Formato de impresión


De Gutenberg a la pistola 3D


2018-08-01

GINA MONTANER

Resulta irónico. Ahora que el libro físico agoniza y comienza a ser algo del pasado oler el peculiar aroma de las páginas entre las tapas, dentro de poco se podría olfatear la pólvora de una pistola impresa en tres dimensiones.

En los hogares en Estados Unidos, donde sobran televisiones, ordenadores portátiles, teléfonos móviles y ebooks, apenas hay estanterías con libros. No obstante, una vez que bajen los precios, también ocupará su lugar la impresora 3D con capacidad para imprimir un vestido, una taza o un arma de fuego.

Aunque un juez federal de Seattle (seguido por cortes en Nueva York y Nueva Jersey) ha bloqueado temporalmente la divulgación por Internet de manuales para imprimir armas tridimensionales, Cody Wilson, el impulsor de esta iniciativa, confía en que tarde o temprano todos los estadounidenses tendrán a su alcance la posibilidad de fabricar "armas fantasmas". Así se denominan por ser de elaboración casera, lo que permite que escapen a los registros de rigor en subastas, ferias o armerías.

Wilson, un firme defensor de la Segunda Enmienda que oscila entre el anarquismo y la doctrina libertaria con toques de admiración por Proudhon, el post marxista Jean Baudrillard y el movimiento ultraderechista 'Alt-right' que ha cobrado fuerza bajo el trumpismo, tiene listos sus planos virtuales. Con su manual de instrucciones los defensores de las armas pueden aprender cómo elaborar desde revólveres al mortífero AR-15, el fusil de asalto con que se han perpetrado las más recientes masacres en el país.

Los activistas a favor de un mayor control de armas y los propios legisladores, que no han ocultado su preocupación ante la ofensiva de la Asociación Nacional del Rifle y la proliferación de grupos radicales, aplauden estos bloqueos de emergencia, pero lo cierto es que los manuales y las demostraciones en YouTube ya circulan entre los fanáticos. Amparados en la Primera Enmienda, Cody y sus seguidores invocan el derecho a la libertad de expresión para proveer de más pistolas y rifles a una sociedad que ya está pertrechada hasta los dientes.

Las armas que pueden imprimirse en casa con el mismo entusiasmo con que Johannes Gutenberg editó artesanalmente el primer libro en el siglo XV, son toda una revolución. Pero si la del inventor alemán fue un acontecimiento cultural que sirvió para divulgar el conocimiento, la pistola 3D es la democratización, término que emplea mucho el "criptoanarquista" Colby, de la aniquilación. Dos hitos diametralmente opuestos.

Los libros impresos son objetos bellos por la ilustraciones de sus portadas, la tipografía de la letra, el contenido de historias con las que nos formamos o nos evadimos. Pueden ser en prosa, en verso, con viñetas, oscuros o diáfanos en la trama. En cambio, las armas 3D se hacen para cumplir la misma función que las convencionales: provocar la incapacitación o la muerte. De ellas sólo se desprende el color rojo de la sangre que sale a borbotones.

Siempre se dice que de la imprenta moderna de Gutenberg salieron las primeras copias de la Biblia. Pero ya en 1449 había publicado el Misal de Constanza con tipos móviles. Toda una hazaña que cambiaría el mundo. Seis siglos después, el avance tecnológico nos juega una mala pasada: de un primoroso libro de oraciones pasamos a una letal pistola de plástico. No confundir el siniestro olor de la pólvora con el perfume del papel.



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