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¿Qué pasa con el movimiento #MeToo cuando la acusada es feminista?


2018-08-16

Zoe Greenberg, The New York Times

El caso es una historia que resulta familiar, pero al revés: se determinó que Avital Ronell, académica reconocida mundialmente que imparte las materias de Alemán y Literatura Comparada en la Universidad de Nueva York (NYU), acosó sexualmente a un antiguo estudiante de posgrado de nombre Nimrod Reitman.

Después de una investigación de once meses en respuesta a una queja basada en las disposiciones de la norma federal Título IX —una ley de Estados Unidos que prohíbe la discriminación por razón de sexo—, se declaró culpable a Ronell, descrita por un colega como “una de las contadas estrellas de la filosofía en el mundo”, de haber incurrido en conductas de acoso sexual, físico y verbal, “a tal punto que afectó los términos y condiciones del ambiente de aprendizaje de Reitman”. La universidad suspendió a Ronell para el siguiente ciclo académico.

The New York Times tuvo acceso a algunos fragmentos del informe definitivo sobre las investigaciones basadas en el Título IX, en los que se indica que Reitman declaró que Ronell lo había acosado sexualmente durante tres años y como prueba proporcionó decenas de correos electrónicos en los que la académica se refería a él con varias frases íntimas: “mi adoradísimo”, “nene hermoso”, “cock-er spaniel” y “mi increíble y hermoso Nimrod” [cock en referencia al pene en español].

El caso, que se dio a conocer justo cuando el movimiento #MeToo comenzaba a exigir la rendición de cuentas por conductas sexuales inadecuadas, representó un reto para las feministas, quienes debieron decidir cómo reaccionar ante la conducta indebida de alguien de su propio grupo. Su respuesta ha agitado las aguas en el sector académico.

En cuanto la universidad tomó su decisión definitiva y confidencial en mayo, varios académicos de todo el mundo, incluidas algunas feministas destacadas, enviaron una carta a NYU en la que expresaron su apoyo a Ronell. Judith Butler, autora del libro Gender Trouble y una de las académicas feministas más influyentes en la actualidad, encabezaba la lista.

“Si bien no tenemos acceso al expediente confidencial, hemos trabajado durante muchos años en estrecha colaboración con la profesora Ronell”, escribieron los catedráticos en una versión de la carta publicada en un blog de filosofía en junio. “Todos hemos visto cómo se relaciona con los estudiantes y algunos conocemos al individuo que ha urdido esta campaña malintencionada en su contra”.

Los críticos señalaron que esa carta, centrada en los posibles daños para la reputación de Ronell y la fuerza de su personalidad, evoca argumentos utilizados en el pasado para defender a hombres poderosos.

“Nos constan la delicadeza, el agudo ingenio y la dedicación intelectual de la profesora Ronell, por lo que solicitamos que se le trate con la dignidad que merece alguien de su posición y reputación internacional”, continuaba la carta.

Reitman, quien ahora tiene 34 años y realiza trabajo de investigación en Harvard, afirma que Ronell en varias ocasiones lo besó y tocó, durmió con él en su cama, le pidió que se recostara en su cama y lo tomó de la mano, además de que constantemente le enviaba textos, correos electrónicos, lo llamaba por teléfono, y no accedía a trabajar con él a menos que él le correspondiera. Reitman es homosexual y ahora está casado con otro hombre; Ronell es una mujer lesbiana.

Ronell, de 66 años, negó haber incurrido en conductas de acoso. “Nuestras comunicaciones, que ahora Reitman cataloga como acoso sexual, fueron intercambios entre dos adultos, un hombre gay y una mujer queer, que comparten la misma herencia cultural israelí, así como una afición por las comunicaciones floridas y exageradas debido al ambiente académico en el que nos movemos y a nuestra sensibilidad”, escribió en una declaración dirigida a The New York Times. “Él procuró estas comunicaciones en repetidas ocasiones, respondió a ellas y las alentó a lo largo de tres años”.

Dos años después de graduarse de NYU con un doctorado, Reitman presentó una queja en contra de su antigua asesora por infracciones al Título IX, por supuestas conductas de acoso sexual, violencia sexual, acecho y represalias. En mayo, la universidad determinó que Ronell era responsable de acoso sexual y que no se habían demostrado las demás acusaciones.

El abogado de Reitman, Donald Kravet, dijo que redactó con su cliente una demanda en contra de NYU y Ronell, y que por el momento están evaluando sus opciones.

Las descripciones de Reitman y Ronell acerca de sus experiencias evocan otras historias reveladas como parte del movimiento #MeToo: según recuerda Reitman, le tenía miedo a su profesora y al poder que tenía sobre él, por lo que en muchas ocasiones aceptó conductas que lo hicieron sentirse violado. En algunas entrevistas a las que The New York Times tuvo acceso y que Ronell presentó ante la oficina encargada de las quejas por Título IX en NYU, la docente indicó que Reitman estaba desesperado por llamar su atención y recibir su orientación.

Según Reitman, los problemas comenzaron a mediados de 2012, antes del inicio oficial del curso. Ronell lo invitó a quedarse con ella en París algunos días. El día de su llegada, según relató Reitman, ella le pidió que le leyera poesía en su recámara mientras tomaba una siesta vespertina.

“Fue cuando me pareció que algo andaba mal”, dijo Reitman. “Pero también pensé, bueno, ya estoy aquí. Mejor no armo un escándalo”.

Entonces, relató, la académica lo jaló hacia la cama.

“Puso mis manos sobre sus senos y presionó su trasero contra mi entrepierna”, dijo. “Entonces empezó a besarme, a besar mis manos y mi torso”. Esa noche, ocurrió de nuevo algo parecido, dijo.

Dijo que la confrontó a la mañana siguiente.

“Le dije, mire, lo que pasó ayer no estuvo bien. Eres mi asesora”, recordó en una entrevista.

Según dijo, cuando llegó a Nueva York ese comportamiento continuó. Después del huracán Sandy, en octubre de 2012, Ronell se presentó en su apartamento porque no tenía electricidad. Dijo que, a pesar de sus objeciones, ella lo convenció de que ambos podían dormir juntos en su cama. Una vez ahí, lo manoseó y besó todas las noches durante casi una semana, dijo.

“La profesora Ronell niega por completo las acusaciones de contacto sexual”, escribió Mary Dorman, su abogada, en un documento dirigido a la oficina encargada de las quejas por Título IX. Ronell dijo que solo pasó dos noches ahí después del huracán, por invitación de Reitman.

El informe de la investigación concluyó que no había suficientes pruebas para declarar culpable a Ronell de violencia sexual, en parte debido a que nadie más observó las interacciones en el apartamento de Reitman ni la habitación de Ronell en París.

Reitman también dijo que Ronell tomó represalias en su contra por haberse quejado de su comportamiento, como enviar recomendaciones formales que afectaron algunas posibilidades de empleo. No obstante, el informe reveló que las cartas de recomendación “eran comparables a las que había escrito para otros exalumnos” y Reitman, de hecho, obtuvo dos becas de investigación.

Ronell y algunas personas que la respaldan han intentado desacreditar a su acusador mediante algunos métodos conocidos, como cuestionar por qué tardó tanto en presentar la queja y por qué parecía tener una relación tan íntima con Ronell si en realidad se sentía miserable. Ronell dio a entender que quizá se sentía frustrado por no ser tan listo.

“Su principal dilema era la incoherencia en su manera de escribir, y que no era posible identificar un argumento”, señaló Ronell en una entrevista realizada en 2018 y presentada a la oficina encargada de las quejas por Título IX.

Además de la suspensión, que la universidad nunca anunció en público, NYU investiga otras acusaciones de represalias relacionadas con la carta de la académica.

John Beckman, vocero de la universidad, escribió en una declaración para The New York Times que NYU lamentaba la experiencia de Reitman.

Sin embargo, añadió Beckman, “dada la agilidad y seriedad con que respondimos para investigar a fondo sus cargos, no creemos merecer ni que sea justo que promueva un juicio millonario en contra de la universidad”.

Tanto Ronell como Reitman sienten que no se les ha retratado de la mejor manera en esta historia del movimiento #MeToo.

Reitman afirma que no pretendía convertirse en una figura pública y tema de conversación en todo el país por cuestiones de género, y subrayó que este proceso inició antes de que se popularizara el movimiento. “No fue como consecuencia del #MeToo”, enfatizó.

En marzo de 2018, Ronell especialmente se quejó de que Reitman insistía en compararla “con los ejemplos más escandalosos de conductas depredadoras, asociadas con magnates de Hollywood que acechan a las estrellas jóvenes”.



Jamileth


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