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Clamor mundial contra Trump


2018-05-09

Editorial, El País

Con su decisión de denunciar el acuerdo nuclear con Irán, Donald Trump ha asestado un duro golpe a la estabilidad internacional.

No se trata solo de que el mandatario prosiga con la destrucción de un sistema de relaciones internacionales —comerciales y de seguridad— que, con mayor o menor éxito, ha funcionado razonablemente desde el fin de la II Guerra Mundial. Sucede que, además, el abandono unilateral de un acuerdo en el que se han implicado las principales potencias del mundo convierte a EE UU en un socio imprevisible, y por tanto poco fiable, para sus aliados.

El acuerdo con Irán detuvo —y estableció los medios para poner fin a— una peligrosa carrera que iba a desembocar en la proliferación nuclear en una de las zonas más inestables del planeta. Sus repercusiones políticas y económicas alcanzarían a todo el mundo. Por eso mismo, toda la comunidad internacional se comprometió a encontrar una solución viable a un problema que parecía irresoluble por la vía diplomática. La culminación de un tratado tras dos largos años de negociaciones constituyó, sin duda, una victoria del esfuerzo común a pesar de los intereses dispares y una lección de cara al futuro. Rusia, China, EE UU y la Unión Europea supieron sentarse en el mismo lado de la mesa y, en interés de todos, plasmar por escrito un compromiso histórico con el régimen de Teherán.

Hasta la fecha, y así lo ha acreditado la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AEIA), encargada de verificar el cumplimiento del acuerdo, Irán ha cumplido con sus obligaciones.

Pero Trump ha decidido, sin escuchar a nadie —incluyendo prestigiosas voces en su propio país y a los mandatarios de Francia y Alemania que le han visitado estos días en Washington—, destruir la credibilidad de su país y la confianza en su política exterior. Parece como si el actual inquilino de la Casa Blanca estuviera obcecado en acabar con el legado de su predecesor, Barack Obama, sin entender que el pacto con Irán va mucho más allá de Obama.

Para evaluar la acción del presidente de EE UU basta preguntarse si hoy, con el Tratado herido de muerte a merced de su voluntad, Oriente Próximo está más cerca de la paz o de la guerra. La respuesta es evidente. Y por eso Europa debe reaccionar de forma clara y contundente.



regina


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