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La derrota más dolorosa para el PRI en su bastión


2018-07-06

Kirk Semple, The New York Times

ATLACOMULCO, México — Está en los nombres de las calles y en algunos de los edificios más prominentes. Está incrustado en los coloridos murales que adornan las paredes del ayuntamiento. Está mezclado en la historia local y la tradición. Y lo más importante, está reflejado en la manera en la que la población votó durante décadas.

Durante generaciones, el Partido Revolucionario Institucional ha sido clave en la identidad de Atlacomulco.

El municipio predominantemente rural, ubicado alrededor de 80 kilómetros al noreste de Ciudad de México, es a menudo llamado la cuna del partido político, conocido como el PRI, que gobernó México la mayor parte del siglo pasado.

Durante las décadas en las que el PRI dominó a México, el partido de centro perfeccionó el arte del clientelismo y cuidó de los suyos. Esto parece evidente en Atlacomulco de Fabela, la cabecera municipal, un pueblo tranquilo de calles estrechas.

El centro histórico del pueblo se ve como si le hubieran dado una nueva capa de pintura. Renovaciones a la plaza principal y a otra cercana ubicada frente al mercado y la iglesia del siglo XVII fueron completadas recientemente y una cancha de futbol fue remplazada con un nuevo y elegante complejo deportivo.

En ningún lugar de México la lealtad al PRI está tan arraigada como en Atlacomulco y el vínculo parecía eterno: los políticos del partido han ocupado la alcaldía desde 1929 de manera ininterrumpida.

Entonces, se realizaron elecciones en México el 1 de julio.

Andrés Manuel López Obrador, de izquierda, ganó la presidencia de manera aplastante y el PRI perdió la mayor parte de sus lugares en el Congreso. También fue una victoria aplastante en las elecciones estatales y locales en todo el país.

El partido fue destrozado, como parte de un cambio brusco que reconfiguró el panorama político en todo el país.

No obstante, en el que tal vez es el resultado devastador más simbólico de la votación, el PRI perdió incluso la contienda por la alcaldía de Atlacomulco y por un amplio margen.

“Estaba sorprendido porque el presidente actual ha hecho las obras solicitadas”, dijo Pedro Martínez, de 58 años, un inspector municipal, mientras señalaba hacia los nuevos adoquines de la plaza principal. “Pero la gente de todas maneras le dio la espalda al partido”.

Para los incondicionales del partido en esta población, la masacre fue devastadora emocionalmente.

“Una derrota estrepitosa, quiere decir contundente, quiere decir dura, dolorosa”, dijo Manuel González Espinoza, de 60 años, un miembro del comité ejecutivo del PRI en Estado de México, entidad en la que se encuentra Atlacomulco.

“Una tragedia”, murmuró sentado en la sede municipal del PRI en Atlacomulco, un edificio de dos pisos que lucía melancólico por la derrota.

Para algunos de los que votaron contra el partido fue una decisión desgarradora.

Desde que tiene edad para participar en las elecciones, Samuel Israde ha votado solamente por candidatos del PRI; era automático.

No obstante, el domingo, Israde, de 54 años, quien trabaja en la tesorería municipal, hizo lo que antes parecía impensable: votó contra el PRI. En cada cargo a elección.

“Cuando estás votando contra tu partido, es como un cuchillo en tu pecho”, dijo, haciendo el gesto de una daga clavándose en su pecho. “Pero era un cambio necesario”. Agregó: “Lo haces por tus hijos”.

Incluso los electores que votaron una vez más por el PRI dijeron que podían entender cómo, por el descontento, tanta gente les dio la espalda.

En una tarde reciente, Martínez, el inspector municipal, estaba parado en la plaza principal vigilando. Los niños perseguían aros de plástico por la plaza mientras caía la tarde en el pueblo y el cielo sobre las montañas cercanas se oscurecía.

El domingo, Martínez votó solamente por los candidatos del PRI.

No obstante, el reconoció que algunos de los mismos problemas que impulsaron a que los votantes enojados en todo el país votaran contra el PRI desempeñaron un papel importante en Atlacomulco, incluidas las reformas poco populares. Los electores en todo México también mostraron su hastío con la corrupción y la impunidad, así como con la violencia rampante y la desigualdad económica.

Rosario Cárdenas Cárdenas también se mantuvo fiel al PRI a pesar del golpe económico que su vivero recibió recientemente: los precios de la tierra y de las macetas se han elevado, dijo, y han aumentado los costos para administrarlo.

Aun a pesar de la incertidumbre sobre el estado del país, Cárdenas, de 30 años, votó por los candidatos del PRI en las elecciones local, estatal y federal.

“Es porque tenía esperanza”, explicó mientras abría su vivero una mañana de esta semana en la comunidad rural de San Lorenzo Tlacotepec. “Y la esperanza es lo que muere al último”.

En las paredes del patio de la sede municipal de dos pisos, murales muestran la historia y la cultura de Atlacomulco. Se aprecian escenas de indígenas cazando a un venado, tejiendo en telares, fabricando cerámica y cultivando.

En uno de los murales, en una pared afuera de la oficina del alcalde en el segundo piso, destacan los retratos de seis gobernadores priistas provenientes de Atlacomulco, incluido el actual presidente, Enrique Peña Nieto.

El nombre de este municipio se ha vuelto sinónimo del dominio del partido sobre la vida política de México. La gente habla del Grupo Atlacomulco, una agrupación legendaria de líderes empresariales y políticos con raíces en esta región y que tiene una gran influencia sobre el PRI y la nación.

En una tarde reciente, Israde se detuvo unos momentos frente al mural, con un travieso brillo en sus ojos.

“El PRI en paz descansa”, dijo mientras hacia la señal de la cruz.

Sin embargo, los simpatizantes fervientes insisten en que el partido sobrevivirá. “El PRI nunca muere”, declaró Isaac Contreras Alcántara, de 77 años, un hombre leal al partido que administra un pequeño restaurante en Atlacomulco. “Se renovará”.

Sin embargo, no queda claro exactamente cómo el partido podría levantarse de entre las cenizas.

González, el funcionario estatal del PRI, dijo que el partido debe comenzar su renacimiento con un “diagnóstico objetivo y realista” de sí mismo y de su liderazgo reciente en todos los niveles de gobierno, a quiénes escogieron como candidatos y de su desempeño durante las campañas y las elecciones.

“El PRI necesita una reconstrucción, una nueva fundación”, declaró.

A pesar de la devastadora elección del 1 de julio, González de alguna manera encontró algo que admirar en ella.

“Lo que ocurrió el domingo es una expresión de la madurez democrática en el país”, dijo, sonando convencido por sus propias palabras. “Y eso es muy importante”.

Entenderlo, dijo, es crucial para reconstruir al PRI, un proceso que promete ser largo y arduo… si llega a ocurrir.



JMRS


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