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Corea del Norte se muestra dispuesta a renunciar al arma atómica si se garantiza su régimen 


2018-03-06

Macarena Vidal Liy, El País

Es un estado de las cosas que parecía impensable hace poco más de tres meses, cuando Pyongyang efectuaba la que hasta el momento es su última prueba de misiles. La confirmación de la reunión llegó de boca del consejero de seguridad nacional surcoreano, Chung Eui-yong, a su regreso a Seúl como cabeza de una delegación de alto nivel -el más alto en una década-, que este lunes se reunió con Kim Jong-un en la capital norcoreana.

Ya antes de partir hacia Pyongyang, Chung había declarado que, además de continuar la aproximación entre las dos mitades de la península coreana, parte de su misión sería intentar establecer unas bases para el diálogo entre Corea del Norte y Estados Unidos, los dos grandes protagonistas de la escalada de tensión que vivió la región el año pasado, entre amenazas e insultos mutuos de Kim Jong-un y el presidente estadounidense Donald Trump.

El consejero de seguridad nacional regresó cargado de novedades. “La parte norcoreana ha expuesto claramente su disposición a la desnuclearización”, indica un comunicado acordado entre Seúl y Pyongyang. El régimen de la familia Kim “ha dejado claro que no tendría razón para mantener armamento nuclear si la amenaza militar contra el norte se eliminara y se garantizara su seguridad”.

La delegación surcoreana es la de mayor nivel que ha visitado Corea del Norte en una década

A simple vista, parece un enorme avance. Corea del Norte, que siempre ha insistido en que no renunciará a su armamento nuclear porque lo considera su garantía de supervivencia, ha puesto sobre la mesa fichas importantes para invitar a la mesa a Estados Unidos. Hasta ahora, Washington había condicionado cualquier posible negociación a que Pyongyang tomara medidas concretas para la desnuclearización.

“El Norte ha expresado su disposición a mantener un diálogo sincero con Estados Unidos sobre desnuclearización y la normalización de relaciones”, según el comunicado. “Ha dejado claro que mientras continúe el diálogo, no intentará provocaciones estratégicas tales como pruebas nucleares o de misiles balísticos”. La delegación surcoreana viajará en los próximos días a Washington, para informar a las autoridades estadounidenses sobre el resultado de sus contactos con el Norte.

A la espera de que Estados Unidos recoja, o no, el guante, las dos Coreas van a continuar el avance en su propio deshielo. Para preparar la cumbre, la primera en once años y la tercera de la historia entre los líderes de la península, los dos países establecerán una línea de comunicación directa. Moon y Kim conversarán por teléfono antes de reunirse.

El histórico encuentro tendrá lugar en la Casa de la Paz, en territorio surcoreano en la aldea de Panmunjom, en la zona desmilitarizada. Será la primera vez desde la división de la península que un líder del norte pisa suelo perteneciente al sur.

El acercamiento entre las dos Coreas comenzó a raíz de los Juegos Olímpicos de Invierno en Pyeongchang el mes pasado, después de que Kim Jong-un, en un anuncio sorprendente, anunciara la disposición de su país a acudir a la competición. Los dos países acordaron desfilar juntos y presentar un equipo conjunto de hockey femenino, y el norte participó con una nutrida delegación de atletas, músicos y animadoras. También envió para la ceremonia de inauguración una comitiva de altos funcionarios presidida por la hermana del propio Kim Jong-un, Kim Yo-yong, que transmitió a Moon una invitación personal de su hermano para que viajara a Pyongyang.

El deshielo continuó con una visita del antiguo jefe de los servicios de espionaje norcoreanos, el general Kim Jong-chol, para la ceremonia de cierre de los Juegos. Y un elogio de Kim Jong-un al buen recibimiento que el Sur dio a su hermana. Un recibimiento que se ha visto devuelto en el viaje de dos días de la delegación del sur; las imágenes difundidas muestran al líder norcoreano con una amplia sonrisa mientras recibe a los altos funcionarios. Los surcoreanos fueron recibidos en la sede del Partido de los Trabajadores de Corea del Norte, en un área de acceso restringido de Pyongyang.
 



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