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Terminó la transición de terciopelo


2018-11-05

Por José Luis Camacho, Siempre

Desde el anuncio de la consulta para definir en dónde se ubicará finalmente el Nuevo Aeropuerto Internacional de México, esta representó una competencia global.

Se puede decir que Texcoco era la opción de los ricos y Santa Lucía la carta de los pobres. También se consideró una lucha de partidos. Los ganadores de Morena por Santa Lucía y los perdedores del PRI y el PAN fueron por Texcoco.

Las repercusiones que puede traer consigo la decisión de Andrés Manuel López Obrador de cancelar el ostentoso proyecto del nuevo aeropuerto para tener un valor real deberán ser objeto de una observación rigurosa en el corto plazo para juzgar si fueron positivas o afectaron de manera negativa nuestra economía.

Ello implica un compás de espera pertinente para que el juicio sobre la cancelación del proyecto Texcoco no resbale de inmediato por el tobogán del oportunismo matizado de intereses.

Lo que sí debe ser objeto de análisis y evaluación meramente política es si la cancelación del proyecto es el principio del fin de la llamada transición de terciopelo entre Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. Y es que en política nada puede ser casual y mucho menos considerar que no merece una lectura profunda un movimiento del nivel que tiene la decisión del gobierno que viene de no continuar con la construcción de un aeropuerto que desde su concepción nació politizado.

Teniendo López Obrador sobre sí la demanda implícita de los más de 30 millones de mexicanos que votaron por él de acabar con la corrupción tan ofensiva que se ha dado en varios penosos episodios del agonizante sexenio peñista, el tabasqueño está obligado con sus electores a mandar señales de que se mantiene en el compromiso de acabar con corrupciones e impunidades que se dan al amparo del poder. Se comenta con insistencia en los medios de comunicación de que serán objeto de fuertes sanciones Rosario Robles y su oficial mayor Emilio Zebadúa por su participación en el ominoso megafraude conocido como la estafa maestra.

Y en la lista de los que la opinión pública ha colocado en tesitura de enjuiciables hay figuras del nivel del controvertido secretario de Comunicaciones, Gerardo Ruíz Esparza o de Carlos Lara, prestanombres del vocero presidencial Eduardo Sánchez, quien cobijado por la discrecionalidad con la que se manejaron varios espacios de Los Pinos, trató de hacerse de un verdadero macizo de frecuencias radiofónicas por medio de una fantasmal empresa llamada Tecnoradio SA de CV, de la cual Lara, entonces director del IMER, era tenedor de más de 30 por ciento de las acciones del mencionado parapeto.

Esas acciones reivindicatorias de la legalidad, la transparencia y el combate a la corrupción representan reclamos implícitos de la sociedad para el presidente electo.

Y la cancelación del proyecto Texcoco puede ser leído como un fuerte deslinde de López Obrador con las acciones de los peñistas, dando así por terminada la transición de terciopelo que estaba imperando entre el régimen que fenece y el que está por llegar al poder desde el abrumador triunfo que obtuvo en julio.

La consulta resultó ser una especie de entrenamiento para el próximo presidente de la república, el mensaje ha quedado claro, López Obrador dijo que era necesario que los mexicanos nos fuéramos acostumbrando a la celebración de consultas, sobre temas de interés nacional.


 



regina


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