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Así cumple el Gobierno populista de Italia su promesa de mano dura contra la inmigración


2018-06-11

SORAYA MELGUIZO | El Mundo

No han pasado ni dos semanas desde que el nuevo Gobierno italiano llegó al poder y la promesa de imponer mano dura contra la inmigración irregular ya se empieza a cumplir. El ministro de Interior y líder de la ultraderechista Liga, Matteo Salvini, cerró este domingo los puertos italianos a una embarcación de la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) con más de 600 personas a bordo que habían sido rescatadas pocas horas antes en el Mediterráneo, después de que Malta se negara a abrir los suyos. Sólo la intervención del Gobierno español, que ofreció al barco humanitario desembarcar en el puerto de Valencia, consiguió resolver la crisis, que supone una primera victoria para Matteo Salvini.

"Victoria. 629 inmigrantes a bordo del barco 'Aquarius' en dirección a España. Primer objetivo logrado. Subir la voz compensa", aseguró orgulloso el ministro de Interior tras conocer la decisión del Gobierno de Pedro Sánchez. Después de más de dos días parado entre Italia y Malta, el barco de MSF llegará a España en los próximos días. A bordo del 'Aquarius' viajan 629 personas, entre las que se encuentran 123 menores, 11 niños pequeños y siete mujeres embarazadas que permanecieron durante horas esperando a que las autoridades italianas y maltesas decidieran en qué puerto debían desembarcar los inmigrantes que habían sido rescatados el pasado sábado.

Italia, que había coordinado el rescate desde el Centro de Coordinación Marítima de Roma, instó a los responsables de la embarcación a atracar en Malta argumentando que se trataba del puerto más seguro y que el país transalpino no ofrecería "lugares alternativos". Pero las autoridades maltesas rechazaron tener competencia en este caso y devolvieron la pelota a Roma. Italia decidió entonces mostrar músculo y cerrar sus puertos al barco. "Francia está devolviendo a la gente en la frontera, España defiende con armas su frontera, Malta no acepta a nadie. Desde hoy, Italia también va a empezar a decir 'no' al tráfico de personas y 'no' a la inmigración ilegal", escribió Salvini. El primer ministro de Malta, Joseph Muscat, acusó entonces a Roma de no respetar las reglas internacionales y poner en peligro la vida de estas personas al no dejarles desembarcar. Ante la actitud inflexible de ambos gobiernos, los alcaldes de ciudades italianas como Palermo, Nápoles y Messina ofrecieron abrir sus puertos para recibir al buque.

Y mientras Roma y La Valeta se enzarzaban en un conflicto diplomático, la situación dentro de la embarcación empeoraba. "Es agobiante porque hay gente que ha sufrido heridas, hay mujeres embarazadas, hay muchos niños... Y además tienen muy poca comida y agua", aseguró a EL MUNDO un portavoz de la ONG. Las advertencias desde la UE y la ONU para que las autoridades de ambos países llegaran a un acuerdo no consiguieron calmar los ánimos. Ni la Valleta ni Roma dieron su brazo a torcer.

La respuesta de Italia se produjo después de que unos días antes un barco de la ONG alemana Sea Watch llegase al puerto de Reggio Calabria, en el sur de Italia, después de pasar cuatro días parado tras recibir la negativa a desembarcar por parte de las autoridades de Malta. "Esto no volverá a pasar", denunció entonces Salvini. Y cumplió su promesa. Italia quiere una revisión de los tratados internacionales que permitan alcanzar un acuerdo político para reformar el sistema de asilo común. Un acuerdo que parece lejano porque mientras Alemania propone un sistema de reparto de refugiados, países como Hungría, Austria y Polonia quieren avanzar en la protección de las fronteras exteriores.

"Hemos abierto un frente de discusión para una nueva política de inmigración a nivel continental, pero no se cierra hoy el partido", aseguró Salvini durante una rueda de prensa convocada para comentar los resultados de las elecciones locales celebradas el domingo, en las que el centroderecha triunfó gracias al impulso de la Liga. "Lo que ha sucedido hoy es un primer paso muy importante y una señal de que Italia no puede sostener este peso en solitario", añadió. Luigi Di Maio, líder del Movimiento Cinco Estrellas y vicepresidente del Gobierno, aseguró que la intervención de España era "un punto de inflexión" que no debía convertirse en un gesto aislado. De la misma manera se expresó el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, que demostró su absoluta irrelevancia durante esta crisis.

En apenas unos días Matteo Salvini, que durante la campaña electoral prometió frenar la "invasión" de inmigrantes y expulsar a medio millón de irregulares, ha dado un vuelco a la política migratoria italiana que ha sido avalada por las urnas. Convertido en el líder indiscutible de la derecha -relegando a Silvio Berlusconi a una posición marginal-, el líder de la Liga ha criminalizado las ONG que operan en el Mediterráneo y ha acabado de un plumazo con la gestión del anterior Gobierno de centroizquierda, que firmó un criticado acuerdo con las autoridades de Libia para prevenir las salidas de embarcaciones. Una estrategia que permitió reducir un 75% las llegadas en el último año. "Salvar vidas es un deber, transformar Italia en un enorme campo de refugiados no. Italia ha dejado de agachar la cabeza y obedecer".


 



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