidente de la FED, Jerome Powell, muestre sus cartas.

Por su parte, Mario Draghi concluirá sus ocho años de mandato al frente del Banco Central Europeo en 2019, mientras que el de Haruhiko Kuroda, gobernador del Banco de Japón, expira en abril y aún no se sabe si continuará un periodo más.

En todo caso, son pocos los que creen que la era del dinero barato se pueda prolongar o que EU crezca a una media superior al 1,5% a lo largo de la próxima década, entre otros motivos porque la reforma tributaria de Trump aumentará el déficit fiscal.

De momento, la corrección –o lo que fuere– parece concluida. Las bolsas europeas se han limitado a reaccionar ante las noticias provenientes del otro lado del oceáno Atlántico, pero por lo general se han mantenido estables, debido a los sólidos datos macroeconómicos que indican la recuperación de la zona euro.



yoselin


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