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¿Por qué hay que sufrir?


2018-11-07

Por: Kristina Hjelkrem 


Las pérdidas son duras. Muchos habremos experimentado la pérdida de un ser querido, una despedida dolorosa, el fracaso de un proyecto añorado o una injusticia sobrevenida. Situaciones complicadas que nos marcan y cambian nuestra vida.

La experiencia del dolor tiene su ciclo, es importante pasar por cada parte del proceso y respetar el tiempo que cada uno necesita para reconciliarse con sus nuevas circunstancias. Lo importante es recordar que por más dura que pueda ser la situación por la que estemos pasando, siempre podemos darle un sentido.

El dolor tiene su ciclo y hay que vivirlo

Así como nuestra protagonista, hay que romper posters y llorar. Ahora, el dolor puede ser inmenso, pero el consuelo es más grande. Una de las claves del cristianismo es que la historia de Cristo no acaba con Él en la cruz, sino con un Cristo que resucita y es más grande que la muerte.

El dolor para un cristiano tiene sentido, y es que es otro de los designios de los que Dios se vale para mostrarnos nuestro camino. «Dios nos susurra en nuestros placeres, nos habla en nuestra conciencia, pero grita en nuestro dolor», esta es una hermosa cita de C.S. Lewis que no puede estar más en lo cierto. En cada sufrimiento hay un llamado.

No es que Dios quiera el dolor en nuestra vida, el dolor es otra de las repercusiones del pecado y de las manifestaciones más claras de que existe el mal en el mundo. Lo grandioso de Dios es que es tanto más grande que el mal, que es capaz de abrirnos paso en medio de ese dolor que carece totalmente de sentido. A través del dolor nos llama a la reflexión y a veces a cambios muy concretos. La mejor elección que podemos hacer frente a situaciones de sufrimiento, es tomar el dolor como una oportunidad. Reconocer el nuevo camino que nos propone.

Comenzar de nuevo

La experiencia del dolor es un proceso y todo viene a su debido tiempo. Pero comenzar de nuevo, es lo mejor que se puede hacer. Podemos sentirnos aterrados, sin saber cuál es el punto de partida y sentir que caminamos por territorio totalmente desconocido. Y sí, es así. Esas circunstancias difíciles son parte de la vida de todos y son un trayecto que se nos propone recorrer para que podamos recoger grandes frutos. El final de nuestro video no lo puede dejar más claro, la contemplación del mundo desde el espacio, el sueño de nuestra protagonista hecho realidad.

Visto así, nos animamos ya a empezar a caminar, y al andar vamos reconociendo nuestro camino. No podremos ver dónde acaba ni cuál es el destino final, pero poco a poco el caminito irá subiendo, bajando y girando (¿derecha o izquierda?). Sin darnos cuenta estaremos nuevamente construyendo una vida, que tal vez no será la que estábamos pensando, pero que tiene y tendrá su encanto, su toque de aventura. Quién sabe si igual ese gran dolor era justo lo que necesitábamos…

¿Por qué hay que sufrir?

¿Debería ser más fácil? El dolor es un gran maestro, una vida que conoce el dolor profundo, se encuentra con que cultiva la habilidad de experimentar con la misma hondura la felicidad y la alegría. Uno de los grandes misterios de la vida.

En todo caso, gracias a Dios (valga la redundancia) Dios existe, y Él consigue que cualquier experiencia dolorosa conlleve un camino hacia una felicidad más plena. Prueba de esto son las tantas frases de sabiduría popular como «no hay mal que por bien no venga» o «cuando una puerta se cierra, una ventana se abre». Frases que vienen a recordarnos que Dios nos llama a un gran bien en medio de todo dolor, solo tenemos que estar dispuestos a descubrirlo.



regina


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