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Peña Nieto vuelve a cancelar su visita a la Casa Blanca


2018-02-26

MARTA TORRES | El Mundo

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se dio cuenta durante su campaña de que cuanto más clamaba durante sus mítines que los mexicanos iban a pagar el muro en la frontera, más le aplaudían en sus actos electorales. Todo, a pesar de que los votantes de Trump, en declaraciones posteriores tras las elecciones, han reconocido a EL MUNDO que sabían que el presidente de México Enrique Peña Nieto no les iba a extender un cheque, como daba la impresión al escuchar al presidente republicano entonces.

De esta forma, de manera paulatina, el controvertido muro se convirtió en pieza clave de la dura política migratoria de Trump. Y, a la vez, en el gran impedimento para que el presidente de México visitara de forma oficial a Trump en la Casa Blanca.

A principios de esta semana, Enrique Peña Nieto decidió cancelar de nuevo un viaje a Washington, previsto para principios de marzo, después de una conversación tensa con Trump de 50 minutos. De nuevo, dominada por el polémico muro que quiere construir el estadounidense en la línea divisoria entre México y Estados Unidos.

Peña Nieto optó por anular su visita después de que Trump le indicase que no podía desdecirse ante las cámaras de televisión de que México no pagará por la controvertida construcción. Y, así evitar la vergüenza pública de cara a los votantes de su país, que acuden a las urnas para elegir presidente el 1 de julio.

A juicio de un funcionario mexicano, Trump perdió la paciencia con el mexicano. En cambio, esta llamada fue más positiva que la de 2017. Entonces, llevaron su enfrentamiento a un lance público en la red social Twitter, que terminó con la cancelación abrupta de Peña Nieto del viaje para evitar más humillaciones frente a su pueblo.

De esta forma, parece difícil que se pueda sacar una fotografía del líder mexicano con Trump en la Casa Blanca, donde queda muy atrás el trato preferencial que recibió el ex presidente Vicente Fox del republicano George W. Bush. Los "dos amigos", les solían llamar en la prensa estadounidense.

Dos economías estrechamente unidas

Aún así, es imposible olvidar que las economías de los dos países están interrelacionadas. Su intercambio comercial anual de más de 500,000 millones de dólares les obliga a entenderse.

Hoy precisamente empieza la séptima ronda de negociaciones del NAFTA (siglas con las que se conoce de manera popular en Estados Unidos al tratado comercial con México y Canadá, que entró en vigor en los 90), cuyo emblema fueron las maquiladoras (empresas que importan materiales sin pagar aranceles), trasladadas de Estados Unidos a Juárez, ciudad fronteriza con El Paso (Texas). Y Peña Nieto quiere renovarlo antes de las elecciones. En Estados Unidos, hay además casi 12 millones de mexicanos que residen de forma legal en el país, según el Instituto de Política Migratoria. A estos datos, se suma que alrededor del 75 por ciento de los casi once millones de inmigrantes en situación ilegal son mexicanos, según el Pew Hispanic Center.

Sin embargo, Trump insiste. Quiere su muro. Todo a pesar de que hay ya aproximadamente construidos alrededor de mil kilómetros de los 3,000 que recorren la frontera.

A pesar de los réditos electorales que le ha dado a Trump, fue el demócrata Bill Clinton el primer presidente que empezó en la zona de California a levantar estructuras divisorias con la Operación Guardián dentro de su lucha contra los traficantes en los 90. En 2006, se comenzó una obra más ambiciosa, aprobada por el Congreso y liderada por el presidente George W. Bush, que se abandonó durante el mandato de Barack Obama en 2010, debido a su elevado coste.

El arquitecto Miguel García, con obra en Nueva York, Washington y Florida, reconoció a este periódico que desde el punto de vista técnico es "una cuestión factible y posible con cualquiera de los materiales planteados como hormigón, metal o valla metálica". "Cubrir tantos kilómetros, me parece aberrante", insistió y recordó la existencia de la Muralla China.

"Es un gasto excesivo. Su eficacia es bastante relativa, y además es una hipocresía moral", indicó mientras apuntó que desde el punto de vista arquitectónico sí se podría hacer un muro estéticamente bonito.

De todas las propuestas publicadas, destacó que "hay una que tiene unos pigmentos de color que hace que se integre en el paisaje de la tierra seca. Se puede romper la monotonía mediante efectos estéticos o volumétricos para crear sombras en ese muro. O se podrían hacer piezas que tuvieran una altura mayor para crear un ritmo y una repetición. Se podrían hacer perforaciones", planteó al tiempo que no ocultó que este proyecto tiene ya a las constructoras salivando.

Su "presupuesto muy alto, perfecto para una gran empresa o multinacional", indicó. S necesitaría, al menos, un año para su ejecución. "Habrá puntos delicados con el río (Río Grande en el lado estadounidense, y Bravo en el mexicano), que requerirán un diseño específico para ciertas zonas", mantuvo, mientras también mencionó las cuestiones de propiedad al tener que expropiar algunos terrenos. Un asunto que ya trajo quebraderos de cabeza a la administración Bush, y todavía está pendiente en los tribunales.



regina


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