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Nadia Murad, la yasidí que venció a Estado Islámico


2018-10-05

 

(ANSA) - ROMA, 5 OCT - La batalla de Nadia Murad, personal y de divulgación en el mundo de lo que significó en términos de violencia el régimen del Estado Islámico, fue reconocida hoy con el premio Nobel de la Paz.

Murad, que escribió su autobiografía, "Yo seré la última: Historia de mi cautiverio y mi lucha contra el Estado Islámico", con prólogo de su abogada Amal Alamuddin Clooney, es un símbolo de los sufrimientos, al límite el genocidio, padecidos por su comunidad, los yasidíes, considerados por la organización terrorista como adoradores del diablo.

A los 20 años, tenía el sueño de maquillar y peinar novias, y tal vez de abrir después de sus estudios su propio salón de belleza.

Pero en 2014 los milicianos del Estado Islámico llegaron a Kocho, el pueblo del norte de Irak donde vivía: mataron a los hombres, hicieron desaparecer a las mujeres ancianas y la secuestraron a ella junto con otras mujeres y niños.

Convertida en esclava sexual, y experimentando en su propia piel el horror de la violación como arma de guerra, Nadia logró luego escapar, milagrosamente. En su autobiografía narró su calvario, sin omitir nada de lo sufrido, para que el mundo sepa.

Mientras era prisionera, la joven fue continuamente humillada, brutalizada, violada también grupalmente: un infierno que parecía sin fin y que minó su cuerpo y su mente, pero no destruyó su dignidad ni su instinto de supervivencia, aunque más de una vez invocó la muerte como única fuente de liberación.

"En cierto momento no queda más nada que las violaciones. Se vuelven tu normalidad. No sabes quién será el próximo en abrir la puerta para abusar de ti, solo sabes que sucederá y que mañana podría ser peor", escribió Nadie, en un relato que hiela la sangre.

Sus palabras describen minuciosamente todo su mundo en transformación: el precedente a la captura, hecho de pobreza, jornadas llenas de trabajo y vida familiar, pero también sueños y afectos sinceros, y el cruel del "Califato", oscuro y carente de toda humanidad.

Hasta llegar a la liberación, debida a un hecho fortuito: el día que su carcelero, por distracción, no cerró con llave la puerta de la casa de Mosul donde estaba prisionera.

Nadia aprovechó la ocasión para huir, descubriendo en su interior un inesperado coraje. Un coraje que la llevó a pedir ayuda golpeando a una puerta, al azar, mientras Mosul estaba llena de terroristas.

La joven desafió y venció a esos hombres sin honor ni alma, y logró salvarse reuniéndose con lo que queda de su familia.

Convertida en embajadora de buena voluntad de las Naciones Unidas -ganó entre otros el Premio Sajarov 2016 y Mujer del Año 2016- la joven persigue con tenacidad el doble objetivo de divulgar lo más posible el exterminio de miles de yasidíes y el ver procesados a sus carceleros, como Abu Omar, el temido "Barba blanca".
Una primera victoria ya la obtuvo, cuando el Consejo de Seguridad de la ONU estableció un equipo de investigación para reunir las pruebas de los crímenes cometidos por el Estado Islámico.(ANSA).



regina


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